Con la reciente aprobación del nuevo pasaporte de vacunas de la Unión Europea se deduce que los organismos que lo han permitido consideran (o al menos lo parece) la vacunación como única forma de inmunización. Es decir una puesta en práctica del principio del tratado de pandemias de la OMS: “Una única salud” lo que se puede traducir como una única forma de entender la salud, algo en mi opinión muy peligroso.
Pues bien, como médico naturista, como filósofo y simplemente como ser humano que trata de utilizar el sentido común voy a tratar de explicar a los responsables sanitarios, que ocupan puestos de decisión que nos afectan a todos, que no hay ni debe de haber una única forma de entender la salud. Después de siete décadas de vida en este planeta tengo que decir que a parte de las dos o tres vacunas de la infancia solo recibí una dosis de una sola vacuna más cuando realicé milicias universitarias. Tuve una reacción secundaria muy desagradable y ya no me pusieron las otras dos dosis que inyectaban entonces. Desde entonces no he recibido ni una sola vacuna más ni suelo medicarme, si no es mediante dieta, plantas medicinales, complementos dietéticos, ayuno, vitamina C y algunas vitaminas más. Por lo tanto si después de tantos años mi sistema inmunitario me ha defendido con absoluto éxito de los “peligrosísimos” y múltiples virus, exosomas, priones, haptenos, antígenos, gérmenes y bacterias que nos rodean, no tengo más remedio que tener confianza en la naturaleza humana y en sus mecanismos de defensa. A estas alturas la Unión Europea pretende encasquetarme un carnet para inyectarme las dosis vacunales que “ellos y ellas” consideren oportuno. Y si me niego ¿no me dejarán por ejemplo viajar aunque tenga un estado de salud envidiable?. ¿Y si yo, bajo mi exclusiva responsabilidad, decido seguir confiando exclusivamente en mi inmunidad natural?. ¿No tengo derecho?. Se trata de dos formas de entender la salud muy distintas. Una mediante un mecanismo natural y otra mediante inyecciones de varios tipos con graves efectos secundarios en muchas de ellas. Lo lógico es que las autoridades sanitarias permitan elegir a los ciudadanos qué tipo de inmunidad prefieren. Y si eligen las inyecciones de vacunas o cualquier otro tratamiento, que se haga con la debida prescripción del médico que debe de saber en que casos se puede recomendar o no dicho tratamiento. Y seguidamente que se exija el necesario consentimiento informado (muy bien detallados los efectos secundarios y las reacciones adversas posibles) para que los pacientes puedan decidir por sí mismos con absoluta libertad si quieren asumir los efectos de cualquier tratamiento o no. Es completamente irracional y absurdo exigir consentimiento informado para la depilación láser y que no se exija para inyectar algo en sangre. Hasta cierto punto yo vería lógico que para viajar o en ciertas ocasiones, por ejemplo, se pidiera un certificado de no padecer enfermedad infecto-contagiosa, como los certificados que se hacían antiguamente y que yo mismo efectué. Pero… ¿exigir carnet de vacunación?. ¿Pedirán también luego un certificado de no padecer efectos secundarios de las vacunas Covid-19 por ejemplo (miocarditis, infartos, ictus, herpes zoster, reactivación de tumores, etc..?. Esto es un absurdo. Como si la vacunación fuera el único tratamiento posible para prevenir o tratar infecciones. Esta visión reduccionista de la prevención o tratamiento de las infecciones es absurda y peligrosa si llevara a la conclusión de una vacunación obligatoria que estaría en contra de todos los tratados internacionales de derechos humanos, así como en contra de la Constitución. ¿Quién se haría responsable de los efectos secundarios de dichos tratamientos si fueran obligatorios?.
Para documentar mi posicionamiento voy a hablar brevemente de la inmunidad natural y de la inmunidad artificial. La inmunidad natural o congénita consiste en la reacción del organismo frente a un cuerpo extraño de cualquier naturaleza. La reacción inflamatoria que aparece puede producir fiebre, malestar general, aumento en la producción de anticuerpos, etc., y la mayoría de las veces finaliza este proceso con un éxito absoluto solo con reposo, hidratación, paños de agua fría en la frente, o algún antipirético natural en muchos casos. Yo de pequeño padecí por ejemplo de sarampión y ya no he vuelto a padecerlo.
