Julián Molina Illán

La Ley Mordaza y el Control Social

26 de Noviembre de 2021
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El Control Social es una necesidad inherente a la sociedad humana. Esto es así por la heterogeneidad del género humano, sentida como tal aunque en realidad no sea cierta. Es decir, somos básicamente iguales aunque nos sintamos diferentes. Así pues, estas diferencias sentidas nos hacen desviarnos de la norma, y de las normas, generando alarma social y un daño a los demás, más o menos importante. Existen muchas clases de desviaciones sociales y muchas formas en cómo la sociedad ejerce el Control Social y se defiende. Algunos ejemplos podrían ser el robo, desde los que roban una gallina para comer, hasta los que roban una parte del sueldo y la cotizaciones sociales a los trabajadores, pasando por los que roban bancos, o los bancos que roban. Están los que incumplen alguna norma de tráfico, y están los que incumplen su código deontológico y prevarican imponiendo multas injustas a sabiendas. También hay los que pegan a los demás, y por supuesto están también los antidisturbios que revientan ojos en las manifestaciones. Están los que para poder defenderse graban a un policía que se extralimita, y están los policías que te echan la foto y te fichan para toda la vida. Están los sindicalistas que luchan por el mantenimiento o mejora de los derechos de los trabajadores, y están los que los meten en la cárcel acusándolos de coacción. También hay maltratadores que van a la cárcel por dar miedo a otra persona, y hay también personas que viven con miedo en sus trabajos y cuyos jefes (y jefas) son condecorados. Hay de todo, honrados trabajadores que no llegan a fin de mes, y empresarios que no les suben el sueldo porque “la cosa está muy mal” (siempre está mal la cosa, por cierto…) Hay ciudadanos y ciudadanas que confían en los políticos y financian sus partidos (a la fuerza), y hay políticos corruptos y hasta partidos condenados por corrupción. Insisto, hay de todo. La cuestión es ¿sobre quién ejercer el Control Social? Podríamos pensar que sobre todo el mundo. Pero no, es una cuestión ideológica, es decir, de concepción del mundo, de cómo pensamos que deberían funcionar las cosas. De manera que el Control Social no se aplica a todo el mundo, sino a una parte de él.

Para entendernos y facilitar un poco la comunicación vamos a dividir la cuestión ideológica en solo dos corrientes: la Conservadora y la Progresista.

La ideología Conservadora quiere que las cosas se queden como están. Por eso los poderosos son conservadores. Es lógico, no quieren que nada cambie. Aquellas personas que no estudian, que no evolucionan, aquellas personas cuya visión del mundo está basada en creencias y no en razones o hechos positivos (científicos) también son conservadoras. Es lógico, se sienten amenazadas por un mundo nuevo que no comprenden. Por eso las personas mayores suelen ser conservadoras, porque quieren mantener “lo ganado” y que los dejen como están; por el contrario, las personas jóvenes necesitan que “algo se mueva” que algo cambie para que ellas puedan tener su sitio en un mundo que saben diferente al de sus padres.

La ideología Progresista quiere que las cosas cambien. Y que lo hagan para mejor, claro está. Es humana condición querer mantener lo que se tiene, pero también lo es querer mejorar en la vida. Y no estamos hablando solamente de los avances sanitarios o científicos. Las personas jóvenes suelen ser progresistas. Es especialmente grave la juventud que es conservadora, porque si bien en las personas mayores el espíritu que alimenta su conservadurismo es el miedo (algo comprensible), en la juventud es el fanatismo y la falta de lucidez, lo cual es muchísimo más grave. La Razón (no me refiero al periódico) es muy habitualmente Progresista, y es lógico también, ya que la Razón solo se pone en marcha para mejorar lo conocido, o arreglar lo que está roto. La Cultura también suele ser Progresista, porque cuando se contrastan experiencias, ideas y formas, se llega a la conclusión de que la existencia misma del ser humano se basa en la evolución y en el cambio. Conservando, por supuesto, lo que sabemos que funciona, aunque sin renunciar a poder mejorarlo.

Dicho todo esto, ¿sobre quién ejercemos el Control Social? Parecería después de estas palabras que no hubiera que tener que ejercerlo sobre ninguna persona por ser progresista o conservadora, pero lo cierto es que tenemos a día de hoy una monstruosa Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, que criminaliza la protesta (necesaria en la lucha contra la injusticia) y otorga a las Fuerzas de Seguridad del Estado la inmunidad de facto para que ejerzan con la máxima dureza toda la crueldad de la que se sientan capaces, sin ningún o muy poco compromiso. Esta Ley la impuso el Partido de los Poderosos (PP) para contener a la población que sabía perfectamente se iba a revelar contra sus brutales recortes. Ahora les molesta mucho que se quite, porque es su “joya de la corona”. Al mismo tiempo les molesta mucho ir a la cárcel o ser investigados por sus casos de corrupción. Y curiosamente, cuando son detenidos, son tratados con extrema amabilidad por la misma policía que apalea a los trabajadores. Pues bien, debemos considerar legítima esa Ley Mordaza que fue promulgada por un gobierno salido de las urnas; del mismo modo, es igualmente legítimo que otro gobierno, también salido de las urnas, la derogue. Basta ya de policías ultramontanos diciendo gilipolleces como que “nos sentimos indefensos” ¿Acaso estaban indefensos antes?

Un saludo a todo el mundo

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