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Lo que no nos están contando en las encuestas

17 de Abril de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Electomanía Intención de voto

Encuestas, sondeos, prospectiva, páneles, margen de error… Todos estos conceptos flotan en el ambiente pre-electoral en el que ya está instalada España hasta diciembre. Cada medio de comunicación, partido, administración pública o empresa tiene la suya y, por supuesto, es la correcta, la exacta, la madre de todas las encuestas. Mentira. Todas son mentira. O mejor dicho, todas no cuentan la verdad. Cualquier encuesta tiene un poso de algo que se acerca a la realidad, pero acercarse a la realidad no es la realidad en sí.

Verán que los medios de comunicación de un lado dicen que los suyos son los que ganan. Los del otro dicen que no, que son los suyos los que ganan. En realidad lo que se muestran en las encuestas, si están bien hechas (que esto es un tema que daría que hablar muchísimo), son tendencias. Y cuando las encuestas son tan diversas y las tendencias tan dispares ¿qué ocurre? ¿Por qué nadie explica ese fenómeno? Eso es lo que vamos a intentar explicar porque ustedes no tienen por qué ser expertos en sociología electoral (algunos de los que hacen las encuestas tampoco, no se crean).

1. Las encuestas electorales no se publican para informar

Lo primero que han de tener claro que es que todas las encuestas pre-electorales o los sondeos mensuales no se publican para informar a la ciudadanía del estado de las cosas. Lo normal es que los medios de comunicación se gasten un dinero para obtener una mayor cantidad de visitas y, por ende, aumentar a posteriori sus ingresos publicitarios. De ahí que haya algunos medios que tengan comprometidos sondeos durante todo el año. La información del estado electoral pasa a tercer grado.

¿Por qué tercer grado? Porque los sondeos y encuestas se realizan para influir en las personas que los leen. En unos casos para conseguir mantener unido a los grupos partidistas (“Resistimos” es un eslogan típico, como lo es “aumentamos apoyos”), en otros para minar la confianza de los contrarios. El sondeo sirve para hacer política, muchas veces de baja estofa, no para informar de la situación real. De ahí que diverjan, incluso en tiempos de calma política, las que ofrecen unos y otros.

2. Las encuestas tienen sesgos ideológicos y empresariales

Si se fijan, normalmente las encuestas de los medios de derechas suelen ser favorables a los partidos de derechas (en la lucha intra-derecha sí hay ciertos movimientos), mientras que en los medios de izquierdas sucede al contrario (también con sus movimientos intra-izquierda). Ese sesgo ideológico-partidista ya muestra que algo no se corresponde con la realidad. Si a eso se le añade que las encuestas, como se dijo en el apartado anterior, se utilizan políticamente pueden imaginar que, por ejemplo, ahora Sumar esté siendo potenciado por distintos medios contra PSOE o Podemos. Cabe desconfiar de todas ellas.

A esto hay que añadir un sesgo empresarial. Ninguna encuestadora, bajo ciertas circunstancias, va a presentar unos datos completamente contrarios a los deseados por quien le paga. De ahí que se ajusten, al alza, las respuestas dudosas hacia el partido o partidos que están bajo la cobertura del medio. Las respuestas “No sabe/No contesta” o “Duda si votar al mismo partido” acaban en el regazo de algún partido “favorito” antes que ofrecer los datos tal cual. El famoso voto oculto se transforma en voto concedido. Y no es que el voto oculto no exista, existe y hay mil mecanismos para poder situarlo en algún partido de forma eficaz, es que hay pereza a la hora de escrutarlo correctamente.

Otro tipo de sesgo es que tiene a los “financiadores” de ciertos medios. Si Florentino Pérez está contra algún presidente autonómico que no le está dando suficientes contratos (como suceden en la actualidad), activará a los medios donde tiene publicidad para que carguen contra él. Como sucede en el fútbol, por cierto. Si lo es George Soros &Co. lo mismo.

3. ¿Por qué no se ofrecen todos los datos?

Es curioso que ahora que se está en período autonómico, se hagan proyecciones de escaños de las distintas cámaras, pero no se ofrezcan las tablas, diagramas o gráficos de los datos de voto directo, voto directo+simpatía, proyección de voto o los votos que se estiman para cada circunscripción (en el caso de Comunidades no uniprovinciales). En la mayoría de encuestas se esconden estos microdatos y no es por una cuestión de esconder valores empresariales, no. Más bien es para no mostrar las posibles carencias y sesgos de las encuestas.

Si a eso se le añade que casi todas, por no decir todas, las empresas hacen los sondeos mediante teléfono, lo que ya implica un gran sesgo (por edad, horarios, clase social…). Normal que al final quede la impresión de que todas las encuestas están manipuladas o se hacen mal. Salvo aquellas empresas que llevan mucho tiempo dedicadas a lo electoral –tienen, por tanto una base suficiente para solventar los sesgos de partida–, el resto de encuestadoras van un poco ciegas. Pueden visualizar las tendencias pero jamás los resultados cercanos.

4. Volatilidad

La volatilidad no se encuentra en ninguna de las encuestas publicadas. Cada una es un producto acabado y muy cierto. Sin embargo, para cualquiera con un ojo medio científico, es obvio que se está en un terreno donde la volatilidad del voto es patente. Dudas entre los partidos de izquierdas; dudas entre los partidos de derechas; dudas entre los bloques. El momento electoral parece ofrecer muchas dudas en un porcentaje amplio de la ciudadanía respecto a qué o quién votar en todos los procesos electorales.

Gentes que votarán a Vox claramente en Generales, pero dudan si hacerlo en Autonómicas y/o Municipales (con el añadido de que en numerosos medios se alienta a centrar el voto en el PP, especialmente si es en Madrid o Valencia). Gentes que votarían a Sumar en Generales pero dudan si votar a Podemos o PSOE en Municipales y Autonómicas. Gentes que dudan si votar a su alcalde del PSOE que lo está haciendo bien porque sus periódicos y radios le dicen que si acaba con él acabará con Pedro Sánchez (ya se comentó lo estúpido del argumento). Muchas dudas que nadie está teniendo la valentía de explicar.

5. Un ciudadano sin información

Bien es cierto que muchos ciudadanos no quieren que le ofrezcan una información veraz sino que le animen a nutrir sus prejuicios. Existen muchos otros, empero, que sí desean una información veraz y que se pasman ante este baile de datos tan dispares en unas encuestas y otras. Los sesgos, la volatilidad (cada vez menos personas tienen claro cuál es “su” partido) y el no contabilizar correctamente la posible abstención están impidiendo que el ciudadano corriente tenga una información fiable con la que poder hacer sus cábalas. Luego les acusarán de mentir en las encuestas.

Cábalas que suelen decidirse por cuestiones fundamentadas o por puras banalidades, pero con una información detrás. Cuando nos venden la moto del proceso racional e informado de las democracias liberales (pura ideología como pueden entender), en realidad se obvia que esas mismas personas ocultan que la información para poder racionalizar el voto no existe. Desde que los medios abandonaron el papel o se dejaron arrastrar por lo más chabacano de las redes sociales (TV y Radio) la información siempre llega sesgada, muy sesgada en pos del espectáculo.

En la sociedad del espectáculo la alienación se consigue evitando la información veraz y presentando encuestas con errores mayúsculos. Para ser sinceros, ni en las empresas encuestadoras saben a ciencia cierta qué resultados se podrán dar. Van cuadrando los datos y que sea lo que Dios quiera. Más bien lo que quiera el grupo mediático que financia los sondeos. Al final la gente es más sabia de lo que se creen en los medios y votarán lo que les convenga a nivel autonómico y municipal.

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