Juan José Millás dijo de Miguel Tellado que tiene aspecto de lactante ahíto, y podría serlo pero, como viejo aficionado, amén de devoto, de la factoría Marvel que soy, me atrevo a decir que bajo ese saludable y lustroso aspecto de lactante ahíto, Miguel Tellado es en realidad un monstruoso lactante mutante, uno de los monstruos, y últimamente uno más activos, de la inagotable factoría de monstruos del PP. Tellado es uno de los últimos y más activos representantes del cinismo y la mentira, del juego sucio, de la antipolítica impulsada por Feijóo para lograr su primer y único objetivo que no es otro que echar a Sánchez y ponerse él en su lugar. ¿El bien común, el progreso social, la mejora en derechos y libertades de los ciudadanos, el avance en el Estado del Bienestar?, ¡bah! ¡paparruchas!. Aquí de lo único que se trata es de echar a Sánchez valiéndose de lo que sea. A estas alturas, después de tantos años de crispación, de encarnizamiento, de encono por parte de una oposición destructiva, llena de ruido y furia, no van a levantar ahora el pie del acelerador, sino todo lo contrario. Pase lo que pase y caiga quien caiga.
Por sus dotes de perro de presa, su innata capacidad para el juego sucio, la mentira y el cinismo del que hace gala; por su permanente querencia por la confrontación y el enfrentamiento, por su total y absoluta falta de miramientos y escrúpulos, Tellado dijo que “escrúpulos” era un nombre griego, Feijóo lo incorporó a su equipo nombrándole portavoz del PP en el Congreso. Además de Tellado, el líder de la oposición cuenta con otros monstruos en plantilla como Cuca Gamarra, otro monstruo de manual, aunque al lado de Tellado queda bastante mermada, de segunda división; y no digamos González Pons, Bendodo y algunos más. Podría añadirse a la Ayuso, un monstruo fuera de serie, pero ella va por libre, juega en otra liga. Todos ellos y ellas muy diestros en el manejo de los fuelles para avivar y atizar la confrontación, el odio, la crispación, el caos, la desfachatez, la mentira y el cinismo como único medio, a falta de ideas, razones y argumentos, para atacar al gobierno como, cuando y donde sea. Si la herramienta para hacer política de Milei es la motosierra, la de Tellado es el lanzallamas. Suya es la frase de: “no vale con criticar al rival, hay que destruirlo”; y también esta otra: “Nuestra obligación es echar a Sánchez del gobierno, acabar con este gobierno lo antes posible, y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance, y si los medios son judiciales, también lo vamos a hacer”. Una frase hermanada con la de “el que pueda hacer, que haga” con la que Aznar, otro monstruo de la derecha más incivilizada, azuzaba a la ciudadanía para atacar al gobierno. Como puede verse, tanto para el indecente Aznar, que ya conocemos bien, como para Tellado, todo vale, el fin justifica los medios. Y si el fin justifica los medios, eso significa que todo está justificado.
A Tellado le vimos sus maneras, sus hechuras de monstruo cuando, en una de sus actuaciones más destacadas y memorables, exhibió en el Congreso de los Diputados, de la manera más infame, impúdica y miserable, el cartelón donde aparecían una decena de políticos socialistas asesinados por la banda terrorista ETA. Y lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa triunfal, una sonrisa satisfecha, aunque a algunos más bien nos pareció una repugnante y asquerosa mueca. Este acto, además de ser un horroroso acto de vileza, fue de suprema vergüenza ajena, hasta el punto que causó un gran espanto hasta en sus propias filas. Y no digamos el dolor, la rabia y la indignación que causó entre los familiares de las víctimas que tan impúdicamente eran utilizadas para los fines partidistas de este monstruo sin el menor asomo de decencia ni vergüenza.
Ahora, aprovechando la terrible tragedia producida por la DANA en Valencia, Tellado y todos los monstruos “Feijóoianos” (excepto la Ayuso que, inexplicablemente ha permanecido callada, algo extremadamente raro) y, naturalmente, toda la caverna mediática, no han dejado ni un momento de hacer sonar el toque de corneta, de a degüello, la carga con todo, el ataque sin tregua, que ha sido, y sigue siendo, lanzado contra Sánchez y su gobierno, acusándolo de todo, haciéndole responsable de todo, como no podía ser de otra manera. Sánchez ha sido acusado de no actuar, de actuar tarde y mal, de no haber hecho las obras necesarias para que no pasara esto, y tienen razón, pero también, y con más motivos, la Generalitat Valenciana, debería haber hecho algo al respecto como, por ejemplo, impulsar decididamente esas obras de infraestructura que ahora habrían salvado tantas vidas. Pero prefirió gastar más de trescientos millones de euros, del año 2013, en la celebración de una carrera del campeonato del mundo de Fórmula 1. El expresidente Camps aseguró que el circuito saldría a coste cero, pero costó cien milloncejos de nada. Una ganga. Y habida cuenta del cada más mayor riesgo de DANAS en la comunidad autónoma a causa del cambio climático, aunque tal cambio climático es negado repetidamente tanto por el PP como por Vox a pesar de todos los pronunciamientos de los científicos expertos en la materia, no habría sido mala idea mantener la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE), “una ocurrencia de Ximo Puig”, en palabras de Mazón, encargada de garantizar la rápida intervención en cualquier lugar del territorio en caso de emergencias de origen metereológico o sísmico, extinción de incendios forestales y maremotos, en vez de suprimirla, como hizo Mazón a petición de Vox, y gastar esos dineros en algo mucho más necesario para la ciudadanía, dónde va a parar, como es el sostenimiento de la tauromaquia.
