El 26 de septiembre de 2022, cuatro explosiones submarinas rompieron tres de los cuatro tubos del gasoducto Nord Stream, situado en el fondo marino del mar Báltico. Los investigadores llegaron a la conclusión de que las roturas de los gasoductos fueron el resultado de actos deliberados de sabotaje. El ataque provocó la destrucción de unos 20.000 millones de dólares de infraestructuras internacionales, capaces de satisfacer alrededor del 30% de la demanda total de gas de la Unión Europea. Este incidente constituyó un audaz acto de guerra que provocó una oleada de afirmaciones infundadas de los principales analistas geopolíticos en la televisión y la prensa.
Los gobiernos occidentales, con las destacadas excepciones de funcionarios polacos y estadounidenses, se abstuvieron en gran medida de hacer acusaciones precipitadas. Rusia culpó al Reino Unido y a Estados Unidos. Pero España, quizás actuando fuera de lo habitual, no dudó en señalar directamente con el dedo.
El sabotaje es una «clara señal de cómo Putin juega a la provocación permanente», dijoTeresa Ribera, ministra española de Transición Ecológica, tres días después del ataque. Luego intentó leer la mente del líder ruso: «Esto confirma el mensaje de “sé jugar duro con respecto al suministro energético”».
Horas después, en una rueda de prensa aparte, Ribera redobló sus comentarios, pareciendo conocer los pensamientos íntimos de Putin: «Y esto, a mi juicio, se puede vincular muy probablemente con esa vocación de provocar permanente desde el Kremlin, mandar un mensaje de “estoy en condiciones de hacer cualquier cosa y no voy a tener la menor duda en seguir utilizando la energía como un chantaje real sobre la población europea hasta que Europa quede dividida o respalde a Vladimir Putin”».
Acuse de recibo del Ministerio de Transición Ecológica de España
En los aproximadamente dieciséis meses transcurridos desde la conjetura de Ribera, ha salido a la luz mucha más información sobre el sabotaje, ninguna de las cuales implica a Moscú en el crimen. Ni un ápice de los datos obtenidos durante nuestra expedición independiente a los cuatro lugares de las explosiones el pasado mes de mayo, incluidas imágenes submarinas de drones, vídeos e imágenes de sonar, sugiere la implicación de Rusia. El fiscal jefe de la investigación sueca dijo que la creencia de que Rusia era responsable «no era lógica», mientras que los investigadores alemanes han “descartado” la relevancia de los buques rusos observados cerca de la escena del crimen. Los reportajes han atribuido el ataque a Estados Unidos o a Ucrania.
Pero con demasiada frecuencia en la política, y en la vida, las falsedades se ven recompensadas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, promovió a Ribera, elevándola al cargo de vicepresidenta tercera del Gobierno actual. «Es una eminencia mundial» en cambio climático y «bastante cañera» con los políticos de toda Europa, dijo Sánchez de ella en junio de 2023.
Aquí en España, la prensa general se ha arrodillado ante esta farsa durante casi año y medio. Ni un solo periodista ha pedido a Ribera que aclarara sus declaraciones, privando a la opinión pública de detalles potencialmente esclarecedores, o proporcionando a la ministra un momento adecuado para retractarse. En su lugar, ha prevalecido el silencio, perpetuando el mito. (Es posible que haya pasado algo por alto, pero la observación es coherente con las tendencias más generales de los medios de prensa dominantes hacia noticias similares, en las que a veces puede faltar un cuestionamiento crítico, lo que conduce a la perpetuación de ciertas narrativas sin un examen exhaustivo).
En un intento de romper el mito y el silencio, me puse en contacto con la Sra. Ribera para preguntarle si seguía sosteniendo que Rusia era la autora del atentado y para ofrecerle una oportunidad justa de presentar las pruebas que pudiera tener. Hasta la fecha, no ha hecho ningún comentario.
Sin embargo, las consecuencias de las acusaciones precipitadas de Ribera, realizadas sólo tres días después del sabotaje, se materializaron de inmediato. Sus declaraciones no sólo aparecieron en las portadas de los periódicos españoles, sino que fueron recogidas por los principales medios de comunicación internacionales, lo que brindó a los medios del establishment la oportunidad desesperada de propagar una historia engañosa. Un titular de la CNBCdecía: “España dice que las fugas de gas de Nord Stream son probablemente un acto deliberado, y señala a Rusia”. A continuación, el artículo hacía referencia a un reportaje de la CNN en el que se afirmaba que, al parecer, se habían visto barcos rusos en las inmediaciones de las fugas. Sin embargo, ni la CNN ni la CNBC se molestan en mencionar que tanto los buques rusos como los de la OTAN se observan con frecuencia en esas zonas del mar Báltico.
