Me siento orgulloso y plenamente feliz de ser un hombre blanco heterosexual y me parece excitante manifestarlo públicamente ya que en los tiempos que corren esto se ha convertido en un acto de rebeldía.
Adoro mi masculinidad empoderada, mi virilidad, el color de mi piel y mis condiciones biológicas. Siento el poder sanador y la fuerza de mis ancestros hombres fuertes fluyendo por mis venas y presente en mi genética. Los honro a todos ellos y tomo su energía con plenitud y agradecimiento.
Adoro a mi mujer, me apasiona su feminidad. Me encanta cortejarla, seducirla, amarla, practicar sexo con ella, cuidarla y protegerla. Me siento plenamente realizado a tal efecto y en armonía con la naturaleza cuando así lo hago.
Me gusta arreglarme, cuidar mi alimentación, hacer deporte, vestirme elegantemente y cultivar mi intelecto. Me siento en total armonía con con todos mis rasgos masculinos, tanto físicos como psíquicos.
Reconozco, honro y doy también el lugar que corresponde a mi parte femenina, a mi sensibilidad y mi intuición porque ello aporta equilibrio a mi existencia.
Me provocan risa y mofa todos esos "hombres" acomplejados, pusilánimes y calzonazos que rechazan su propia naturaleza y se auto censuran por miedo a
ser señalados y excluidos, convirtiéndose en valedores del buenismo, la cultura woke y toda esa basura ridícula que les venden por televisión.
No pienso "deconstruirme", ni avergonzarme, ni renegar de mi masculinidad, del color de mi piel o de mi naturaleza jamás. Al contrario, prometo reivindicarla y manifestarla con absoluta naturalidad y orgullo allí donde vaya.
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