En este país devoto de Frascuelo y de María, no he escuchado, ni leído crónica alguna favorable a la “aparicion” del Fiscal-Jefe García Ortiz, en la “solemne” apertura del Curso judicial.
Así pues, permítanme que, desde mi modesta condicion de heterodoxo y Abogado, sea el primero en felicitarme por ello.
En España, la justicia se ha convertido en una trituradora de seres humanos y apenas quedan aquellos Magistrados y Magistradas, que antes de sentar a algún ciudadano en el banquillo, practicaban todas y más pruebas que pudieran desvirtuar la presunción ahora instaurada de culpabilidad. Aqui ya no se trata de que concurran los elementos del delito, sino has de ser tú el que haga valer tu inocencia.
Dicho de otro modo, la justicia es el pajarito dentro...
Aquellos hombres, de los que fue precursor con sus votos particulares Jiménez de Parga en el caso Juan Guerra, nos evocaron aquel Derecho que se edificó en Europa después de la II Guerra Mundial.
Además de democracia, de Madison, de Whitman o Bolivar; de la Revolución francesa y de la que –hasta Trump- parecía la perfecta democracia americana, nos hablaban de garantías, de la proscripción de las causas generales, del fruto del árbol envenenado y pensaban, como Ihering. que era un deber del justiciable hacer valer el derecho de defensa, por estéril que pudiese lucir.
Frente a aquella edad luminosa, de estrellas en el ocaso y que parece solo permanecer en nuestra memoria, como lágrimas en la lluvia, me ha parecido muy bien que un Fiscal que se sentará en un banquillo, nos hable precisamente de eso.
Del daño reputacional; de las filtraciones que acaban destruyendo familias. De eso que se inicia con la asimetría penal y acaba en la supremacia del indicio sobre la prueba.
Siendo objetivos, uno se plantea qué hacía allí otrora el Emérito y la razón por la sobredosis posterior de canapés. Y más aún, qué hacen deshonrando la toga, vocales nombrados a dedo como Enrique Arnaldo.
En fin, que me congratula que un Fiscal (cuyo procesamiento también fue alentado por algunos compañeros de carrera progresistas), nos hable precísamente del lamento de los que no tienen voz, y de cómo debiera estar prohibida la autolisis social.
Como me contaba Mercedes Coghen, (sentada en el sitio presunto reservado para Ruiz Gallardón en el caso Palma Arena), no hay banquillo sin sobredosis de antidepresivos; o pena sin divorcio o extradición de tus hijos.
El Consejero Vallejo, exonerado de los ERE, se preguntaba cómo explicar estas plagas a esos vástagos, para los que sus padres siempre deberían ser perfectos.
En fin, que debería existir una asignatura en la Escuela Judicial, sobre la equidad y la piedad, que no son monopolio de los púlpitos de San Pedro. Somos el país del miedo y les aseguro que cada silaba errática, acaba estallando en el fallo de una Sentencia.
Y acabo antes de que el tiempo nos alcance.
Sigo sin entender por qué las Sentencias se dictan en nombre de Rey, cuando la Constitución proclama que la soberanía radica en el pueblo.
Quiero acordarme de los inocentes, (como lo es -por ahora- el Fiscal García Ortiz). No deja de tener su gracia que sea la voz de los que yacen en camastros o sepultados por las murmuraciones.
También del exilio en Waterloo o de esa flota –a la que algunos quieren hundir- hacia Gaza. Antaño fue Couso o el hijo de Julio Anguita.
La única verdad universal es que no hay balas perdidas.
Sea como fuere, le doy la bienvenida al club al desventurado Fiscal procesado Me ha encantado que poder hablar de la lepra y de que sea noticia.
Uno que es ateo, comparte que solo los que la padecen, verán a Dios.