Obligada alusión a la pandemia que sufre una buenaparte del mundo, por la han muerto ya miles de personas y otras muchas estántocadas por la infección descubierta en China a finales de diciembre de 2019,que se manifestó luego en el norte de Italia, y parece ser que España es elsegundo lugar de Europa en manifestaciones. El Gobierno ha decretado el estadode alarma, cierre de empresas, salvo las esenciales, cierre de fronteras conimportantes restricciones. Los españoles estamos confinados en nuestrosdomicilios para evitar contagios, y por tal efecto las ciudades parecenmuertas, sin el movimiento acostumbrado, que nos remite a historias pasadas deextrema gravedad. Esta situación lo es, y la población parece estarconcienciada. Soy de las personas que menos lo padecen, por mi régimen de vidacasera, escribiendo, leyendo, oyendo música y salgo con el perro a tomar elaire. ¿Y los que no tienen perro?
El asunto es muy grave por la paralización económicaque supone, y escucho en la tele a economistas y expertos que analizan lasituación que ponen al gobierno en un gran aprieto. Los sicólogos dan consejospara pasar en trance en casa con los niños pequeños retenidos y los mayoresseriamente preocupados por ello y por su trabajo pues muchos y se han ido al paro temporal, con lo que ello puede significar.
Los mayores somos las personas de alto riesgo, si esque puede aumentarse el que ya nos corresponde por la edad. Bueno, yo aquísentado ante mi ordenador dejando constancia del problema en estas misdesordenadas memorias, recordando lo que mi padre me contó lo de la gripe deldiez y ocho, esa sí que fue trágica, por el número de víctimas millonarias entoda Europa. Afortunadamente ahora la sociedad está más organizada y dispone demayores medios de contención, estándose trabajando a destajo en laboratorios detodo el mundo, con buenas expectativas.
La periodista Rebeca Argudo en “El Español” de hoy 17 de marzo de 2020 escribe Cuestaabajo, sin frenos, y nadie al volante:”Cuando más felices se las prometían, cuando más entretenidos los teníamoshaciéndose los héroes y defendiéndonos de amenazas apocalípticas de inusitadaurgencia -como el terrorismo machista- con medidas firmes, contundentes ydespiadadas -como dejar de utilizar el masculino plural- se nos viene encima elArmagedón en forma de pandemia.
Ellos, que lo tenían todo controlado y que iban adirigir este país desde la épica cinematográfica, con la inestimable ayuda yejemplo de House of cards o Game of thrones, donde la narrativa es loimportante, y les cae encima, pobrecitos míos, la mayor emergencia sanitaria delos últimos tiempos”
Lo suscribo, y por ello lo reproduzco. ¡La que ha caídoa un gobierno de incompetentes ¡ Dicen tener preparados millones y millonespara resolver o paliar el problema. Esperemos la logística mientras vemos que termina todo esto, y salimos acomprar el pan. ¿Y dónde irán a parar esos millones? ¡Que peligro! A juzgar porla experiencia anteriores ¿Habrá otras peticiones judiciales deresponsabilidades? ¿Y resultados como los ERES de Andalucía? Otra pandemiajudicial que se barrunta.
Y hemos llegado aldía 4 de junio de mayo con unas cifras que aumentan y siguen. Preocupaciones,comentarios, críticas. En la red ya no caben las opiniones y soluciones. Losmedios de comunicación son monográficos pues la gravedad del tema lo justifica,y nos van preparando para lo que pueda venir. Habrá consecuencias directas yotras muchas indirectas en las que no queda tiempo para pensar. Los grandesproblemas institucionales y sociales ahí están, y seguirán a la cola desoluciones que se anuncian lejanas y complicadas, afectando a todos. Y como lacabra siempre tira al monte, hoy han logrado aumentar el panorama de mis preocupaciones: las forenses. Juzgados yTribunales prácticamente parados. Profesionales muy tocados. Mas derechoslesionados sin atención. Y ello no es nada al lado de las tragedias cotidianas.Atascos judiciales y otra pandemia judicial.
