Ni el mejor futurólogo sería capaz de adivinar si, para cuando usted pueda leer esto, se habrán resuelto dos conflictos relevantes que afectan a los poderes legislativos de ambos países.
¿Habrán hecho las paces en USA los “republicanos” más o menos “trumpistas” que, a pesar de tener mayoría en la Cámara de Representantes, no consiguen elegir a su presidente?
¿Habrá desaparecido del Reino de España la amenaza que se cierne sobre cualquier parlamento, estatal o autonómico, si los titulares de sus escaños vuelven a parlamentar sobre temas que molestan a los jueces más poderosos?
Por cierto, si en un parlamento no se puede parlamentar sin otra condición que la de no escupir al adversario mientras estás hablando, lo correcto sería cambiarle el nombre. Quedaría bastante cutre volver a titular “Congreso” y “Senado” y sería un abuso demasiado llamarle “democracia” al sistema.
Algo me dice que los americanos resolverán antes su crisis que los españoles la propia y es entonces cuando me viene pensar que, aunque parezca mentira, en ciertas sociedades puede ser más difícil recordar pasados que acertar futuros, pues las especulaciones son como las loterías, mientras que los traumas ocupan los cerebros y cierran al mundo sus ventanas.
En el Reino de España, ya que estamos, los que mandan llevan más de cuarenta años intentando hacernos olvidar que la monarquía fue restaurada durante otras casi cuatro décadas en las que gobernaba el miedo y recordar estaba directamente prohibido.
Tras pedir disculpas por el paréntesis antifranquista que tantas veces se cuela en medio de estas letras, vuelvo al caso que nos ocupa y como hoy es la única noche de los Reyes que ni mienten ni roban, es decir, la de los Magos, y, además estoy generoso conmigo mismo, he decidido regalarme un recuerdo propio y cercano, aunque quede un tanto pedante y casi maleducado.
Pero si una coincidencia puede servirle a alguien de algo, no vamos a ocultar un buen fondo por culpa de una mala manera.
Porque fue pura casualidad y, por tanto, nada de qué presumir. Resulta evidente que en la primera semana de diciembre nadie podía saber que un aspirante a presidir la Cámara USA sufriría más que nunca para ser elegido, ni tampoco que las bocas de todos los senadores españoles serían cerradas por un solo juez entre once y, además, con el cargo caducado.
Así que no le entretengo más en esta pantalla y le propongo emigrar a esta otra:
por si le parece que la osadía que en ella se expone puede ayudar a que los poderes legislativos de ambos países reflejen mejor la voluntad popular y sean más respetados por los otros dos poderes, cada vez más poderosos, valga la redundancia, aunque también menos cercanos al voto del electorado. ¿Será por eso?
Y las de todas las democracias del mundo, ya que en el planeta Tierra cada territorio está cada vez más cerca.
Su aplicación sería perfectamente viable, aunque, tal como ha ocurrido con los interesantes coches eléctricos, por poner un ejemplo conocido, durante demasiado tiempo prevalecen intereses tan potentes como contrarios al progreso.
En este caso contra lo de ir progresando hacia una democracia cada vez más democrática, y vuelvo a pedir disculpas por esta nueva licencia, que esto que usted acaba de leer no sé si será algo, pero, desde luego, no parece literatura