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Inteligencia artificial: Herramienta para potenciar la nueva Ley de Contratos del Sector Público

13 de Julio de 2025
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Inteligencia artificial: Herramienta para potenciar la nueva Ley de Contratos del Sector Público

Probablemente habrán observado en estos días una acumulación inusual de noticias judiciales relacionadas con las obras públicas. Esta mañana, quizás por primera vez, el Gobierno y este analista han coincidido en un punto que podría beneficiar a España: la necesidad urgente de frenar la gangrena económica de los sobrecostes y corruptelas en la contratación pública, especialmente mediante el control de los famosos modificados de obra.

Mientras en el Congreso se discuten otras urgencias: Hay una que sigue pasando desapercibida: la del dinero que se escapa sin control por los sobrecostes públicos.

Los sobrecostes en infraestructuras se han convertido en un mal crónico en España. Hoy, sin entrar en polémicas políticas, debemos subrayar algo importante: en el punto 3 de su intervención en el Congreso, el presidente Sánchez anunció la introducción de herramientas de inteligencia artificial en la plataforma de contratación del sector público. El objetivo: detectar patrones anómalos o indicios de fraude. Coincidimos plenamente con esa idea, que ya teníamos previsto proponer.

El resto del paquete legislativo parece ser, de nuevo, viejo maquillaje sobre estructuras que no han resuelto nada.

Volvamos a lo esencial:

Ante la intervención presidencial, este analista se ha visto obligado a intercalar la mencionada intervención del presidente y el presente Texto, “ya en imprenta” y quizás, hasta cansina reiteración del problema del que suscribe. durante años.

¿Se han preguntado alguna vez cuánto nos cuestan realmente las grandes obras públicas?  No, lo que se dice en las ruedas de prensa, sino lo que terminan costando cuando —si es que llegan— finalmente se inauguran.

La respuesta es clara: casi siempre, muchísimo más. Y ese "muchísimo más" no aparece en los titulares, pero sale de sus impuestos, de su bolsillo, del de todos.

Obras emblemáticas, autopistas, estaciones, edificios… que nacen con presupuestos razonables y terminan disparándose sin control. Y lo más preocupante es que lo hemos acabado aceptando como si fuera algo inevitable.

Veamos solo tres ejemplos conocidos:

  • Cidade da Cultura (Santiago): de 100 millones a más de 300.
  • Ciudad de las Artes y las Ciencias (Valencia): de 400 millones a más de 1.200.
  • Estaciones AVE en 12 ciudades: solo en sobrecostes, +11.738 millones de euros.

Y, la historia se repite: en Madrid, en Galicia, en la Comunidad Valenciana, en Andalucía… Gobierne quien gobierne. No es un problema de color político, es un problema estructural.

Se habla de "imprevistos", "modificaciones inevitables", "problemas técnicos"... pero muchas veces detrás hay una mala planificación, desconocimiento técnico, o intereses que no se explicitan.

Y nadie responde. Nadie asume responsabilidades.

En los años 2017-2018, la CNMC cifró en 48.000 millones de euros los sobrecostes generados por falta de competencia en licitaciones. Más tarde, otras estimaciones —no oficiales— hablaron de cifras que podrían llegar a los 150.000 millones. Algunos estudios incluso apuntan a una horquilla de entre 60.000 y 240.000 millones.
Pero lo más grave es que ni siquiera las propias Administraciones conocen con certeza cuánto ha costado este descontrol.

¿Hay solución? Sí. Pero exige voluntad política y herramientas modernas.

La Inteligencia Artificial puede ser ese punto de inflexión. Ya no es una promesa: hoy puede analizar millones de datos, detectar adjudicaciones sospechosas, comparar precios entre licitaciones, señalar anomalías, y emitir alertas en tiempo real.

Pero no basta con tener la tecnología. Hay que querer usarla. Y hacerlo con transparencia.

Desde aquí, lanzamos una advertencia: si seguimos tolerando este despilfarro, el dinero seguirá desapareciendo por canales invisibles. Y los que pagamos, seguiremos siendo los mismos: usted, yo, todos.

Los sobrecostes no son una maldición inevitable. Son una herida abierta que puede y debe ser tratada. La tecnología existe. La solución es posible. Lo que falta es desear aplicarla.

Mientras tanto, cada euro que se “esfuma”, nadie lo devuelve.

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