El matemático, físico y astrónomo estadounidense Frank J. Tipler, profesor de la Universidad de Tulane en Nueva Orleáns, ha demostrado la factibilidad de la Resurrección en su revolucionario ensayo “La física de la inmortalidad” (1). Este libro profunda y extensamente documentado, nos describe con detalle en su introducción todas las teorías sobre la vida ultraterrena predichas por las grandes religiones del mundo y su posible semejanza con el cielo en la física supermoderna. Partiendo de su ateísmo racionalista, a modo de los filósofos Hume y B. Russell, no acepta ninguno de los milagros establecidos por el cristianismo, afirmando que ya ni parte de los teólogos católicos más importantes, como Küng y Schillerbeeckx, creen que Jesucristo resucitó. Junto a ellos piensa que este hecho pudo deberse a una alucinación colectiva transformada por la leyenda.
Sin embargo, en su texto de seiscientas páginas -- doscientas de ellas de apéndices con demostraciones matemáticas -- que recomiendo a los estudiantes de ciencias y filosofía, Tipler expone una nueva teoría deísta, con base en la física cuántica y relativista, confluyente con la del Punto Omega del jesuita Pierre Teilhard de Chardín. Se fundamenta, apoyándose en el modelo de la Complejidad de Kolmogorov (2) y en la Cota de Bekenstein (3), en que todo el conocimiento del Universo visible (partículas y fenómenos) puede alcanzar una información monstruosa pero limitada (del orden de diez elevado ciento veintitrés bits). Como comparación, un libro normal puede codificarse con diez elevado a siete bits y el cerebro humano con diez elevado a quince bits.
¿Podrá esta ingente cantidad de información almacenarse junta y procesarse en el futuro? Tipler no lo duda; sobre todo cuando se culmine el desarrollo de los ordenadores cuánticos, cuyas unidades lógicas y memoria utilizan las partículas subatómicas. Los científicos del CERN (Centro Europeo para la Investigación de las Partículas) predijeron que estos ordenadores podrán ya funcionar a partir del año 2020. Ante la inminente desaparición de la Tierra cuando se consuma totalmente la energía del Sol, la única alternativa para que perdure la vida consciente, según Tipler, es emigrar a otros territorios espaciales; es más, esta opción podrá conseguir el dominio del Universo antes de su colapso en el proceso del Big-Bang. Tipler presupone que a partir del año 2100 se podrán enviar, a la velocidad del noventa por ciento la luz, cápsulas de pequeño tamaño impulsadas con energía de antimateria para alcanzar las estrellas más próximas. Él niega que esto sea ciencia-ficción. Dentro de estas cápsulas irán ordenadores cuánticos robotizados dotados de Inteligencia Artificial que podrán reproducirse a sí mismos utilizando energía y materia cósmica-no biológica-. Su misión será el ir propagándose de forma exponencial al resto de las galaxias, hasta conquistar todo el Universo dentro de unos cientos de millones de años.
¿Qué tiene que ver esto con la Resurrección? Muy fácil, nuestro profesor sostiene que a largo plazo estos seres, herederos nuestros dispersos por el cosmos, acabarán por conocer todas las cosas que puedan ser conocidas, o sea serán omniscientes. También tendrán la ubicuidad en todo el Universo estando omnipresentes y controlarán toda forma de energía, o sea, poseerán la omnipotencia.
Como conclusión, nuestros descendientes podrán crear y recrearse en recomponer todas las situaciones y combinaciones de la materia habidas y por haber. Por ejemplo, podrán emular este momento en que tú lector estas leyendo esta fantástica y optimista predicción, que yo ya casi empiezo a creerme y a dudar si en este momento somos emulados o reales. Good bye. See you soon.
(1) La física de la Inmortalidad. Alianza Editorial
(2) Se define la complejidad de Kolmogorov de un fenómeno como el menor número de bits de información necesarios para describir exhaustivamente el fenómeno en cuestión.
(3) La cota de Bekestein indica que existe tal número.