Nos hemos rodeado de un mundo de ruidos, prisas, y unsin fin de circunstancias que nos mantienen en una situación bastanteestresante, nada favorecedoras de una buena vida, aunque tendríamos queponernos de acuerdo en lo que consiste esa buena vida. Miro a mi alrededor y noveo muchas caras que irradien satisfacción, ahora afectadas por laslimitaciones del estado de alarma, generalizante el arresto domiciliario, queacabó con las madrugadas para trabajar, la carencia de tiempo para la familia,a la vez que nos ha proporcionado tiempo para la lectura, para la meditar sobreel sentido de nuestra vida. Tampoco mucho, porque si se nos ha ocurrido estaratentos a los que ocurre fuera de casa, en la tele, en la redes sociales y enla prensa, es posible que nos haya llevado a una especie de desasosiego y depreocupación cuando no al paro, a los “ ERTES”, o las desavenencias familiaresderivadas de una mayor convivencia. Todo un problema social de ampliaenvergadura generador de ambiente enrarecido, y muy preocupante. Ahora lapandemia puede ser familiar por el número de conflictos que ha salido a la luz
Pero para algunos ha propiciado momentos de reflexiónsobre el sentido de esa vida ajetreada que nos hemos buscado. Algunas lecturasnos pueden haber ayudado a la meditación. ¿Qué es lo que pretendo? ¿Cuáles sonmis metas? ¿Y mis preferencias? ¿Encuentras algún sentido a tu vida?. El humanoes un animal pensante, y aunque los condicionantes presentes no facilitennuestros pensamientos más positivos, algún mecanismo de autodefensa puedefuncionar, y te encuentres en momentos de soledad, que inevitablemente tellevan a la reflexión, que puedes rechazar porque no es tu fuerte, o no está entu camino, o puedes llevarla a discurrir por los horizontes positivos delrealismo vital, buscando una paz interior por las que han derivado los sabiosque en mundo han sido. Bueno, tampoco hace falta ser un sabio para intentardiscurrir sobre los extremos interesantes en nuestra vida. Lo cierto es queesta reclusión puede proporcionar momentos de esa paz interior provechosa paranuestros andares humanos, que a la vez nos evitará caer en cabreos y maleshumores derivados de las calamidades y miserias humanas que han proliferado a consecuencia de estapandemia cruel que nos azota. Paz interior, ¿ de que nos están hablado, con todolo que tengo encima? Eso que tenemos encima no va a desaparecer con los maloshumores, pero algunas personas pueden hacer uso de su inteligencia y aprovecharel tiempo recobrado y de soledad para buscarla tratando de centrarnos en lo querealmente nos interesa, en encontrar el mejor camino no solo para salir deltrance, sino para marcarnos retos futuros, sobre unos cimientos que podamosestablecer, para que nuestro edificio no se derrumbe, y tratemos de encontrarun sentido a nuestra vida. Casi nada. Utopías de filósofos baratos. Hay quetener cuidado con los caros y afamados como Schopenhauer, y Spinoza quesumieron a Don Miguel de Unamuno en las profundidades de un espíritu sin calma.Las consideraciones y argumentos más baratos están al alcance de todos, bastacon que pongamos en marcha algunos mecanismos de defensa intelectual, porquetodo el mundo quiere prosperar, ir a mejor, y para ello lo primero y principalreside en mover nuestra voluntad hacia lo que realmente interesa, aprovechandoesos momentos de soledad, que la pandemia nos ha proporcionado, dejando a unlado los ruidos políticos y sociales alimentados por movimientos nocivos. ¡Quépena da ver a los padres de patria, insultándose y sacando los trapos sucios!En ese ambiente ¿quién se va interesar por resolver los verdaderos problemas?
