Desde el referéndum del Brexit en Reino Unido hemos sufrido la sucesión de los peores primeros ministros y ministras que ha tenido el país, en un constante despropósito por parte del Partido Conservador.
David Cameron saltó del barco a las pocas horas del resultado y le pasó la patata caliente a una Theresa May que había hecho campaña por no salir de la Unión Europea.
No solo perdían a un primer ministro como David Cameron, sino que dentro del partido Conservador solo pudieron encontrar como reemplazo ideal a una persona que defendió mantenerse en la UE para liderar al país durante la planificación de un Brexit ilógico y basado en las mentiras y la xenofobia.
Durante el referéndum del Brexit el liderazgo del partido Laborista estaba en manos de un Jeremy Corbyn, que a pesar de ser alguien que podía representar los valores de una mayoría de votantes y afiliados al partido de la oposición, decidió no hacer una campaña firme por mantener el país dentro de la UniónEuropea.
Las proclamas de aquellos que buscaban la salida de la UE se veían apoyadas por un partido Laborista que en parte se subía al barco de los brexiteers aludiendo a que la UE no era el paraíso soñado y había parte de la política del bloque que no era todo lo progresista que ellos quisieran para Reino Unido.
El primer problema de esta idea es que Reino Unido es un país en el que los gobiernos de uno y otro color se alternan y lo que hace uno lo deshace el siguiente, y viceversa.
Nunca va a avanzar un Reino Unido independiente más rápido que la UE en materias sociales, medioambientales o en derechos laborales.
El país dirigido por Theresa May ya comenzó desde pronto a marcar una distancia clara y un interés en una salida dura del bloque europeo. Ella fue la primera ministra que tuvo que soportar la presión desde ambos lados de la cámara y quien sufrió en sus carnes y en su carrera política la decisión de tomar el liderazgo en el momento más difícil, ya que ninguno de aquellos que apoyaban un Brexit a las bravas, como Michael Gove, Jacob Rees-Mogg o Boris Johnson aceptaron el ser quemado políticamente en esta fase.
Jeremy Corbyn en enero de 2017 impuso a sus parlamentarios la obligación de votar a favor del Articulo 50 del Tratado de la Unión Europea, a pesar del sentir mayoritario de sus votantes.
47 miembros del grupo Laborista en el parlamento votaron en contra de impulsar el articulo que pavimentaba el Brexit, apoyando al Gobierno, y las consecuencias se notaron en las elecciones locales de 2017 que hicieron que el partido de Corbyn perdiera mas de 400 representantes y el control de Derbyshire o Nottinghamshire cambiara de manos.
En junio de 2017 Corbyn perdió las elecciones generales otorgando una mayoría simple al Partido Conservador que tuvo que gobernar con apoyo del Partido Democrático Unionista (DUP) del Ulster.
A pesar de reducir la diferencia parlamentaria en 43 asientos la campaña de los Laboristas dejó de lado a muchas y muchos votantes que esperaban que se plantearan frenar el proceso del Brexit.
Chuka Umunna, miembro de los laboristas llegó a presentar una moción para mantener a Reino Unido en el mercado común y Corbyn para atajar la insurrección en sus filas decidió cambiar la composición de su gabinete (echando a tres de sus miembros y con la dimisión de un cuarto).
En febrero de 2019 varios miembros del partido Laborista formaron un nuevo partido denominado Change UK.
En mayo de 2019 los Laboristas volvieron a tener una oportunidad de derrocar al partido Conservador que tras la dimisión de TheresaMay convocaron elecciones y no solo no recortaron la diferencia, sino que la incrementaron en 108 escaños y dieron una amplia mayoría absoluta a Boris Johnson tras una campaña en la que sufrieron la mayor derrota desde 1935.
La falta de ideas y la división en el partido laborista hizo fuerte a su contrincante Boris Johnson, que con sus aires populistas campó a sus anchas una vez Theresa May se quemó a lo bonzo al estar en el poder durante dos años allanando el camino para un Brexit duro.
Las buenas ideas de Corbyn en multitud de áreas se vieron eclipsadas por su falta de liderazgo y las guerras internas en un partido que no quiso girar hacia la izquierda en muchos aspectos, pero olvidando a la UE. El carisma que muchos veían en el se convertía en odio para muchos otros.
Tras Corbyn, Keir Starmer tomó el poder en 2020 y desde entonces tenemos una oposición que no incomoda al Gobierno. Durante las innumerables crisis de los conservadores y con todo el circo montado durante la pandemia en la que nunca hubo nadie al mando (la libertad y las terrazas también eran importantes aquí) Keir Starmer no ha levantado la voz, no pide dimisiones y esta semana ha abierto un frente que no ayudará a su partido en las próximas elecciones generales.
Keir Starmer parece que quiere emular a Blair y quiere tener más contentos a los medios de comunicación o al poder económico que a sus votantes.
Parece que quiere iniciar una purga, empezando por Corbyn (apoyado en las acusaciones de antisemitismo) y acabando por aquellos que empujen por unas ideas más a la izquierda, ya que su intención es contentar a una mayoría de la población…¿vuelta al Third way de Tony Blair? ¿Centro izquierda?
Cuando en España vemos división en el gobierno y parece que una parte del gobierno quiere mostrar distancias con la parte a la izquierda, en Reino Unido pasa lo mismo.
A pesar de todo lo que hace, o mejor dicho, no hace Keir Starmer, esta semana puede ser buena para Labour tras las noticias provenientes de Escocia.
NicolaSturgeon deja el mando en el Partido Nacionalista Escocés, lo que podría hacer recobrar asientos en el norte para Labour y aupar a Starmer a llegar a ser Prime Minister.
No se lo ha ganado por su esfuerzo en la oposición ni por sus nuevas ideas…ganará pero me temo que no convencerá.