29 de Enero de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Se está hablando mucho del cambio climático, de la ecología, y la necesidad de cuidar el planeta y sus habitantes, tanto humanos como de otras especies frente a la contaminación, la desertización y las amenazantes profecías de un ambiente que se puede volver más adverso, dejando a millones de personas en la ruina y en la indefensión, propagándose enfermedades infecciosas y saturándose hasta el colapso las infraestructuras por un exceso de lluvia en otros lugares. Todo esto producido en gran medida por empresas y gobiernos que han sido inconscientes de los daños que crea su acción o inacción.Ahora se está creando una consciencia global de que hay que hacer algo, y dentro de poco, todo el mundo aceptará que se cree un nuevo impuesto para pagar la limpieza del planeta, mediante personas y robots.Ya existen máquinas del tamaño de un armario que eliminan más CO2 que 4.000 árboles, con procesos basados en algas, y que consumen poca electricidad, y robots que son capaces de arreglar los arrecifes de coral. ¡Viene la gran industria del saneamiento y la higiene planetaria!, creando todo tipo de organismos que se coman el plástico, y demás inventos que cosan el descosido. Y esto está muy bien, si no fuera porque el pago de la factura de toda esta inmensa maquina biotecnológica que se está ya creando, no se pagará de forma justa, es decir, que paguen la mayor parte de ella los que más daño han hecho desde el principio de la revolución industrial. Y deberían también ayudar a paliar los daños que su negligente actuación han creado en otros países, especialmente en los pobres.Si uno investiga, se dará cuenta de que Europa, sobre todo la occidental, y EEUU han sido los grandes devastadores, después se sumó Rusia, Japón, y últimamente pero a gran escala China y la India. Brasil eliminando gran parte de uno de los pulmones del planeta también va camino de hacer un gran daño.Este capitalismo salvaje, que es capaz de vender el alma de sus hijos, será también el que nos saque a todos de los bolsillos el capital necesario para arreglar lo que sus desmanes han provocado.A nivel personal la justicia (con sus errores) suele funcionar bien, y establece una evaluación de la responsabilidad individual por las acciones pasadas y presentes, sin embargo los países si tienen mucho peso económico y militar saben zafarse de pagar la factura de la habitación del hotel en que han ensuciado las paredes, roto los muebles, robado las toallas y más destrozos, comportándose como auténticos salvajes (en el sentido negativo de la palabra).A la humanidad le cuesta regirse a si misma, y elegir con sabiduría a sus líderes que a veces se le imponen por la fuerza o mediante estrategias hábiles de marketing y venta de imagen.Es posible que las nuevas tecnologías que ayuden a revertir la mala praxis sea un sector en desarrollo enormemente beneficioso para todo y para todos, pero sería mejor que la factura de ese proceso la pagarán los que más daño han hecho, es lo justo, no puede seguir prevaleciendo la ley de que el pez grande se come al chico, los humanos tenemos consciencia, y un sentido de la justicia que nos debe impulsar a obrar de acuerdo a premisas éticas.La sociedad debe si quiere tener un buen futuro, elegir a los más sabios y buenos de entre sus hombres y mujeres para dirigirles, no a los más astutos o poderosos económicamente. Necesitamos muchos avances sociales, y el desafío ecológico y medioambiental que se presenta ahora es de una inmensa importancia, seamos maduros y elijamos a los que son, no a los que parecen.
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