Antes de escribir este artículo, me planteo desde donde escribirlo, ¿cómo Jurista o como población interesada? Que para nada es lo mismo. Como jurista sé que estamos sometidos a una normativa a unas leyes que en muchos casos nos da un pequeño margen de actuación. También sé que uno puede retorcer la ley hasta que le encaje como en “cenicienta” en un zapato que no es de su número. Siempre dentro del zapato eso sí. Eso da lugar a que por unos mismos hechos se pueda condenar a 38 años de prisión a cada uno de sus participantes y en una segunda sentencia condenar por 4 y 3 años y absolver a uno de ellos.Como jurista estamos acostumbrados a ello, dado que los años de prisión o cualquier otra condena está directamente relacionados con el inicio de la sentencia, los “Hechos Probados”. Y ahora les voy a dar una sorpresa, los hechos probados no es lo que en realidad sucedió. Pues no, ningún juez/a tiene una bola de cristal en la que pueda acreditar 100% lo que paso el día de los hechos, tampoco tiene poderes divinos, por muy listo que sea o que se crea. Los hechos probados son lo que de alguna manera, durante la investigación y las pruebas que presentan ambas partes, los testigos que declaran (no siempre la verdad), el/ella o los jueces/zas pueden acreditar, con un tanto por ciento muy elevado, que ha sucedido. Y tan elevado debe ser que si existe una pequeña duda siempre la balanza se inclinara a favor de los denunciados. Según estos hechos, siempre a favor de los 3 jugadores del Arandina. Con ello resumo las 3 patas de un juicio penal, la necesidad de probar todo aquello que se afirma, que los hechos probados solo contengan aquello que se ha podido probar y que en caso de duda, siempre se elegirá la presunción de inocencia.Dicho esto y justificada con ello cualquier actuación por parte de los magistrados de primera y segunda instancia. Si lo miro como población, que no tiene conocimientos jurídicos (error garrafal de la enseñanza que con un mínimo de formación nos evitaría muchísimos problemas de toda índole), pues como población me parece un despiporre. Un despiporre incomprensible, con visos de corrupción, de autarquía judicial e insufrible prepotencia. De resoluciones dictadas por machistas incólumes y feminizáis desquiciadas. Y que yo, que soy pueblo, del que emana la soberanía y vuestro poder, según el art 1. 2 de nuestra Carta Magna, para la población común Constitución, no es nada pero nada bueno. Nada bueno, para el buen y sano funcionamiento de nuestras instituciones.Está claro como ya anuncie en la “sentencia de la manada de Pamplona”, que nuestra legislación en esta materia, es totalmente inadecuada en los tiempos actuales. Y eso es lo primero que debemos cambiar. Es más que posible, que al tratarse de una legislación donde las victimas en un 98% aproximadamente son mujeres y el razonamiento, conocimiento y pensamiento del legislador, varón en un 99,9 %, haya eludido, obviado y simplemente desconocido la perspectiva de las mujeres, en una palabra, la perspectiva de las víctimas. Y eso es muy grave. Cuando tú empatía y solidaridad, aunque inconscientemente, se inclina hacia el delincuente. Esto que puede resultar tremendamente ofensivo para una gran parte de la judicatura que propugna y hace gala de su imparcialidad, y les aseguro que en una gran parte de los casos lo son, es así. Pero ninguno estamos exentos de nuestra educación y nuestro bagaje vital. Tenemos una legislación hecha por varones que se inclina favorablemente aunque inconscientemente a favorecerlos, una jurisprudencia hecha por varones con el mismo sesgo y lo que es más grave, una sociedad educada y vivenciada en los mismos valores.Cuando se habla de juzgar con perspectiva de género, mal expresado pues se debería denominar con perspectiva de mujer, de la necesidad de que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad en igual medida que los hombres, de la imprescindible carencia de legislar con perspectiva de mujer, se habla en realidad de equilibrar ese desequilibrio estructural que ha dado el eliminar a la mujer, el 50 % de la población, de los puestos y lugares de decisión. Esa mujer relegada al interior de los hogares, que ha asumido mansamente lo que parecía un mandato divino, una lógica estructura social, un “siempre ha sido así” y cuya preparación en los últimas décadas la hecho salir de las casas percatándose de esas desigualdades, e injusticias por ende, sociales. Eso que está ahí, y que es tan obvio aunque resulta difícil de ver, tanto como describir lo que es el color rojo para un ciego, es exactamente el origen de todo un movimiento de mujeres, que en muchos casos se denominan feministas. Porque ellas lo sienten y lo viven en su piel, en sus vidas diariamente.Y