José Luis Escañuela Roman

Julian Assange y Puigdemont

18 de Marzo de 2024
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Assange

Muchos piensan que la caza de brujas de Mac Carthy terminó en 1.954 cuando el congresista fue reprobado por el Congreso USA.

Otros lo ubican en el momento en que éste se abrazó al alcohol, que, como esquirlas en las nalgas, es fiebre helada.

Aquello fue un laberinto en el que se cruzaron delatores como Elia Kazan y genios como Chaplin. Héroes como Kirk Douglas o el guionista que cambió el final de “El puente sobre el rio Kwai”.

Las guerras perdidas han seguido exterminando librepensadores y matando a sus centinelas. Es el caso de Lillian Hellman, perpetuadora de la memoria de la Duquesa Roja.

En la noche artificial que procuran los postigos, ya solo luce Chomsky.

El lingüista que se topó con los barrotes de Nixon, tal fue el precio de su oposición a la Guerra del Vietnam.

El autor de los “Guardianes de la Libertad” sostiene, con toda razón, que el 80% de los ciudadanos carece de ningún control en las decisiones políticas o económicas, detentadas por la élite.

Aquí “mismamente” resulta un sarcasmo que Pedro Sánchez atribuyera al IBEX 35 y a PRISA su defenestración por Susana Díaz, para acabar situando en el sillón del “periódico independiente de la mañana” a Barroso. Ese inquietante personaje que “animó” la crucifixión de Carme Chacón por Rubalcaba, para exiliarse a continuación frente al malecón donde otrora retratara Korda al Ché Guevara.

Julian Assange se encuentra a unos centímetros de su extradición a EEUU. Ningún Tribunal ha amparado la violación del espacio consular donde permaneció una década de su existencia. Ese espacio del “gran hermano”, donde una empresa jerezana filmó por encargo fluidos varios.

En España, sus revelaciones condujeron a Rodrigo Rato a prisión; y a Blesa al sendero del Padre, tras su suicidio en la Córdoba donde yace extraviada la memoria de Julio Anguita.

Ninguno de sus valedores –Aznar y Botella entre ellos- tuvieron la decencia de acompañar al caído Blesa en su despedida. Y eso que los tanatorios son semilleros de negocios, que hasta los ataudes son los violines del mañana..

La izquierda –cuya última esperanza europea fue Lafontaine- ha inventado el trueque, o sea igualdad por casitas en El Caribe. 

A Assange, solo le espera un tímido rayo de sol en el Guantánamo de turno de alguna prisión americana, donde nadie hablará de él cuando haya muerto.

Y aquí, aun nos queda la epopeya de Puigdemont, a la que apenas envilece el maletero como refugio. 

La convocatoria de las elecciones autonómicas en Catalunya sí que suponen un punto y final.

Porque aquí cuela todo. Desde las tabernas de Ayuso, hasta la la amnistía.

Pero ni los jueces, ni la monarquía tolerarán otro referendum de autodeterminación. 

Ni Companys, ni Tarradellas, ni lo del futurible Molt Honorable Puigdemont, compiten con la sangre borbónica. 

Así las cosas, angustiado por un presentimiento y un pálpito, me da que Felipe VI, el narcolepsico de ojos azules impertubables, se internará en el bosque junto a Marchena y acólitos, detrás de la ira del oso.

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