Un artículo de Reuters, al que hace referencia CNBC y en el que aparecen las declaraciones de Ribera, ofrece una oportunidad adicional para que los investigadores del periodismo y la comunicación examinen el enfoque y el tratamiento empleados por las organizaciones de prensa en su cobertura del incidente del Nord Stream. Inmediatamente después de citar a la ministra declarando que «“Fue un acto deliberado y, en mi opinión, es muy probable que esté relacionado con el impulso de provocación constante del Kremlin”», aparece la voz editorial de Reuters: «Sus comentarios hacen eco de las opiniones de funcionarios alemanes, daneses y suecos que hablaron abiertamente de un probable sabotaje...».
El enmarque de Reuters, aunque no afirma explícitamente que los otros funcionarios europeos creen en la atribución rusa, crea una asociación implícita entre la declaración de Ribera y la creencia compartida en la culpabilidad del Kremlin. Al colocar las frases directamente una tras otra, Reuters refuerza una narrativa que sugiere un consenso sobre la implicación del Kremlin, en lugar de limitarse a reconocer un entendimiento compartido de que el atentado fue intencionado. Esta fusión oculta la marcada diferencia entre el sabotaje intencionado y la atribución de la culpa a un autor específico.
Reuters y CNBC publicaron artículos con los comentarios de Teresa Ribera.
Otra oportunidad para desmontar esta distorsión de la verdad se desperdició el mes pasado en Madrid, donde Ribera participó en una sesión de preguntas y respuestas de 45 minutos en la sede del Nueva Economía Fórum (NEF). Unos cuantos periodistas de los principales medios de comunicación le lanzaron preguntas superficiales sin apenas seguimiento. La propia Ribera habló de la guerra de Ucrania en al menos dos ocasiones durante su intervención, citando sus repercusiones, como «el crecimiento absolutamente demencial del precio del gas en los mercados internacionales». Sin embargo, el ataque a los gasoductos Nord Stream (posiblemente el mayor acto de sabotaje industrial de la historia) no se mencionó en absoluto.
Si el subtexto de las no-declaraciones de Ribera en la NEF hace “eco” de alguien, es de las del Secretario de Estado Antony J. Blinken. Blinken, tras descubrirse las fugas en los gasoductos, declaró inicialmente que el sabotaje «no beneficiaba a nadie», pero luego se refirió a éste como una «tremenda oportunidad», destacando que Estados Unidos era «ahora el principal proveedor de GNL a Europa».
España es «un gran país que está muy bien posicionado, muy bien preparado para utilizar esta oportunidad [la crisis energética]... en nuestro favor y en favor del continente, donde nos sentimos identificados por valores, y proyectar hacia fuera en relaciones con terceros», dijo Ribera.
Los últimos acontecimientos confirman estas declaraciones. En febrero de 2023, la alemana BASF, el mayor grupo del sector químico mundial, anunció planes para suprimir puestos de trabajo y trasladar parte de la producción fuera del país. Según un reportaje del New York Times, la empresa informó de un descenso de sus beneficios, que “atribuyó a los cambios en la demanda mundial y a la pérdida del gas natural ruso barato que ha sido la base de la empresa durante décadas”. El anuncio se produjo aproximadamente cuatro meses después de que el grupo químico emitiera “un comunicado no programado”, revelando una pérdida de 740 millones de euros vinculada al gasoducto Nord Stream 1.
¿Adónde irían a parar algunos de esos empleos recortados? Spain.
Tres semanas más tarde, BASFanunció sus planes de establecer centrales internacionales de ingeniería en Madrid y Tarragona. Y Volkswagen, siguiendo el ejemplo, empezó a construir plantas en España mientras recortaba puestos de trabajo en Alemania.
«Creo que el ejemplo de estos años pone de manifiesto hasta qué punto hemos [la Unión Europea] tenido capacidad de reacción frente a las grandes crisis que hemos vivido», dijo Ribera durante su intervención en el NEF. La crisis energética se mitigó «gracias a Europa y gracias a la capacidad de dar una respuesta unida, flexible, solidaria entre nosotros», añadió.
