Julián Molina Illán

Habemos algunos que hemos estudiado

14 de Agosto de 2025
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Habemos algunos que hemos estudiado. Educación universidad

Llego tarde a este debate sobre la Formación porque me ha cogido de vacaciones y acabo de volver. En estos tiempos de frenesí político, las noticias arden como la tea y duran en el ambiente menos que "unos peces de hielo en un whisky on the rocks". Sin embargo, teniendo en cuenta que en los últimos tiempos me he convertido en un adalid de la Formación, he creído que era mi obligación participar en esta polémica, entre otras cosas, porque mi opinión parece ser única y contraria a la de todo el mundo, lo cual creo que merece la pena leerse.

Son muchos los contertulios y políticos —y contertulias y políticas— que defienden que, para estar en política, no hace falta formación. Obviamente, quienes más insisten en este concepto son los que menos formación tienen. Un ejemplo: José Mujica, recientemente y tristemente fallecido, era un hombre de pocos estudios y muchísima formación, porque leyó y reflexionó mucho. Y bien que se le notaba: cada vez que hablaba, sentaba cátedra.

Sin embargo, Francisco Marhuenda, director de La Razón y profesor universitario, con sus tres doctorados, no dice más que tonterías y da asco oírlo. Son casos extremos, pero posibles. Lo normal es que, cuando se estudia mucho, no se haga por obligación, sino por afán de conocimiento, y en esos casos lo habitual es que de esos estudios se derive una gran formación. Por lo tanto, no se trata de titulitis, sino de poner en valor lo que es más importante.

El ejemplo que voy a poner ahora es un clásico: si una persona tiene que operarse de algo sencillo hoy en día, por ejemplo, de cataratas, ¿qué debería hacer? ¿Ponerse en manos de una persona desconocida pero con la formación adecuada, o en manos del carnicero del barrio que es muy amigo suyo? La respuesta es obvia. ¿Por qué entonces dejamos que "la cosa pública", donde se dirime nada más y nada menos que el futuro de las naciones, caiga en manos de "los menos preparados"?

Otro aspecto a tratar es el de la falsificación y el engorde de currículos. Hay quien piensa que es una cuestión de moda, de titulitis o de afán de protagonismo. Yo no lo creo. Me parece que quienes inventan saben muy bien que tienen que justificar de alguna manera la posición de poder a la que aspiran. Necesitan distinguirse de los demás para aspirar, razonablemente, a vivir a costa de ellos. Tienen que ser mejores para hacerse merecedores de esa vida mejor. ¿Por qué, entonces, no estudian? Porque las personas que estudian no cifran su felicidad en las cosas que da el dinero, sino en el conocimiento. Aquellos que solo piensan en disfrutar y no en sacrificarse, y que, característicamente, gustan de las cosas que se derivan del dinero, no estudian. Y cuando llega la hora de la verdad, mienten e inventan currículos.

Si quieres, puedo también prepararte una versión más pulida y editorial que conserve tu mensaje pero con mayor fuerza argumentativa y ritmo narrativo, ideal para un artículo de opinión en prensa.

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