Los programas electorales actuales, los incumplimientos, las traiciones al electorado y los ataques entre partidos, cargos, personajes, personajillos y «abrazafarolas» de color, se tramitan en Twitter. Podemitas, Peperos, Sociolistos y Voxeros tienen representantes en las trincheras Twitteras, dispuestos a atacar a cualquier contrario al que vean como amenaza, y si por la razón que fuere no lo ven publican sin contraste, al más puro estilo Evole. (No, no se me ha olvidado Ciudadanos, sólo que sus participantes tienen otro perfil, más adecuado por no vociferante).
En la política twittera se mantiene una única línea de actuación ciertamente agresiva que viene cumpliéndose escrupulosamente, alejada de las buenas maneras, ni considerando ni reconsiderando las posibles respuestas. Cada «tweet» es el paso de asnos (o mulas) con orejeras, a los que se ha marcado el camino para arar. Podría citar muchos altos comisionados de esta labranza del engaño y ataque a la vulnerabilidad del electorado por gracejos, ironías y chascarrillos, pero casi todos sabemos quiénes son y no merecen ni una línea en este artículo.
Twitter es una red social dinámica y muy divertida por interactiva, en muchas ocasiones ilustrativa e incluso didáctica, acercando la actividad y conocimientos de muchos profesionales rigurosos que se esmeran por compartir objetividad y buen criterio, fomentando el enriquecimiento en el aprendizaje. No es el caso de los políticos agitadores de errores del contrario, constituyéndose en publicistas del engaño y conseguidores de múltiples adhesiones por pesadez y reiteración. No atienden las críticas, tampoco las constructivas y argumentadas, porque su objetivo no es construir hacia el interés general mejorando análisis, propuestas y logros, sino que buscan la polarización con el fin de conseguir poner cada vez más gente de su lado, resultando muy socorridos a los efectos los motivos ideológicos, en ocasiones ciertamente abstractos.
Tal y como publicó en un Tweet @natalia_velilla: «Empecemos por definir ideología. No es asimilación de ideas al líder que encabeza un partido. No es un conjunto de reglas estancas y vinculadas entre sí por decisiones del momento. El reduccionismo es lo que ha provocado este sectarismo acrítico de conmigo o contra mi».
Y eso es lo que propone la política actual, va de Twitter al Congreso al Senado, a los medios de comunicación e incluso hasta se aplica en el gobierno de coalición.
La política de Twitter sí, la de unos contra otros, para lo suyo.
Así nos va.