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Los listos y los exigentes de siempre

08 de Mayo de 2025
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Los listos y los exigentes de siempre
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su comparecencia este miércoles en el Congreso

Cada vez que sucede un hecho sorprendente e inesperado que afecta a amplias capas de la sociedad o a toda ella, como el apagón total del 28 de abril, siempre surgen, como los mosquitos en verano, dos tipos de personajes: los sabelotodo y los apremiantes que quieren respuestas ya sobre la causa y razón de lo sucedido, para tener cuanto antes un chivo expiatorio al que echarle la culpa e iniciar la ordalía. Me sorprende —y no sé por qué, pues siempre sucede lo mismo— qué ante hechos de similar envergadura aparezcan en minutos, como las setas en otoño, personajes legos en la materia que se atreven a explicar por qué se produjo el apagón en una estructura compleja como la malla de conexiones de la red eléctrica nacional. 

Todólogos que enmarañan el problema cuando aseveran, sin conocimiento ni datos, que todo pasó por la entrada de un mayor flujo de electricidad proveniente de las energías renovables que desbarató la red. Que saben dónde fueron a parar los 15 megavatios que desaparecieron en cinco segundos del sistema. Que tienen claro que todo comenzó en los nodos eléctricos de Andalucía y Extremadura. O que la responsabilidad es de los franceses que no quisieron suministrarnos flujo eléctrico. Sabiondos que, sin atributos profesionales en la materia, se lanzan a opinar sin escuchar a los expertos que, con la ponderación que da la experiencia y el conocimiento, no se atreven a dar un porqué definitivo a lo sucedido, hasta tener todos los datos y poder valorarlos en su conjunto.

Esperar, valorar y concluir requiere de tiempo de análisis, pero los medios de comunicación no dan tregua exigidos por la velocidad y competitividad impuesta, precisamente, por la electricidad que nos ha traído la era de las prisas: de la aceleración que deja poco margen para el análisis y la reflexión. Elementos esenciales para hallar la causa objetiva, que los defensores de intereses espurios y sus voceros, no están dispuestos a esperar lanzándose, desde el minuto uno, a acusar al Gobierno de responsable del apagón. Ataque sin fuste ni apoyo en ningún dato objetivo, porque la Red Eléctrica Española no es un organismo público: el Estado solo tiene el 20% a través de la SEPI, mientras que el 80% está en manos de inversores privados; y porque carece de lógica que el Gobierno obtenga algún redito por propiciar un apagón nacional o por ocultar la causa del mismo.

Pero a Feijóo le da igual, pues hace mucho tiempo que él y su partido abandonaron la racionalidad en su acción política, guiada por el acoso constante al Ejecutivo, en la ilusión de que con esa artimaña lo tumbarán.  Berreo que olvida que la ciudadanía sigue esperando que el PP reconozca la desastrosa gestión del Prestige, del Yak42, las mentiras que vertieron sobre los atentados del 11M o sobre las armas de destrucción masiva que nos arrastraron a un conflicto bélico interesado que la sociedad no quería, ¡No a la guerra!, solo para que Aznar se hiciera una foto con los pies encima de una mesa junto a suamigo Georges Busch, que lo llamaba Ansar y se jactaba de no haber leído nunca un libro.

Esquema mental de guerra unilateral permanente contra el Gobierno, que impide llegar a acuerdos para solventar problemas de Estado, como averiguar las causas objetivas del apagón, que Feijoo aprovecha para poner sobre la mesa el debate ya superado de la energía nuclear, que los expertos ya han dicho que no hubiera evitado el apagón. Debate que busca enfrentar la energía nuclear, que beneficia a las multinacionales energéticas, con las renovables que permiten el autoconsumo eléctrico por los ciudadanos, lo que las hace perder el control total del mercado energético. Sin embargo, Feijóo hace oídos sordos al debate abierto sobre la necesidad o no de nacionalizar la red eléctrica nacional que, por ser una infraestructura crítica, no debería estar sometida al vaivén de los accionistas de grupos privados de inversión.

Nada de esto está en su mente, como tampoco se da cuenta del oxímoron que supone exigir una respuesta inmediata sobre lo sucedido, cuando él, su partido y Mazón, llevan seis meses sin explicar por qué estuvo ausente e hizo dejación de su responsabilidad, durante las horas críticas en las que decenas de ciudadanos se ahogaban por efecto de la DANA. ¡No se puede tener tanta cara dura de exigir las explicaciones que tú no das nunca!

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