23 de Febrero de 2025
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Christoph Heusgen. Lágrimas en Munich

Christoph Heusgen, diplomático alemán, ha puesto un colofón sentimental, teatrero, íntimo y cercano a la Conferencia de Seguridad de Múnich. Ha llorado. Parece la respuesta más original a la monumental bronca que el vicepresidente de EEUU  J.D. Vance les ha largado a los atolondrados y serviles líderes europeos más preocupados de su propia propaganda que en resolver asuntos verdaderamente útiles para la ciudadanía europea. Lo dicho, tras la reprimenda por la manipulación informativa y la rampante censura de aquello que no coincide con sus designios, vienen los llantos. Tras todo ello los dirigentes europeos han hecho lo que se espera de ellos, o sea, reunirse para no decir nada salvo las consabidas cantinfladas cambiando tan sólo el escenario, Múnich por París a instancias de nuestro Napoleón del s. XXI . Me refiero a Macron naturalmente. Mientras tanto las decisiones realmente trascendentales se cuecen entre Washington y Moscú y digo cuecen en sentido literal porque se han marchado a las tórridas tierras de Arabia. Lo que se acuerde tal vez implique el reparto de un país antes soberano ( o se hacía pasar por tal ) como Ucrania tras tres años de guerra y cientos de miles de muertos.

¿ Porqué lloraba Heusgen ? Puede ser que se haya intoxicado con su propia propaganda, es decir la de la UE, que se resume en la lucha por la democracia, la libertad y el derecho internacional contra el malvadísimo Putín que, muy enfermo y medio loco se proponía invadir Europa para que todos bebiésemos vodka y cantásemos Kalinka como los coros del Ejército Rojo. Eso implica que alguien con la experiencia de Heusgen se habría tragado una sarta de increíbles bufonadas del bien contra el mal, algo muy imprudente e impropio de un político avezado. Una segunda hipótesis para su desconsuelo es que se sienta arrepentido de no haber parado de decir mentiras en estos últimos años. A diferencia de otros líderes europeos Heusgen experimenta culpa. Pudiera ser. Lo mismo tiene corazón y le remuerde la conciencia de tanto censurar y desinformar. Una tercera posibilidad es que estuviese haciendo teatro para aplacar al vicepresidente Vance y que deje de ponerles de vuelta y media una vez comprobada su sensibilidad. Incluso en este caso puede que busque una penitencia redentora. Bueno, tal vez quisiese cariño y un fuerte abrazo de alguien comprensivo con su dolor moral. Es menester contar con esta posibilidad. pero ciertamente si su pena es sincera y sus ideales representados por la UE de democracia , libertad y bla bla bla se han derrumbado es que desconoce en lo que ha derivado la UE. No  hablo de Europa, un concepto más geográfico que otra cosa, sino  de la UE, un mamotreto que aspira a regular hasta las horas para ir al baño a cuya cabeza se sitúa una Comisión Europea menos democrática y más cara que la Corte de Luis XIV dirigida por Úrsula von der Leyen sobre la que recaen serias sospechas de corrupción. Si esta es la razón del llanto de nuestro protagonista germano, imagino que sus lágrimas correrían como impetuosos ríos cuando a sus compatriotas les volaron el Nord Stream, o cuando se destapó el " Qatargate". O quizás son lágrimas de impotencia por no influir todavía más en los resultados electorales de los países miembros ( y de otros, no nos engañemos). Ya lo sé, llora por todos los muertos de la guerra de Ucrania, un sangriento conflicto que podría haberse detenido casi desde sus comienzos.

Lo mejor que tiene Trump es que ha desnudado sin piedad la hipocresía europea y la de su propio país, de paso, durante el mandato de Biden. Ha expuesto sin tapujos los mangoneos de las élites corporativas occidentales de estos últimos años. El nuevo Emperador no nos va a explotar por nuestro bien sino porque puede y por lo menos no se reirá de nosotros añadiendo la burla al expolio. Y es de agradecer también que nos libere de las monsergas " woke" que ya resultaban insufribles con tanto reiterar adjetivos, pronombres y sufijos de género que hacían a los discursos más largos y aburridos  que los de Fidel Castro en sus buenos tiempos..

Solo queda una hipótesis final. Que llorase de risa pensando en un ejército europeo que sin duda se batiría con tesón inigualable por los paneles solares, la legislación verde, las vacunas mensuales y los tapones de las botellas. Me parto.

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