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¿Imaginan a la oposición ovacionando en pie a Pedro Sánchez en el Congreso?

25 de Julio de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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La imagen y los videos son elocuentes y hastaun poco emocionantes. Hace unos días tras cerrarse el acuerdo del consejoeuropeo en virtud del cual se dota de fondos a los países de la unión parahacer frente a las consecuencias de la COVID-19, el primer ministro italianoGiuseppe Conte al regresar a Italia fue recibido con una ovación cerrada en piepor parte de los parlamentarios. No solo los de su partido, también los de laoposición.

Eso es lo que ha pasado esta semana en Italia.Para que algo así suceda aquí es necesario que la oposición tenga un mínimo dealtura moral, o un bien un mínimo de inteligencia política. Ninguna de esascircunstancias concurre en España

Italia (Y España) se jugaban mucho en Europa,las negociaciones se han ido locutando en tiempo real, incluyendo las demandasy diatribas del primer ministro holandés, en representación más o menosexplícita de todo un bloque de países de la unión europea que defienden susintereses en detrimento de los de España e Italia en este caso.

El acuerdo no ha sido fácil, y ni se le puedeatribuir a Conte, ni tampoco a Pedro Sánchez. Ha habido bastante de Macron, ymucho de Ángela Merkel. Pero eso en este caso no es lo que me da que pensar nilo que más me llama la atención.

Tanto Conte como Sánchez han empujado cuantohan podido, han negociado hasta lograr decenas de miles de millones de euros.Si lo usual es que cuando cada cual negociamos unos miles de euros es que nosdejemos las uñas y la vida, apretemos, argumentemos, presionemos y hagamos detodo, háganse cargo del nivel de presión en una negociación global de cientosde miles de millones de euros.

En el caso español, el acuerdo está dotado–con diversas partidas y condicionamientos- con ciento cuarenta mil millones.Es decir, 140000000000 €. Esas cantidades la verdad es que marean bastante y noes fácil ponerlas en perspectiva. Para que se hagan una idea, si contásemos aeuro por segundo y empezáramos a contar ahora mismo, tardaríamos 4439 años enterminar de contar... haya por el año 6459 después de Cristo acabaríamos.Hagámonos pues cargo de que la importancia del acuerdo en lo económico, comopor supuesto también en lo político para el futuro de la unión europea, esmonumental.

Y la oposición italiana, que no tiene menosganas que la española de gobernar en lugar de Conte, y que no tiene mayorsimpatía por él que el PP por Pedro Sánchez, ha estado a la altura de laimportancia para su país, para su patria, de dicho acuerdo. Que perfectamentepodía no haberse producido o haberlo hecho en unas condiciones mucho peores.

Han estado a la altura y como correspondía,han aplaudido a su primer ministro –de todos los italianos e italianas– a lallegada a la sede de la soberanía nacional con un acuerdo bajo el brazo que esde una importancia capital. Dejando para otro momento las críticas a lanegociación o condicionantes del mismo, que seguro que las tendrán.

En España, sin embargo, el principal partidode la oposición, no solo no aplaudió, si no que ha afeado duramente la ovaciónque Pedro Sánchez ha recibido en el congreso, por todos los motivos que unopueda imaginar y expresamente por que el drama del coronavirus, hace que noestemos, dicen, para fiestas o aplausos.

Como si una cosa estuviera reñida con otra...como si la ovación de los balcones por la tarde a nuestro personal sanitariohubiera sido una “Fiesta”.  No puedoevitar imaginarme a Pablo Casado, con su peor cara, avinagrado y furibundo,regañándome, criticándome y diciéndome que estoy mofándome de los cadáveres delas víctimas y sus familias por aplaudir en esos momentos de dolor. Que no estáEspaña para “Fiestas”

Pero es que además de ser de ser profundamenteinmoral y rastrero utilizar cada segundo en criticar cuanto haga el gobierno deforma furibunda independientemente de lo que sea y de que lo haya hecho bien omal, es de una estupidez política inmensa.

El Partido Popular lleva mucho tiempo errandoconstantemente en sus análisis y en sus posicionamientos, en sus alianzas conCs y la ultraderecha fascista, en la forma en la que concurren a los comicios,y por supuesto, en su posición radical y absoluta de enfrentamiento acosoderribo golpeo y lenguaje golpista al actual gobierno. No solamente estánactuando de una forma rastrera e irresponsable, antipatriótica y traidora(Alinearse con la parte de Europa que se negaba a que hubiera fondos europeospara la reconstrucción en España, no cabe ser llamado de otra forma) Sino que ademásdecía de esa bajeza moral, no le va a dar ningún resultado electoral ypolítico. No va a “derrocar al gobierno” como dijo el presidente del mismo, niva a lograr nada que no sea aumentar la polarización, el odio y el disensoentre conciudadanos.

Pablo Casado e Isabel Ayuso, no van a obtenerréditos electorales de su estrategia. Atenazados y cautivos de la extremaderecha. Replican su discurso, se alinean con sus ideales y calcan suestrategia en un intento de recuperar el poder y los votos de su escisión,perdiendo por el camino todo voto que hayan obtenido que no esté de acuerdo consemejante actitud.

Yo tengo muchísimas amistades que solo puedencalificarse con el adjetivo conservadoras, y hay millones de personas en Españaque han votado al señor Casado y al Partido Popular. Y de verdad que no semerecen tener semejante energúmeno al frente. Furioso, encolerizado y exaltadoconstantemente ante cualquier cosa que haga el gobierno de nuestro país. Daigual lo que sea, da igual que lo haga mejor o peor, que de todo habrá.

Eso es harina de otro costal, y bien se puedey debe de analizar en profundidad. La capacidad de obrar del primer ministroitaliano y de Pedro Sánchez no era mucha. Mucho de lo negociado estaba ya casicerrado, habrá contrapartidas a Holanda y los países de su bloque. Los fondosno vendrán sin alguna reforma o cambio en los procederes del gusto del norte deEuropa y un largo etc. Eso es así, pero no hablo de eso hoy aquí. Hablo de unaoposición permanentemente instalada en la rabia, en el lenguaje y la retóricagolpista, en la acidez y en la destrucción sistemática de cuanto se haga o sediga que no pase por su inmediata vuelta al poder.

De una oposición que además no va a lograr losobjetivos que persigue usando esas vergonzosas herramientas, aunque haga undaño terrible a la convivencia por el camino.

De una oposición, en resta, indigna de sus votantes, indigna de su país, e indigna del siglo XXI.

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