Juan Carlos I había pasado a ser un problema del pasado para la Moncloa y la Zarzuela, pero su reaparición en forma de querellante por partida triple le sitúa como protagonista. Además, ambienta el año en el que se conmemora el 50 aniversario de la muerte de Franco y el inicio de su mandato como jefe del Estado.
La primera sorpresa ha sido la demanda contra Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, por haberle calumniado gravemente en declaraciones a los medios entre 2022 y 2025. El juzgado ha fijado para el 16 de mayo un acto de conciliación entre las partes, y si no hay acuerdo se abrirá el procedimiento judicial. El rey emérito reclama 50.000 euros al presidente del Partido Regionalista de Cantabria por vulnerar presuntamente su derecho al honor. ¿Por qué ahora ha tomado esta decisión Juan Carlos?
Aún ha descolocado más que inicie acciones contra Corinna Larsen, su examante, y contra el abogado suizo Dante Canónica, que había dirigido la fundación panameña Lucum, a través de la cual Juan Carlos ocultó los 64,8 millones de euros que en 2008 recibió como regalo. Parecería contraindicado empezar un melón tan delicado para el propio emérito: se ha demostrado que ese dinero se escondió a la Hacienda española y no se ha confirmado su origen. Ni la Fiscalía suiza ni la española han podido determinar que provinieran de comisiones ilegales, presuntamente vinculadas a la construcción del AVE a La Meca.
La Fiscalía helvética investigó, y exoneró a Corinna, Canónica y Arturo Fasana, antiguo gestor del patrimonio del emérito en el extranjero, por ese dinero, que en el 2012 Juan Carlos dio a la que era su amante en aquel momento. Aquí está el conflicto: Corinna siempre ha defendido que fue un obsequio irrevocable y el emérito no ha logrado que se los devolviera. Con la ayuda del exdirector del CNI, el emérito inició una maniobra de extorsión que cristalizó en una demanda por acoso que en octubre del 2023 la justicia británica archivó.
Medios en Madrid en contacto con el entorno del emérito explican que tras las motivaciones debería dotar de una almohada económica a sus hijas, Cristina y Elena. Hace unos meses El Confidencial explicó que los tres habían constituido una fundación en la que podía gestionarse patrimonio. Más allá de eso, lo que religa todos estos movimientos de Juan Carlos, aunque impliquen remover actitudes reprobables y incluso delictivas si no hubiera sido por su inmunidad.
Es precisamente la impunidad de la que goza. Apartado como está de la vida familiar y pública, a kilómetros de distancia de su país, considera que no tiene nada que perder y bastante dinero que ganar. Hay voces en el Congreso que ven un acto intimidatorio, un Capricho borbónico de querer morir blindando su reputación. Este 2025 el gobierno español y Felipe VI celebrarán los cincuenta años de monarquía parlamentaria sin su principal enemigo.
Les invito a ver la entrevista al juez José Castro, en el programa de TV “Malas Lenguas”, donde opina del supuesto honor de Juan Carlos y la opinión que le merece.
Con todos mis respetos, opino que lo dicho, sin pelos en la lengua por Miguel Ángel Revilla, es lo que opina la gran mayoría de los ciudadanos de este país. Parece que hasta ahora su honor le había interesado bastante poco, entonces, ¿Ha que viene ahora querer reestablecerlo por solo 50.000 euros?