Es la interacción entre culturas, el diálogo entre ellas. Con ella se aprende la identidad cultural de cada individuo, porque somos diferentes. No hay culturas dominantes, unas mejores que otras. La interculturalidad rechaza las relaciones de poder y la exclusión entre culturas. Con ella pensamos horizontalmente y no verticalmente. No puede haber asimetría entre culturas.
Lo que sí hay es contextos socioculturales diferentes. Esto es lo normal. La diversidad nos extraña, cuando la contemplamos. Nos gusta o nos molesta. La primera vez que yo viajé a Alemania con un grupito de amigos españoles fue por los 90. Todo nos extrañaba. Bajábamos unas escaleras mecánicas por la derecha. Y dos niños subían jugando y se nos echaron encima. Tuvimos que retirarnos para no chocar.
Cosas de niños, nos dijimos, pero la bronca les llegó inmediatamente por parte de su madre. Los agarró y colocó a la izquierda, ya que subían. Y tenían que ir siempre por la derecha. Los chicos parecían avergonzados. Le dijimos que no tenía importancia. Dijo que sí y mucha.
Otra cosa que nos resultaba admirable es que en las plazas y por la calle no había colillas, ni cigarrillos tirados. Papeles, tampoco. Estaban completamente limpias. ¿Realmente daban ganas de caminar?
En El Plural acaban de entrevistar a Sandra, una española (spanish), que vivió en Oklahoma. Luego cambió a Miami. La foto presenta a una mujer de lo más extraño y llena de desconcierto a las señoras estadounidenses. Y a todos los que la veían.
La miraban con mucha fijeza. Y no se creían que fuera española, porque tiene los ojos azules y el pelo rubio En Latinoamérica no hay gente así, decían. Claro que no, pero España tampoco es Latinoamérica.
Ah, siguen, pertenecéis a Europa. Entonces ¿habláis francés? ¿Y os entendéis en esta lengua? Pues no, les corrige. Los ingleses hablan inglés. Y los españoles, español. ¿Y por qué os entendéis con los mexicanos? Porque ellos hablan también en español. ¿Estos no hablan el mexicano? Geográficamente, no saben situarse.
Allí tenéis los toros bravos sueltos por las calles. No, ¿quién os dicho eso? Qué disparate. ¿Ahora que has llegado al primer mundo, cómo te sientes? ¿Te sorprende ver muchos coches por la calle? España también pertenece al primer mundo. Y hay demasiados coches. También tenemos desarrollo tecnológico genial.
¿Y allí coméis hamburguesas? ¿Te vamos a llevar al McDonald's? Alucinarás. Nosotros también tenemos comida rápida, que no es la mejor. No habréis oído hablar de dieta mediterránea. Esta sí que es buena
Ah, española, me encanta, dijo otra. Yo voy todos los veranos de vacaciones a Cancún. Qué burradas cometen. No saben que en Europa hay una gran diversidad de idiomas y geografías. Se encuentran muy desconcertadas. Parece que es como si solo comieran hamburguesas. En mi barrio vivía un estadounidense, casado con una asturiana. Cuando le preguntábamos qué comía solo contestaba que hamburg y bebía beer. Llevaba aquí muchos años. Y el español lo hablaba fatal, pero no le importaba nada.
A aquellas chicas solo les impresionaba que hubiera toros sueltos por las calles y el hecho de que pudiéramos vivir con esto Tenían muchos prejuicios y percepciones importantes y negativas sobre España. Eran estadounidenses. ¿Qué pasaría con la gente de la llamada América profunda? ¿Para qué hablar de la complejidad cultural de España? Esto ni les sonaba.
La comprensión entre culturas es, pues, muy deficiente y el concepto que tienen de España es la de un país muy poco desarrollado. Menos mal que no les habían hablado de Franco que si no…
Nosotros también tenemos culpa. Hacen falta más Institutos Cervantes en el extranjero y en Estos Unidos especialmente, pero apenas exportamos nuestra cultura, que posee un gran valor y no nos interesa como una mínima parte del sector económico. Esta labor es imprescindible. Merece la pena contratar a profesionales que se ocupen de esto.