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La política española se juega en las "retaguardias"

23 de Marzo de 2024
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Increíble pero cierto, en este país, desde que Pablo Casado se olvidó de hacer política social, las cosas cambiaron, y mucho. Su sucesor, Alberto Núñez Feijoo, que fue el que lo envió al “limbo”, después de alardear de político moderado que venía a colaborar con la gobernación desde la oposición, poco a poco, siguiendo los pasos de su opositora en el PP: Isabel Díaz Ayuso, que equivale a Aznar, Miguel Ángel Rodríguez y FAES, empezó a hacer políticas de agitación e hipérbole. Nunca más habló de economía, paro, derechos sociales, para centrarse en amnistía, Koldo y, recientemente en la mujer de Pedro Sánchez. Mientras tanto, hace mangas y capirotes con las presuntas corrupciones de Díaz Ayuso y la mujer de Feijoo: un poco de tipex y se acabó. 

¿Y de qué nos extrañamos? ¿Es que Feijoo es un político joven sin pasado? ¿O se trata de una persona que llegó por primera vez a la Xunta de Galicia a base de criticar a su antecesor y candidato, el socialista Emilio Pérez Touriño, al que, en la campaña electoral, llegó a machacar hasta la extenuación, con la compra de un coche Audi que había adquirido para uso del futuro presidente de la Xunta. ¡Qué tío más pesado! Lo que a estas alturas está muy claro es que el interfecto sabe poco de economía porque tiene unos patinazos de escándalo.

Pero lo que llena de extrañeza a mucha gente es que aquellos que, con el gobierno de Rajoy, veían subir un 0,25% al año sus pensiones y que ahora se revisan con el IPC (8,5% el año pasado y 3,5% el presente), con el voto negativo del PP y de sus socios de VOX. O ven como asciende el SMI de los 725€ de Rajoy a los 1.134€ actuales. No se puede entender como hay gente vulnerable y pensionistas que se alarman con la amnistía pero pasan por alto las políticas sociales del gobierno actual pese a que le son beneficiosas.

Y a todo esto, la gente de bien, la que estamos preocupada por el bienestar de todos; por los graves problemas que tiene este planeta que camina hacia su autodestrucción; o los padecimientos del tercer mundo que, tarde o temprano nos llegarán a nosotros; o las guerras que devastan nuestras economías, ¿cómo puede ser que no haya habido un debate en clave parlamentaria sobre el genocidio que sufre el pueblo palestino llamado, sin alguien no lo para, al exterminio total? Ver una sesión de control al gobierno es algo de película; lo menos gratificante que se conoce y, lo peor, es que mientras tanto, este país tiene problemas graves que requieren acuerdos y no insultos; debate y no gritos.

Pero la gente se encuentra drogada a base de los comentarios de la oposición y su amplia corte mediática que carece de escrúpulos y solo están al servicio de las derechas en colaboración, codo con codo, con una importante parte de la justicia.

Se aproxima una serie de elecciones: vascas, catalanas y europeas en las que todos nos jugamos mucho, ¿será el momento de volver a la política y su discusión en las “vanguardias”?

Lo siento pero soy pesimista, del griterío, la hipérbole y la algarabía no saldremos hasta que la derecha consiga sus objetivos. No saben ganar en buena lid, solo saben hacerlo con malas artes; es decir: en la “retaguardia”.

Que no nos pase nada porque el futuro es incierto.

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