Quienes hemos hecho la mili como en mi caso 18 meses, reconocemos que fue un tiempo perdido. Pero recientemente, el exsecretario general de la UGT Cándido Méndez, hizo unas declaraciones exponiendo la necesidad de recuperar la mili, por que según él “en España se nos está deshilachando la identidad nacional”. Exponiendo prácticamente lo mismo que el PP y Vox, al menos no lo hizo expresándolo en sus mismos términos: “el Gobierno está rompiendo o destruyendo a España”. Ya nos podemos imaginar en manos de quien estuvo la UGT.
Adornó esas declaraciones, manifestándose en contra de la financiación de Cataluña, en la línea expuesta por García Page, Lamban y algunos otros dirigentes del PSOE. No ha tenido reparos en intervenir, en los programas televisivos de la reaccionaria emisora 13 TV, perteneciente a la Iglesia Católica.
Ese fue básicamente su argumento y, sin embargo, no se ha parado a meditar y exponer (siempre que estuviera de acuerdo que lo dudo), que precisamente, la mili existe y está sustentada (la clase de tropa), por jóvenes de familias humildes y sin apenas estudios, ni oportunidades para poder afrontar su futuro con un mínimo de garantías. En consecuencia, han encontrado en el ejército profesional su fórmula de subsistencia.
Eso es muy injusto, pues significa que los jóvenes de familias ricas y pudientes, no tienen necesidad de hacer la mili y en caso de hacerla, es a través de la Academia General Militar del Ejército de Tierra en Zaragoza. La Escuela Naval Militar de Marín-Pontevedra y la Academia General del Aire de San Javier-Murcia respectivamente. Por regla general, muchos padres de estos alumnos, son o han sido igualmente militares de graduación y pasando por el mismo proceso.
La reforma de la mili contemplaba en 1992 con el Gobierno de Felipe González que, fuera mixta con el 50% profesional y el otro 50% de reemplazo. Posteriormente tuvo un trámite que se inició en 1996, y la implantó exclusivamente profesional José María Aznar en 2001, mediante acuerdo con Convergencia i Unió.
Con el argumento de defender sus fronteras, los países se dotan de ejércitos y le imprimen sus “propios sellos”, como es el caso de Suiza país que, siempre se ha caracterizado por su neutralidad ante cualquier guerra o conflicto. Sin embargo, sólo cuenta con el 5% de militares profesionales. Dos tercios de sus jóvenes son considerados aptos y entre los 19 y 34 años, reciben un entrenamiento militar básico que dura entre 18 y 21 semanas. Las empresas subvencionan la formación militar de sus empleados. El resto realizan servicios alternativos.
Suiza es un país eminentemente democrático y muy participativo, como lo demuestra la fórmula frecuente de consulta a la ciudadanía, mediante referéndums y la estructura y funcionamiento de su ejército, es una prueba de ello y ejemplo a imitar por otros países.
Pero el único país que realmente da ejemplo por no tener ejercito es Costa Rica, pues después de sufrir una guerra civil lo abolió hace 75 años. Teniendo muchos países a su alrededor con tantos conflictos, se viene destacando por su paz, tranquilidad y bienestar.
Es evidente, lo injusto de que el Ejército español tenga que estar sustentado por jóvenes de familias humildes y mientras tanto, los “muy patriotas” como es el caso del parasito y fascista Santiago Abascal, evaden realizar ese deber "tan patriótico”.
En este sentido, fue bastante aleccionador el documental muy galardonado del cineasta norteamericano Michael Moore sobre la Guerra de Irak, y en el que demostró que, a la misma enviaron soldados estadounidenses de familias pobres, o de minorías raciales como negros o hispanos. En una sesión en el Capitolio y a su salida, preguntó a los congresistas quienes tenían a sus hijos combatiendo en esa mencionada guerra y sólo uno le contestó positivamente.
Significa que las guerras las padecen la población civil y fundamentalmente, es protagonizada por jóvenes del extracto social con más pobreza y vulnerabilidad.