Según la Real Academia de la Lengua Española los mamíferos somos “animales vertebrados de temperatura constante cuyo embrión, provisto de amnios y alantoides, se desarrolla casi siempre dentro del cuerpo materno. Las hembras alimentan a sus crías con la leche de sus mamas”. Por lo que los mamíferos somos definidos, entre otras características, por la capacidad para mantener una correcta nutrición de nuestras crías mediante la leche excretada por las glándulas mamarias de las hembras de nuestra especie.
Y cabría preguntarse ¿Por qué la leche materna es lo mejor para alimentarnos en el período lactante?
A nuestras hijas e hijos la lactancia materna ofrece protección frente al síndrome de muerte súbita del lactante y frente a infecciones (la lactancia materna mantenida durante 3 o más meses se asocia a una disminución del 50% del riesgo de otitis media aguda; Durante los primeros 6 meses de vida disminuye de 4 a 5 veces el riesgo de gastroenteritis aguda; Y reduce el riesgo de padecer infecciones respiratorias en relación a la disminución de las infecciones víricas). También existe una asociación entre lactancia materna y reducción del riesgo de ser obeso en la adolescencia y en la edad adulta, así como una reducción de los niveles de colesterol total y LDL-colesterol. La lactancia materna durante más de 3 meses disminuye el riesgo de ambos tipos de diabetes, disminuye de forma significativa el riesgo de desarrollar celiaquismo, protege frente al desarrollo de enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa. Y si se mantiene de manera prolongada por encima de 6 meses existe asociación directa con la reducción del riesgo de desarrollar leucemia linfoblástica y mieloblástica aguda. E incluso algunos estudios asocian lactancia con un aumento significativo en la puntuación del cociente intelectual global y sobre todo de la esfera verbal, con unos resultados académicos significativamente mejores en escritura y lectura.
Pero ahí no queda el asunto, para las madres supone un menor riesgo de desarrollo de diabetes tipo 2; Reduce el sangrado posparto al incrementar la tonicidad uterina; Mejora una adecuada redistribución de la grasa corporal posparto; Disminuye en el riesgo de padecer cáncer de mama y cáncer de ovario, siendo el riesgo menor a mayor duración de la lactancia; Y existe asociación entre lactancia artificial desde el nacimiento o lactancia materna de escasa duración con el riesgo de depresión postparto.
Para la familia la lactancia exitosa fomenta el desarrollo de lazos emocionales, y a menor riesgo de enfermar del bebé mayor equilibrio y salud familiar. Por último, la lactancia materna no supone carga familiar económica alguna, y como dato a tener en cuenta, según la Cecu (Confederación de Consumidores y Usuarios) el gasto económico familiar al alimentar con leche artificial supone, para cada familia, unos 600 euros al año.
Para la sociedad la lactancia materna reduce el gasto económico sanitario, pues reduce en un 72% en el riesgo de hospitalización por infecciones respiratorias de vías bajas en lactantes y en un 53-31% los ingresos atribuibles a diarrea aguda. Y a rasgos generales, el 30% de los ingresos hospitalarios por infecciones se hubieran evitado por cada mes adicional de lactancia materna. Por lo que en definitiva, la lactancia materna genera una sociedad más sana.
Y por último, en cuanto a cambio climático se refiere la lactancia materna no genera impacto medioambiental alguno ya que está lista para tomar, no requiere recipientes y está a la temperatura adecuada.
La revista médica The Lancet afirma en uno de sus artículos que “la universalización de la lactancia materna podría evitar las muertes de 823.000 infantes y 20.000 madres cada año y generar un ahorro económico de 300.000 millones de dólares.
¿Y si es tan buena globalmente la leche materna por qué nos planteamos ni siquiera alimentar a nuestros seres humanos con leche de vaca humanizada?
Si es algo incuestionable para cualquier animal no racional mamífero no dar de mamar a su descendencia ¿Por qué los animales racionales, que además conocemos todos sus beneficios, sí nos lo cuestionamos? ¿Nos lo podríamos cuestionar si no se hubieran desarrollado leches no humanas adaptadas para alimentar a nuestras hijas e hijos y si no se hubieran creado recipientes llamados biberones?
Realmente optamos por otras formas de alimentar porque se han desarrollado otras formas de alimentar. Las políticas neoliberales han generado y potenciado el desarrollo de las empresas farmacéuticas, esas grandes multinacionales que nos constriñen como madres y como sociedad en pro de sus beneficios económicos y nos hacen replantearnos nuestras capacidades como mujeres para alimentar a nuestras hijas e hijos con nuestra leche, ofreciéndonos como alternativa más segura y más controlada leche humanizada de vaca.
Por lo que después de todo lo hablado podemos afirmar que hemos sido víctimas del mayor experimento a nivel mundial del siglo XX desarrollado en animales, que ha sido el cambio de alimentación de toda una especie, la nuestra.
Para hacernos una idea de los motivos que subyacen detrás de este gran experimento, unos cuantos datos económicos. En el oligopolio farmacéutico, las cuatro principales multinacionales de leche de fórmula gastan cada año 5.600 millones de euros en publicidad, es decir, emplean una media de 40 euros por cada bebé nacido en el mundo y obtienen un beneficio de más de 700.000 millones en ingresos anuales. Y sin duda, para cumplir estos objetivos económicos hemos sufrido lo que podríamos denominar la desculturalización del amamantamiento que ha encontrado suficiente caldo de cultivo en la cultura de la inmediatez, el cambio de modelo productivo, el cambio de modelo de familia, en la incorporación de la mujer al mercado laboral sin políticas reales de conciliación y en las ideologías individualistas.
Por lo que necesitamos, y de manera urgente, un cambio paradigmático, un cambio hacia la izquierda, hacia lo social, lo sensitivo, lo cualitativo y lo intangible.
Y aunque en España está regulada la publicidad de leche de inicio a través del RD 867/2008, que prohíbe hacer publicidad de la leche destinada a menores de seis meses, aún queda camino por andar. Debemos gobernar desde la lactancia, y que de forma transversal se incluyan políticas de lactancia en todas y cada una de las políticas estatales y no sólo incidir en las sanitarias, como pasos iniciales para una fomentar una lactancia materna respetuosa y exitosa: conciliaciones laborales reales para las mujeres que lactan; espacios laborales para la extracción de leche y el amamantamiento; escuelas infantiles pro lactancia materna; lugares públicos diseñados para amamantar; profesionales sanitarios formados en lactancia materna respetuosa; grupos socio-familiares entrenados para proporcionar apoyo real y eficaz; y retirada de toda publicidad referente a lactancia artificial.
Porque es un derecho para nuestras hijas e hijos ser alimentados con nuestra leche, es un deber como sociedad practicar la lactancia materna y es un honor como mujeres y hombres fomentarla y practicarla, eso sí, de manera respetuosa.