que es lo que ven las mujeres con respecto al caso de la Arandina. Pues en primer lugar que una niña siempre es una niña, que si no está capacitada según la ley para realizar un contrato, para sacarse el carnet de conducir, para decidir si quiere o no ir al colegio o para votar, tampoco está capacitada para dar su consentimiento en una relación sexual. Aunque su cuerpo sea de mujer, aunque su biología la lleve a que sus hormonas ya, se revuelvan y se sienta atraída sexualmente por otro ser humano, aunque su necesidad de aceptación social la lleve a emular los detestables comportamientos de liberalidad y carencia de empatía y valores que propugnan los modelos de adultos, que nos estáis imponiendo desde la pornografía, la prostitución masiva y la falta de escrúpulos de los programas televisivos de entretenimiento.Porque TU, adulto, obligado a responder de la educación de nuestros menores, estas omitiendo gravemente, invertir tu tiempo y tu dinero, en su educación. En programas de educación afectivo sexual, que les enseñe a fortalecer su autoestima y decir que no. En sacrificar tu cuota de audiencia para fomentar valores de responsabilidad, autoestima (empoderamiento femenino), respeto y solidaridad. En fomentar la preparación y las cuotas laborales de las mujeres, para que sepan que ellas solas sin necesitar de nadie, que no les convenga, podrán salir adelante. Y dejar muy claro a nuestros varones, que las MUJERES, no somos objetos para su satisfacción sexual, o personal, o asistencial. No nos dividimos en castas de honestas y menos honestas, las mujeres somos tus compañeras de vida y de trabajo y la mitad de la población. Como madres, como esposas, como hermanas, como camaradas, como vecinas, como limpiadoras y cuidadoras, como hijas, como hermanas, como compañeras de estudios y trabajo, como amigas. Todas somos una, LAS MUJERES. Y merecemos, TODAS, desde la última a la primera, un respeto. Porque sin nosotras, ninguno de ellos estaría en este mundo. Sin nuestro deseo sexual, ninguno de ellos habría nacido, sin nuestro cuidado de niños, ninguno de ellos hubiera sobrevivido. Y sin nuestro amor y cuidado en la adultez, en el lugar familiar o laboral que nos situemos, la vida no tendría ni motivo, ni sentido.A cambio, solo estamos pidiendo respeto generalizado a todas, participación en las grandes decisiones de nuestra organización social de la que somos la mitad. Y una parada en el tiempo y el espacio, para que seáis consientes de una vez, como el título de una gloriosa película, de vuestra “Mala Educación”. En el sentido de formación como personas.La sentencia del Arandina no hace más que sacar a la palestra el peso de la influencia mental y legal que en nuestra sociedad aún tiene los varones, el frágil respeto del que gozamos las mujeres, y una pésima legislación y jurisprudencia en cuanto a los delitos en que las victimas somos abrumadoramente mujeres.El encaje de la eximente incompleta en unos varones por su “jocosidad y banalización de las relaciones sexuales”, que los sitúa en una edad cercana a la víctima a sus recién cumplidos 15 años, es aplicable al 75% de la población masculina y me quedo corta. Esa empatía con los agresores, no la veo con la víctima, que estaba ya siendo asistida, por sus dificultades escolares y de sociabilización con el grupo (cuestión primordial en la formación de los hechos probados). Pues todos somos seres sociales y necesitamos que el grupo nos acepte. Nuestro exceso de sumisión al mismo, dependerá de multitud de factores sociales que ya antes apuntaba y cuya formación se encomienda a los adultos. Y mucho más lo necesitamos cuando se es adolescente. Y frágil y marginada. “Que respaldo”, que te acepten los prototipos de triunfadores (como los jugadores de futbol) que te acojan, que te aprueben ellos, para que el grupo te acepte. Aunque sea para utilizarte como un objeto desechable y vilipendiarte seguidamente públicamente. A una menor, a un ser frágil, indefenso y aun sin formar, que solo deseaba el afecto y la aprobación del grupo. Con una falta de respeto, de principios y de humanidad, más que reprobable publica y penalmente.Entre 38 años, que sobrepasa la pena impuesta al homicidio de 10 años, y 4,3 años por destrozarle la vida, la fama y la estabilidad psicológica a una NIÑA, tiene que haber un término intermedio, que señale claramente, que lo que han hecho es delito, que es un delito grave, y que alguno sino todos, puedan dedicar su vida a enseñárselo al resto de la población masculina y no a estar exclusivamente entre rejas.Porque ese es el objetivo básico de nuestro derecho penal, resarcir a la víctima e reintegrar, en la sociedad al delincuente.
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