En el caso de la inmunidad artificial se estimula el sistema inmunitario con gérmenes atenuados para que cuando aparezca dicho germen el organismo ya tenga anticuerpos para defenderse. Aparentemente esta idea parece buena si no hubiera sido innecesaria en la mayoría de los casos de enfermedades infecciosas como demuestran los trabajos de Thomas McKeown. Esta idea de Jenner descubierta en las vacas (de ahí vacuna) dio lugar a la teoría instructiva de Haurowith, una de las dos teorías fundamentales que tratan de explicar como funciona el sistema inmunitario y que es la más conocida y por lo tanto aceptada. Es decir que el antígeno informa al linfocito, el cual produce el anticuerpo que se dirigirá contra el antígeno para neutralizarlo. Pero existe otra teoría poco o casi nada conocida, y por lo tanto casi no considerada, que es muy interesante y es la denominada teoría selectiva de Burnet. Según esta segunda teoría el sistema inmunitario produce clonos celulares con receptores en su superficie capaces de reaccionar con todos los antígenos posibles que existen en el universo. El antígeno selecciona a las células adaptadas a él que le estarán esperando produciéndose la reacción inmunitaria (1).
Por lo tanto, señores responsables sanitarios yo les sugiero que estudien profundamente estos mecanismos y que confíen mucho más en la naturaleza humana y sus capacidades defensivas. Por otra parte, en las mejores revistas médico-científicas, se reconoce claramente la superioridad de la inmunidad natural frente a la inmunidad artificial mediante vacunas como por ejemplo en el caso reciente del supuesto Covid-19. En The Lancet se reconoce que la inmunidad natural es muy superior a las mal llamadas vacunas de ARNm contra el Covid-19, en un artículo de Brenda Baletti. En la revista Ciencia y Tecnología los CDC confirman que no tienen ningún registro de casos con inmunidad natural que se hayan vuelto a reinfectar o que infecten a otros. En Life Site News se afirma que “Los estudios han encontrado que la protección contra Covid inducida por la vacuna disminuye alrededor de 6 meses (o potencialmente antes).” Un estudio reciente de Yale admitió que la inmunidad natural dura 3 veces más. En el Brownston Institute 106 estudios revisados por pares afirman el poder de la inmunidad natural contra el Covid. Las personas que estaban completamente vacunadas, pero que no habían sido previamente infectadas, tenían una probabilidad significativamente mayor de experimentar una infección por Covid-19 que las que habían sido infectadas previamente y luego se recuperaron de la enfermedad. Un estudio israelí “explosivo” encuentra que la inmunidad natural de una infección previa por Covid-19 es muy superior a la vacunación. La investigadora sueca Charlotte Thalin dijo a la Revista Science que este es un “ejemplo de libro de texto de cómo la inmunidad natural es realmente mejor que la vacunación.” En la Revista Science apareció un estudio, dirigido por Tal Patalon y Sivan Gazit, donde se afirmaba que las personas vacunadas en enero y febrero tenían en junio, julio y la primera quincena de agosto, entre 6 y 13 veces más probabilidades de infectarse que las personas no vacunadas que ya habían sido infectadas por el coronavirus. En un análisis en el que se compararon más de 32.000 personas del sistema sanitario, el riesgo de desarrollar Covid-19 sintomático era 27 veces mayor entre los vacunados y el riesgo de hospitalización 8 veces mayor. Otro estudio de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, publicado por la Revista Nature, revela que las personas que han padecido el Covid-19 de un modo leve mantienen células inmunes en su organismo meses después de haberse recuperado y que bombean anticuerpos contra el virus. Una protección que, además, podría persistir durante toda la vida. Una idea compartida por el profesor asociado de patología e inmunología y de microbiología, Ali Ellebeay, cuando afirmaba que “Encontramos células productoras de anticuerpos en personas 11 meses después de los primeros síntomas. Estas células vivirán y producirán anticuerpos por el resto de la vida de las personas.” La inmunidad duradera frente al Covid-19 se mantiene en la médula ósea (2).
