24 de Enero de 2019
Actualizado el 02 de julio de 2024
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En esta sociedad mercantilista y consumista impera el tengo o gasto luego soy. El trato preferencial en función del dinero que se tenga, la consideración por haber acumulado capital, la denominación de éxito al logro de ganancias económicas, habla de una visión muy precaria y de no darse cuenta de que eso lleva solo a la seguridad material y a la satisfacción de necesidades y antojos, pero no a la conquista de uno mismo, a la libertad emocional, y a la sabiduría que es imprescindible para una felicidad real.Pensar que el estado de bienestar va a conformar personalidades pacíficas, armónicas y creativas sin el alimento de la cultura psicológica y espiritual, es un absoluto imposible.La sociedad materialista lleva a un continuo desear más cosas, y a tener más problemas con las cosas que se tienen que se han de cuidar, y uno termina poseído por las posesiones y disfrutando poco de ellas.Hace falta una educación para utilizar mejor el móvil que más gigas tiene, que es nuestra propia mente. Y educarla para que reaccione de forma que no nos torture y nos haga lo más feliz posible, sabiendo, lo primero, que toda vivencia y toda concepción, menos la sensación de ser, son una interpretación, y esa interpretación se puede cambiar. Vivimos totalmente en un mundo mental en la que la relación con los objetos y los sucesos es meramente referencial, aparentemente nos inducen una sensación, una emoción y un estado, pero en realidad, nos lo hemos provocado a nosotros mismos. Existe una componente cultural en la forma que pensamos, e incluso innata, pero somos el rey de nosotros mismos en última instancia.La manzana del árbol del bien y del mal, es ese objeto que promete una felicidad mayor. Y claro que el goce sensorial es satisfactorio, el afectivo también, y el intelectual, el reconocer la belleza de las ideas y los conceptos, pero no nos podemos perder en querer más de forma infinita, tiene que llegar un momento para saber y para y contemplar nuestro ser reflejado en el agua de la vida. Lo que dará un sentido nuevo a la existencia, y nos daremos cuenta que la búsqueda ha acabado, y entonces empieza la verdadera vida, que se convierte en un afán de dar, y de una capacidad de fluir con menos resistencias, nuestras cadenas se han soltado, y nuestra alma canta ya para siempre su libertad y su matrimonio con lo real, su amor elevado y satisfecho en su recuerdo y en su evocación, entonces los sucesos y objetos, ellos mismos, se han bajado del trono, y ocupan el sitio que les corresponde como vasallos, nunca más como señores. Hace falta valor para esto, y desembarazarse de contenidos culturales y paradigmas que nos mantienen en la niñez, y atados a la tierra, sin dejarnos volar, sin poder ver al sol como a un compañero de juegos.La insatisfacción flota sobre el mundo como una nube negra, pero paradójicamente, ella misma lleva fuera del sufrimiento que provoca, por saciedad aburrida o por hastío de no logran acallar el grito en el interior que produce, finalmente, saltamos por encima de ella, como enormes gigantes, y encontramos la paz.La madurez se va produciendo en gran medida, por ser feliz con lo que tengo aunque aspire a algo más. Es posible que algunas situaciones requieran un aporte de logro para salir de una situación que colapsa al alma o impide el desarrollo, pero normalmente, éstas, tienen su tiempo adecuado para de gusano pasar a mariposa de brillantes alas que vuela en libertad, y solo hace falta trabajo, esperanza y paciencia.
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