14 de Marzo de 2025
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lealtad

La lealtad es un valor muy escaso en nuestros días porque, al igual que la nobleza o el compromiso, supone implicación y entrega, cualidades casi inexistentes en la sociedad moderna.

La Lealtad es una especie en peligro de extinción atrapada en una época donde todo se mide en función del beneficio y los intereses personales.

No se puede ser leal a medias.
No se puede ser leal solo cuando resulta cómodo o provechoso. No existen diferentes clases de lealtades, ni lealtades con matices.

Muchos confunden la lealtad con la sumisión, pero no pueden estar más equivocados. Ser leal no es obedecer, sino mantenerse firme cuando todo lo demás se tambalea. Es sostener a los tuyos sin que te lo pidan. La lealtad se ha convertido en un acto de resistencia.

Los tiempos cambian, pero los valores no deberían hacerlo. Quienes renuncian a la lealtad  en nombre de la modernidad solo justifican su fragilidad. Un mundo sin lealtad es un mundo de traiciones constantes, de lazos efímeros, de intereses disfrazados de afecto. Es un lugar donde nadie sabe en quién confiar y donde todo se basa en lo que conviene en cada momento.

La lealtad no está en las palabras, sino en los actos. No se trata de grandes discursos ni de promesas solemnes, sino de la capacidad de estar, de sostener, de cumplir incluso cuando nadie está mirando. Quien es leal no lo es porque espera algo a cambio, sino porque entiende que la verdadera grandeza radica en la coherencia entre lo que se siente y lo que se hace.

Ser leal es elegir, día tras día, mantenerse firme en lo que se cree. Es un acto de coraje en un mundo de tibios, una declaración de principios en medio de la indiferencia. Y aunque hoy la lealtad sea un valor en extinción, sigue siendo el único refugio para aquellos que se niegan a vivir con el alma hipotecada.

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