En cuanto a la inmunidad artificial mediante vacunas son interesantes los trabajos de Thomas McKeown donde se demuestra que el aumento de la vida media de la población occidental no se debía a los tratamientos médicos, sino a los avances en la agricultura y a la mejora de la alimentación de la población. Y además se dio cuenta de que en las gráficas de la evolución en el tiempo de casi todas, o en todas las enfermedades infecciosas, las campañas de vacunación o de tratamientos se aplicaron cuando ya casi no había mortalidad significativa en cada una de ellas (3).
Y que decir de las mal llamadas vacunas de ARNm con los graves problemas que producen y ya se reconocen . Y los trabajos publicados donde se estudia una posible relación entre el aumento de la mortalidad a partir de las campañas de vacunación del Covid-19 o la producción de los graves efectos secundarios como miocarditis, pericarditis, infartos, ictus, reactivación de herpes zoster o de cánceres latentes. A este respecto es absolutamente recomendable el libro de la gran especialista en ARNm, la Dra. Alexandra Henrion Caude, titulado Los aprendices de brujo (4).
De todo lo expuesto hasta aquí se deduce fácilmente que si es mejor la inmunidad natural que la inmunidad artificial y si las vacunas producen lesiones y en muchos casos es peor el remedio que la enfermedad, ¿qué sentido tiene la vacunación?. Y por lo tanto ¿qué sentido tiene el carnet de vacunación?. Eso sin hablar de lo ilegal que es ceder los datos médicos personales de salud a vete a saber quien te pueda pedir dicho carnet. Es mi deseo que la experiencia piloto en los pobres cinco países que les ha tocado la mala suerte de ser conejillos de indias, sirva para reconocer su inutilidad y echen para atrás dicho proyecto de carnet europeo de vacunación. Invito a las autoridades sanitarias a que entiendan la medicina preventiva no como tener muchas vacunas ni muchos medicamentos además supercaros, sino insistir en el modo de vida sano a base de una buena alimentación, que prohíban la gran cantidad de tóxicos que se emplean en la agricultura, en veterinaria, que no permitan los OMG (organismos modificados genéticamente) aunque sea simplemente por el principio de precaución. Que utilicen cierto grado de sensibilidad para comprender que comer gusanos o insectos resulta para muchos de nosotros asqueroso. Que potencien una vida sana, los productos biológicos, el ejercicio, la meditación, las medicinas naturales y terapias no violentas.
Y para terminar señores responsables sanitarios: dejen ya de decir que según la edad aumenta el riesgo y son necesarios tratamientos como vacunas, fármacos, etc…, porque es justo al revés. Ya que si una persona ha llegado sana y no hipermedicada a los 65 o 70 años es porque su sistema inmunitario ha cumplido perfectamente su función de protección y está incluso más inmunizada que muchas personas más jóvenes. Esto es de sentido común. Otra cuestión es que dicha persona mayor esté enferma y con múltiples patologías que por otra parte están producidas por el abuso de fármacos que dan lugar a sinergias de potenciación y a antagonismos competitivos. Pero ser mayor no significa necesariamente estar en un grupo de riesgo. Una persona de 40 años que no se cuide es de mayor riesgo que una persona mayor que cuide su salud. ¿Ven como no hay una sola forma de entender la salud ?.
- Francisco T. Verdú. Inmunología y Medicina Natural. Revista Cuadernos de Simbología y Naturismo. Nº 1. Valencia, 1986.
- Francisco T. Verdú. Educación para la salud y la inmunidad natural. Video Youtube.
- Thomas McKeown. El aumento moderno de la población (1976). Los orígenes de las enfermedades humanas (1988).Wikipedia.
- Alexandra Henrion Caude. Los aprendices de brujo. Ed. La esfera de los libros. Madrid, 2023.