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Hacía un nuevo latido rural abriendo las puertas al talento innovador del mundo

06 de Septiembre de 2025
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263 Congreso Internacional Startups 131223 (1)

Vivimos un tiempo de oportunidades históricas. La España despoblada, esa trama olvidada de pueblos en silencio y calles vacías, está llamada a convertirse en el epicentro de una nueva revolución productiva, cimentada no en el ladrillo ni en el turismo masificado, sino en el talento global, la tecnología y la ambición creadora.

Esta es la hora de los nómadas digitales y las startups que eligen las lomas de Soria, la ribera del Tajo o las sierras andaluzas como su hogar en un nuevo modelo de conexión global con él talento y el nuevo modelo de presencia en los negocios y en la denominada cuarta revolución tecnológica , esa que busca el bienestar, la calidad de vida, la naturaleza y la conectividad como ejes con un mundo exponencial de oportunidades en donde la ubicación no limita con buenas infraestructuras el desarrollo de negocios en el mundo. Y esto, no es una ocurrencia romántica: es el reconocimiento de la realidad. Porque en ese entorno buscado hoy por emprendedores y nómadas digitales, la creatividad no solo florece —se expande, se contagia y arraiga. Ejemplos, muchos en el mundo desde las playas de Bali hasta el ecosistema vibrante cultural de Medellín en Colombia.

Pero construir este relato, parte de la necesidad de creer en él, de una apuesta decidida por las administraciones públicas en colaboración con las entidades privadas y del sector en la generación de ese relato en el cual las infraestructuras tecnológicas y los servicios en dichos entornos rurales deben estar presentes para el empuje y atracción de esa nueva realidad.  Y junto ello, políticas de dinamización local que permitan que los propios territorios también atraigan a otros a la ubicación en los mismos de sus espacios empresariales y emprendedores de desarrollo: Fiscalidad diferenciada, vivienda accesible, servicios básicos sanidad, comunicaciones, conectividad digital que permitan la incorporación de profesionales con capacidad productiva desde fuera se muestran así como básicos.

El reto fragmentado

Y  frente al relato de la xenofobia o el miedo a la inmigración, la realidad de una España que se desangra en forma de ausencias: De baja natalidad, de maestros que emigran,  de jóvenes que no heredan los pueblos sino que los abandonan, de personas vetustas que se quedan solas, de escuelas que cierran y tiendas que se quedan vacías. Todo mientras la ciudad concentra vida, empleo y oportunidades. No cabe duda, por ello que la necesidad del talento rejuvenecedor es un impulso necesario e imprescindible, debemos y tenemos que abrir las puertas y flexibilizar los proceso a la llegada de quienes quieran impulsar sus startups, proyectos innovadores y de impacto, y si bien es cierto que la puesta en marcha del proceso de Nómada Digital por el gobierno de España ha sido un acierto y una propuesta de gran valor que debemos reconocer, la necesaria flexibilización en otros procesos como la Visa de Emprendedores – hoy con rigurosos sistemas de acreditación de solvencia económica que limita la llegada de emprendedores jóvenes a nuestro país  desde regiones como las de América Latina – se muestran como fundamentales para avanzar en esta senda.

Porque ante el riesgo de la despoblación y la falta de talento o emprendimiento en las zonas rurales de nuestro país, debemos hacernos algunas preguntas, ¿y si la respuesta fuera mirar hacia esos territorios ignorados como un espacio de innovación vinculada al patrimonio, al paisaje, al sosiego? ¿Y si cada pueblo se volviera centro de conectividad digital, creatividad, coworking y proyectos sostenibles que nacen del entorno?

Y es que, recibir nómadas digitales , emprendedores y startups internacionales no solo aporta talento: Atrae consumo, diversifica economía, mantiene escuelas abiertas y revitaliza el paisaje humano en una mezcla única y necesaria. Pero para que este flujo no sea episódico, hace falta voluntad: políticas activas, incentivos reales, conectividad real, acompañamiento, y la autenticidad de un proyecto de vida que responda al valor de esas tierras.

Pero además, porque la andaluza oliva, la castellana tierra árida, la gallega verde, la extremeña vasta… todas contienen también su propio talento latente, un escenario humano dispuesto a reescribir el declive que podría encontrar en esa nueva conexión global el combustible de la modernidad y la apertura en visiones únicas que dinamizarían los territorios.

En definitiva, hoy  España no se define solo por sus mares urbanos, sino por su capacidad de enlazar ciudad y campo con oportunidades. El talento no quiere solo una beca: exige libertad, conexión, sentido, espacio para crecer. Y lo rural, sabiéndose útil, puede ofrecérselo.

Quizá sea esa convicción la que cambie el nombre de la España vaciada por el de la España posible. Y Andalucía, si abraza esa apuesta, puede ser el crisol donde nazca esa nueva narración productiva, hermosa, justa y moderna, de la mano de quienes eligen no huir, sino construir desde abajo hacia un horizonte lleno de vida.

Toda abrir en nuestra país las puertas reales al talento, a la capacidad de innovación y al empuje latente del emprendimiento del mundo y en particular de quienes tanto se conectan con nuestra historia, de esa América Latina con la que debemos construir un relato iberoamericano que como los cantes flamencos de ida y vuelta, permitan construir un proceso de crecimiento compartido entre tierras y sueños.

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