Plutarco fue un historiador y filósofo de origen griego que vivió durante el Imperio romano ( finales del siglo I ). Su obra más conocida es " Vidas paralelas" donde compara ilustres personajes griegos y romanos emparejados por algunas similitudes en sus biografías que al autor le parecieron relevantes. Dada la fascinación que los discursos y las epístolas de nuestro presidente Pedro Sánchez me producen, he considerado de recibo homenajearle como se merece mediante un ejercicio que no aspira alcanzar la destreza de Plutarco sino simplemente ofrecer a los publicistas del PSOE un personaje histórico de su talla, una figura extraordinaria con quien compararle. Y este héroe no es otro que Robin Hood. Es, por hacer un somero recordatorio, un personaje del folclore inglés, un bandido generoso, un fuera de la ley que robaba a los ricos para acto seguido ofrecer su botín a los pobres y mitigar con ello sus penurias. Vivía escondido en el bosque de Sherwood cerca de la villa de Nottingham. Su peor enemigo era sin duda el sheriff de esa ciudad, que en nombre de Juan sin Tierra, el rey, esquilmaba a todo individuo que se opusiera a los edictos reales. Cuando el sincero, honrado y generoso Robin está a punto de casarse con su amada Marian los soldados del rey intentan prenderle pero nuestro diestro arquero logra huir con sus fieles amigos y compañeros que incluyen a un cura (que se hará llamar " Pequeño Juan") comenzando entonces una cruzada contra los ricos llena de emocionantes aventuras que han inspirado numerosos libros y películas.
Si a estas alturas no hemos comprendido el tremendo parecido entre las trayectorias vitales de Pedro Sánchez y Robin Hood es que estamos cegados por el fango que a diario vierten sobre el presidente la derecha, la ultraderecha, los jueces y las éltes corruptas que no se bajan de los innumerables Lamborghinis que circulan por nuestras calles y avenidas despreciando los coches eléctricos de producción nacional y el extraordinario transporte público que conecta las depauperadas clases medias y trabajadoras con sus mal pagados trabajos. En nuestra comparación debemos necesariamente cambiar el sexo del sheriff de Nottingham y la ciudad naturalmente ya que este villanesco papel sólo puede corresponderle a la malvada Isabel Diaz Ayuso, si bien su siniestro novio ha traicionada a la élite de los Lamborghinis y conduce un Masserati. Son diferencias insignificantes comparadas con los gigantescos parecidos de los protagonistas de nuestras vidas paralelas. Pedro y Robin, ambos pertenecientes a una élite de la que se distancian en beneficio de los más necesitados y que son por ello perseguidos y vilipendiados por los poderosos. Ambos son generosos y sinceros a carta cabal y jamás incumplen sus promesas caiga quien caiga. Los dos tienen sus enamoradas, Begoña y Lady Marian respectivamente, que son rastreramente perseguidas por esos corruptos conductores de Lamborghinis o por las perversas fuerzas del sheriff de Nottingham. El papel de Juan sin Tierra debería corresponderle a Puigdemont por su condición de desterrado pero dado que es republicano y antimonárquico el parecido resulta artificial y extraordinariamente forzado. Podría ser Abascal por la negrura de su corazón ultraderechista, xenófobo y machista pero no es poseedor de poder alguno y por tanto tampoco puede desempeñar el papel de rey malvado. Feijoo también queda descartado porque por ahora solamente se ha distinguido como forofo de las inyecciones vacunales aunque por ello bien podemos adjudicarle el oficio de portador de las flechas. El papel de "Pequeño Juan" se lo reservamos a la ministra María Jesús Montero, un verdadero prodigio aplaudiendo a nuestro Pedro-Robin cuando se enfrenta a los poderes malignos que habitan en Congreso (ya sabemos, la derecha, la ultraderecha y todo eso) en defensa de los más desfavorecidos.
En definitiva creo haber señalado los suficientes parecidos como para que me contraten de asesor presidencial en publicidad. Emplearía mi primer sueldo en la entrada de un Lamborghini para hacer rabiar a la malvada sheriff madrileña que prefiere otras marcas de automóviles de lujo. Por supuesto que mi Lamborghini sería eléctrico para poder entrar al Madrid central que haría las veces de bosque de Sherwood en espera de la subida de impuestos a los ricos, no vaya a ser que me pillen.