Sin embargo, en un momento en que la economía alemana, en su día motor de la UE, y los trabajadores alemanes se enfrentan a unos precios de la energía por las nubes, la ministra no mostró nada de la “solidaridad” invocada en sus declaraciones. Tampoco pareció darse cuenta de que algunos de sus comentarios tenían la consecuencia (probablemente involuntaria) de socavar su propia idea de que se «puede seguir haciendo Europa con nuestras complementariedades, con nuestra voluntad de avance y nuestros valores». Más bien, lo que se mostró fue un caso de schadenfreude involuntario.
La perpetuación de esta farsa incesante en los salones dorados del edificio centenario que alberga el NEF es emblemática de los universos paralelos que habitan las élites y el pueblo en cuyo nombre dicen gobernar. Entre los asistentes se encontraban la vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, y altos ejecutivos de empresas españolas, que aplaudían y sonreían con autocomplacencia.
Los lobbies también hicieron acto de presencia. Uno de ellos, Juan Carlos Ruiz Mateos, “especializado en sectores ampliamente regulados como la alimentación, agenda climática…” Recientemente dijo en un post en X, anteriormente conocido como Twitter: «La desinformación es el mayor reto al que se enfrenta la democracia. Cuanto antes lo asumamos, antes nos pondremos manos a la obra».
«Ayer celebramos elecciones en APRI @Lobby_ES. Los lobistas tenemos nuevo presidente @carlosparry y es un lujo para mí formar parte de la nueva junta directiva, con un equipazo a la altura del reto», dijo Ruiz en otro post en X. «¡A trabajar!».
El nuevo presidente es Carlos Parry. Al ganar las elecciones, asumió el cargo de presidente de la junta directiva de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI). Actualmente hace lobby ante los gobiernos en nombre de AstraZeneca, el gigante farmacéutico cuya vacuna para el Covid se ha relacionado con numerosas muertes súbitas. El nombre de la cuenta en X de APRI es descarado:Lobby_ES. (Una vez escribí sobre AstraZeneca y el despliegue de la vacuna; intento aprender de mis errores).
La gramática del inglés en algunas partes de la biografía de Parry en el sitio web de APRI es dudosa, y su contenido es tan abiertamente descarado como el nombre de la cuenta en X de la empresa de lobbying. “Antes de incorporarse al sector de los asuntos públicos, desempeñó diversas responsabilidades en el sector público, destacando su etapa como asesor en el Parlamento Europeo o en el Ministerio de Sanidad”, se lee. Se trata de la confesión de un caso nada disimulado de la política de puertas giratorias que prioriza los intereses de las grandes fortunas en detrimento de los ciudadanos.
La sesión de preguntas y respuestas de Ribera se vio igualmente empañada por un vínculo directo con la política de las comisiones. Estuvo patrocinada por Asisa, una empresa privada de asistencia sanitaria, y Solaria, una empresa de energía solar, ambas beneficiarias de la generosidad gubernamental repartida durante su mandato en el Gobierno español.
En julio de 2023, el Ministerio de Transición Ecológica de Riberaconcedió 1.625 millones de euros de fondos de la Unión Europea a Solaria. Iván Molinero Camacho, marido de la entonces portavoz del Gobierno y actual ministra de Vivienda, es uno de los consejeros de la empresa.
El patrocinio de Asisa a la charla de Ribera puede ser aún más atroz. Asisa forma parte de un entramado de aseguradoras y proveedores sanitarios privados que recibe de los contratos de la Administración diez veces más de lo que gasta en sus hospitales. Los astronómicos beneficios de la sanidad privada española, garantizados con el dinero de los contribuyentes, “responde a la inyección de recursos públicos en un sector en el que los usuarios ya cubren el 98% del gasto”, según este reportaje.
Este lamentable panorama ilustra una asociación “público-privada” desequilibrada, ya que numerosos estudios han indicado que la privatización de los servicios sanitarios suele traducirse en un aumento de los costes y una disminución de la calidad. Además, estas conexiones entre Asisa, Solaria y el gobierno español ponen en ridículo las pretensiones de Ribera como defensora de “valores”. Pero estas asociaciones pueden explicar tanto sus afirmaciones infundadas sobre el sabotaje del Nord Stream como su tranquilidad entre los círculos de poder presentes en el NEF.
«Pues, yo quiero empezar agradeciendo muy sinceramente y muy cariñosamente a José Luis [Rodríguez, presidente de NEF]. Lo que he dicho antes era broma», dijo Ribera. «Me siento siempre muy bien tratada en esta casa y muy a gusto».