El pistolero de Tarragona, Eugen Sabau, ha muerto este martes al mediodía en el módulo penitenciario del Consorcio Sanitario de Terrassa tras recibir la eutanasia.
Sabau abrió fuego contra tres ex compañeros de la oficina de Securitas de Tarragona en la que había trabajado y, en su huida, hirió a un agente de la autoridad catalana.
Los Mossos d’Esquadra, finamente, lo abatieron. No obstante, le generaron una lesión medular irreversible que le legitimó para solicitar la eutanasia y que ha sido avalada por todos los tribunales de justicia.
Muerte asistida de Eugen Sabau
Gerard Amigó, abogado del pistolero de Tarragona, se reunió en el día de ayer con su cliente. Al salir del Consorcio Sanitario afirmó que Sabau estaba convencido de que quería morir.
De hecho, la Jueza del Juzgado de Instrucción nº5 de Tarragona desestimó este lunes la solicitud de su abogado por la que pedía que su cliente fuera puesto en libertad y trasladado a un hospital convencional al no existir riesgo de reiteración delictiva ni riesgo de fuga.
No obstante, la magistrada no dio luz verde a su petición al entender que, si bien se habían reducido considerablemente los riesgos por los que fue internado en el módulo penitenciario, su traslado a un hospital convencional – sin control policial – facilitaba en gran medida su huida mediante la ayuda de terceros o familiares.
Según explican fuentes del Consorcio Sanitario, éste ha flexibilizado el horario de visitas para que Eugen Sabau pudiera estar acompañado de sus familiares durante sus últimos minutos de vida.
A primera hora de la mañana se le habría trasladado, según las mismas fuentes, a la unidad de cuidados intensivos del hospital de Terrassa donde, hacia las 12.30 horas habría recibido un sedante después de redactar una carta de despedida.
Pocos minutos después de las 14h, el equipo médico que le ha asistido certificaba su muerte y empezaba el proceso de extracción de órganos para su donación, tal y como el propio Sabau había solicitado.
Un caso sin precedentes
La ley de la eutanasia se aprobó el 25 de junio de 2021, hace escasamente un año y poco. De ahí que el abogado del policía herido, José Antonio Bitos, haya solicitado al gobierno y a las cámaras legislativas que se replanteen una reformulación de la ley.
El presente caso asienta un peligroso precedente. Y es que la justicia envía un mensaje claro y directo a la ciudadanía con padecimiento terminales: “la ley de la eutanasia os hace impunes ante vuestros actos delictivos”.
No puede aceptarse esta consideración. No sólo por el riesgo que implica frente a la ciudadanía sino por la conculcación del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva que, lejos de quedar garantizado por el mero hecho de recibir de la jurisdicción una respuesta motivada, lo que es evidente es que desprotege a las víctimas frente a sus agresores.
Ningún estado de derecho puede permitirlo. Menos cuando existían procedimientos farmacológicos más que suficientes para mantener con vida – y sin dolor – al pistolero de Tarragona mientras se enjuiciaba su caso.
Lamentablemente hoy se asienta un precedente muy peligroso, injusto y que puede traer nefastas consecuencias. Deseo que más pronto que tarde nuestros gobernantes reformen tan aberrante norma y la magistratura tome conciencia de los intereses subjetivos que están en juego.