Y ya puestos a fantasear, tampoco habría estado mal que el rey Felipe VI además de llevar consuelo, ánimo y abrazos, que está muy bien, a la arrasada, machacada, hundida y desesperada ciudadanía, hubiera llevado los dos mil millones de euros que su padre, el más grande comisionista que han visto los siglos, tiene depositados en Suiza, patria querida, y en innumerables paraísos fiscales y otras cuevas de Alí Babá que tan bien conoce. Pero que Don Felipe VI hubiera aparecido con esos ahora tan necesarios millones, distraídos a las arcas públicas, es decir, a la ciudadanía, que el emérito ya no puede gastar porque ya no tiene ni salud ni tiempo para ello, es pura y dura ciencia ficción.
Respecto a que el malvado Sánchez no actuó a tiempo, pudiendo hacerlo, también es otra infamia, otra mentira, otra muestra de la monumental desfachatez, del cinismo del PP, que ha intentando por todos los medios echarle la culpa de todo a Sánchez, tapando la inutilidad, la ineptitud del señor Mazón, el presidente de la Generalitat Valenciana y, habida cuenta de las competencias que ostenta, máximo responsable de organizar y coordinar las labores destinadas a hacer frente a la terrible catástrofe. Él y el resto de su gobierno entre los que sobresalía Salomé Pradas, la consejera de Justicia e Interior, y máxima responsable de la gestión de emergencias de la comunidad autónoma, que confesó que desconocía la existencia del sistema de alertas masivo para avisar a la población a través de sus teléfonos móviles. Y no fue hasta las ocho de la tarde del 29 de octubre, día del desastre, cuando el agua ya se había llevado vidas, casas, coches y puentes y todo lo que halló a su paso, cuando, en palabras de la señora Pradas, “un técnico nos informó de que existe un mecanismo que se denomina “Es – Alert”. Y que se enteró de las riadas a través del alcalde de Utiel. Ahí queda eso.
Menos mal que el teniente general Francisco Javier Marcos, jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME) un hombre que sí conoce sus competencias, dijo que la unidad que él dirige no fue movilizada de inmediato porque no se solicitó su intervención por parte de ningún responsable de la Generalitat Valenciana. Por tanto no fue inacción por parte de la UME, sino tardanza por parte de los responsables políticos de la comunidad valenciana en hacer el pertinente llamamiento. No hace falta decir que es más que seguro que si el gobierno, saltándose el protocolo, hubiera enviado tanto a la UME como al ejército, sin que la Generalitat lo hubiera solicitado, al PP le hubiera faltado tiempo, no hubiera dudado ni un segundo, en acusar a Sánchez de dictador, de inaceptable injerencia, de protagonismo, de afán autoritario, algo muy propio de la tiranía social comunista chavista...etc. que representa el actual gobierno de coalición. Ya le acusaron de eso y de mucho más durante la pasada pandemia.
En lugar de, aunque sea por una sola vez y sin que sirva de precedente, aparcar los odios partidistas; en vez de dejar a un lado la permanente confrontación del PP con el gobierno; en vez de mirar única y exclusivamente por una población sumida en la mayor de las desesperaciones, en el peor momento de sus vidas, desde el minuto uno la oposición, con total desfachatez, ha aprovechado la catástrofe, no solo para señalar a los culpables que, naturalmente, no han sido otros que Sánchez y su gobierno, sino para acusarles de “haber querido sacar tajada política de la tragedia de Valencia”, en palabras, cómo no, del miserable e indecente portavoz Tellado que, junto al resto de sus compañeros de partido, no ha dejado ni por un minuto de intentar, aunque cada vez con menos eficacia, porque la acusación carece por completo de argumentos, de pies y cabeza, de culpar de la tragedia al gobierno, mientras no dejaban de contabilizarse muertos. Y ni por un minuto se ha dejado de intentar salvar como sea al insalvable Mazón, que estuvo misteriosamente desaparecido durante unas horas clave, un tiempo precioso donde la población, o al menos gran parte de ella, convenientemente alertada, hubiera podido ponerse a salvo.
Ni la mayor catástrofe acaecida en España por causas naturales, ni la más inabarcable destrucción que hemos visto nunca, ni la más total y absoluta catástrofe donde de miles y miles de personas lo han perdido todo, muchos de ellos la vida, han conseguido que la oposición y su poderoso brazo mediático de propaganda hayan tenido la decencia, la sensatez, la responsabilidad de apartar por un tiempo sus luchas partidistas y acordar una tregua para trabajar junto al gobierno en la ingente y urgente tarea de reparar, arreglar, recomponer, reconstruir todo lo arrasado y destruido.
Pero por suerte la gente, con su apoyo incondicional, su solidaridad, su empatía, su imparable corriente de simpatía, de fraternidad, de solidaridad con los necesitados de todo, ha estado por encima de todos los mezquinos cálculos políticos, por encima de la antipolítica desplegada por la oposición. La gente, una vez más, y las que sean necesarias, han dado una lección de humanidad, de generosidad sin límites. Una vez más la gente desplegó, desató, una imparable marea de ayuda, mucho más fuerte que ningún desastre, que ninguna inundación.
Una vez más ha ganado la gente y su sensibilidad, su bondad, su desprendimiento, su sentido humanitario, su largueza y su grandeza, su necesidad de unirse y organizarse para ayudar a los que sufren, a los que lo han perdido todo. La gente y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, unos profesionales que también han estado a la altura, demostrando una vez más que los impuestos, ésos que tanto quieren recortar los mismos de siempre porque los ven como un gasto innecesario, no solo sirven para algo, sino que sirven para mucho. Y ojalá que, aunque sea por una vez, sea verdad eso de que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Ya va siendo hora. Pero, por si el tiempo tarda mucho en poner a cada uno en su sitio, recordemos que nosotros mismos podemos acelerar ese proceso con nuestro voto.