Vamos a lo nuestro. Busquemos respuesta a losanteriores interrogantes y escríbelas. Vuelve sobre ellas una y otra vez porquelo que tienes es tiempo. Cierra los ojos y deja discurrir a tu mente. Puedesencauzarla hacia pensamientos positivos, mientras saboreas el silencio, si esque lo consigues, y pronto recibirás los frutos que te puedan acercar a esa pazinterior. Conciencia y voluntad de confluencia y aproximación. Se, que serádifícil cuando se tienen problemas muy próximos, que además nunca faltan. Y sillegas leer estas escrituras, pensaras en mi ingenuidad, buenismo, y navegaciónpor las alturas. Y aciertas, pero a mí me han servido. Bien es cierto que losaños estabilizan el espíritu, y te aproximan al final relativizador de tantascosas.
El día 25 de mayo salí a la calle por primera vez,acompañado de mi amigo Juan Luis. El trayecto de siempre, por la Rúa hasta laPlaza Mayor. Nos sentamos en el banco de nuestro último encuentro con Manolo,que fue el día 10 de marzo. Guardamos silencio en recuerdo del amigo que se haido por este dichoso bichito. Tan increíble, como cierto que no lo volvamos aver. No disfruté del paseo porque su recuerdo me rondaba. ¡Como no voy a pensar!
Gracias a mis amigos los internautas que me envíanmensajes, que me recuerdan, que me hacen meditar. A mi compañero de aposicionesa jueces Tomás Maíllo, a mi cardiólogo asturiano Gustavo Iglesias, a micompañero de cátedra Manolo Peláez, a mi cuñado Benito Diego, a mi discípuloJesús H. Galilea, a mi paisano Juan LuisRedondo, y cuantos se han acordado de este septuagenario avanzado, que cumplereligiosamente con el arresto domiciliario acordado por el Gobierno, y a laespera que se decrete el final, con tranquilidad ajena a tantos desvaríos,insultos, agravios y faltas de la educación más elemental por parte de muchos,que además se han dejado ver plumero de la intolerancia.
Y llegamos al cuatro de junio para conocerse laprimera sentencia condenatoria de la Administración de un Juzgado de lo Socialde Teruel por no facilitar protección a los sanitarios y haber vulnerado losderechos de los trabajadores y empleados públicos condenando al Servicio Aragonésde Salud en una sentencia de 128 folios repasando la cronología de la pandemia,de los casos habidos, y personas fallecidas señalando que “La pandemia no puede considerarse que haya sidoun supuesto de fuerza mayor, imprevisible e inevitable. (…) Enconsecuencia, ni se les puede eximir a las demandadas de la aplicación dela normativa de prevención de riesgos laborales ni pueden eludirsu responsabilidad de proteger a sus trabajadores y empleados frente a losriesgos en su trabajo, amparándose en estar ante un supuesto de fuerzamayor, o de riesgo catastrófico que no lo hay” y condenando a proporcionar a los empleados públicossanitarios del Grupo de clasificación A, en todos los centros de salud, losequipos de protección individual adecuados, por riesgos de exposición anteel agente biológico virus SARS-CoV-2 y el riesgo de contagio o infeccióndesarrollando la enfermedad Covid-19, en el momento que disponga de ellos.
Sentencia que puede quedarse en una buena declaración de intencionespues la condena que contiene de proporcionar medios de protección adecuados,tiene un recorrido muy corto o muy largo, según se mire, porque quien y cuandose va establecer que los equipos de protección sean los adecuados y quesentencia se considere cumplida.
Lo que si ha ocasionado es un importante revuelo en los medios a los quese refiere, por la doctrina que contiene, aunque deberá aplicarse a casosconcretos para valorar cuales son los medios de protección adecuados en cadacaso.
En todo caso, es la primera de las muchas que se hanpresentado y de otras tantas que se anuncian, de una solución incierta-entiendo- porque la casuística es muy diferente, y entre tanto pescador en riorevuelto, otra pandemia judicial esta servida.