Desde que hace más de trescientos años la Casa Borbón fue impuesta en España por las grandes familias de la época(algunas lo siguen siendo), las élites económicas han estado ligadas a los borbones, beneficiándose de manera corrupta y despótica, entre otras, del dinero público. La historia de los sucesivos borbones que han ocupado la corona es tenebrosa, han escrito la mayoría de pasajes oscuros de la historia negra española y no, no es una leyenda negra, es historia real y verificable. Así lo que se esta sabiendo de Juan Carlos (y lo que nos queda por saber) no es nada nuevo, es una tradición familiar, pues lo que ha hecho a lo largo de su reinado es borbonear. Su marcha ahora (que no es ningún exilio), no se trata de una cuestión individual y exclusivamente penal, hay que situarla en el plano político, que es la responsabilidad de la institución monárquica y del Régimen del 78.Es propio de un sistema en crisis y descomposición separarse de aquellos que caen en desgracia, para así salvar al régimen. Y eso es imposible. La cabeza del marco jurídico-político del 78 se asentó sobre la monarquía y la figura de Juan Carlos, creándose el relato del juancarlismo al que se apuntaron hasta presuntos republicanos o izquierdistas que buscaban un lugar bajo el Sol del poder dominante. A la imposición se le llamó consenso, a un totalitarismo disimulado, unanimidad. Con eso y los silencios, con los juancarlistas alabando el traje del rey desnudo, se creo algo que si no era culto a la personalidad, se le parecía bastante.La cuestión, aparte del tema punitivo del emérito, es la necesidad de un nuevo Pacto de San Sebastián, acorde con los tiempos, que lleve acabo una ruptura democrática y un proceso constituyente. Y es, paradójicamente, que algo lógico, este ausente de los tableros políticos principales. Porque si al principio de la transición el debate se situó en el eje reforma o ruptura, ahora sería ruptura o involución. No se trata de plantear ninguna idealización republicana, sino de un compromiso con el sentido progresivo de la historia. Si la mayoría de la sociedad española va a seguir aceptando ser súbditos en un reino donde casi todo huele ha podrido, o se abren fronteras a cambios reales, al sentido común democrático: Delenda est Monarchia.
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