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Lo tengo que contar

05 de Abril de 2024
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Lunes noche, veintiuna horas “piem”, en El Intruso de Madrid, uno de esos locales que, si todavía no conoces, aún no puedes decir que conoces bien la noche de la ciudad.

A punto de empezar “LGTBCOMEDYJAM”, nuestra locura de los lunes, el primer Comedy Club de temática LGTBIQ+ de España. Un lugar de encuentro en el que nadie es distinto, mucha risa, mucha reivindicación, humor fuerte y sin filtros. Sin aspavientos ni discursos de odio, humor libre, espacio seguro, buena onda.

Estamos bien acostumbrados, nunca está vacío, nuestra sesión casi siempre tiene la presión que aporta la humanidad apiñada, en sillas, taburetes o colchones en el suelo, que también ponemos si hace falta... a tope!

Pero ese lunes venía flojo, la ciudad se preparaba para el puente, o algo, pero ya veíamos que la asistencia iba a ser poca y tocaría “remar” (remar es lo que hacemos los cómicos cuando la sala está vacía y hay que levantar eso manteniéndose incombustible a la poca respuesta inicial de un público frío y poco numeroso).

Estaba en la calle, fumando un... fumando, cuando ví entrar al local a una familia, padre, madre y dos hijos, de catorce y dieciséis años, eso lo constaté después, todos ellos con bolsas de tiendas. Este detalle, lo de las bolsas, nos dice a los habitantes de Madrid que esa gente están de visita, que no son habituales del local, ni de la ciudad.

Los seguí hasta dentro, me sumergí en la oscuridad absorvente del Intruso, musicón “housero” con Archie Bezos, socio y amigo, pinchando en directo, parecemos el último after del fin de semana...

… observé que los chavales ya se estaban sentando en primera fila y observé también que los padres estaban en la barra, con el encargado, firmando un documento del que dispone el local, en el que, como progenitores, asumen la responsabilidad y autorizan legalmente a menores de edad (sus hijos) a estar presentes.

Me dirigí a ellos, identificándome y adviertiendo a los padres del contenido del espectáculo, aunque les había visto mirar atentamente nuestro enorme roll up de la entrada que no deja lugar a dudas de que aquí dentro vamos fuertes, me sentí en la obligación, como padre, de comentarles el contenido “lúdico/gamberro/festivo/reivindicativo” de nuestra JAM.

“Somos profesores aparte de ser sus padres - me respondieron – vivimos en Andorra y queremos educar a nuestros hijos de forma coherente, hemos visto vuestro espectáculo por las páginas de venta en redes y hemos pensado que sería muy interesante para ellos, que vean cosas distintas a lo que están acostumbrados y desarrollen un criterio basado en el conocimiento de la verdad.”

Recogí mi mandíbula del suelo y felicité efusivamente a esos padres, es un placer encontrar a alguien, además de uno mismo, que crea que a los hijos hay que educarles de esta manera... y que lo aplique.

La sesión fue divertidísima, la poca gente que había entró en conexión, saqué a relucir el caso de la familia, allí presente, conté lo sucedido, les di las gracias a los padres por esa forma de educar que nos evitaría muchos disgustos si fuera generalizada... y, en ese momento, el público arrancó espontáneamente una ovación, ese grupo de gente de distintos lugares y distintas orientaciones sexuales que compone nuestro público habitual les dedicó un enorme aplauso... un reconocimiento, un “gracias”... padres así (y en el colectivo lo sabemos) no abundan tanto como debiera... todo mi vello erizado, sentí una emoción inesperada, vital, inspiradora, estaba pasando algo bonito de verdad..

Involucramos a esa familia en el espectáculo, interactuamos con ellos y también con todos los demás, esos chavales se divertían riendo sanamente al lado de sus padres que estaban también riéndose a carcajadas y pasándolo de lo lindo... un lujazo.

Al acabar, se acercó a mí la familia al completo para despedirse, el padre me felicitó efusivamente y me dijo: “Ha sido un placer y un acierto, estamos muy contentos de haber venido, sois muy buenos y nos hemos reído mucho... nos volvemos a Andorra.”

Yo le respondí: “Viendo qué tipo de familia sois me apena perderme vuestra conversación durante el viaje de vuelta.” Risas, nos chocamos la mano, los chavales también... les miré a los ojos, se les veía felices y divertidos, con esa frescura efervescente que da la juventud sana de espíritu... les miré marchar, esperé a que se cerrase la puerta del local y ...

… y ahí, de pie, sólo y pensando muy fuerte me dije a mí mismo: “Qué extraordinario que haya familias como ésta en las que los padres educan a sus hijos en la diversidad y la tolerancia, poniéndoselo fácil sean quiénes sean en el transcurso de sus vidas... Carme y yo hicimos lo mismo, o lo intentamos al menos, con nuestros hijos.”

Y cuando me giré para reinsertarme a los grupos que estaban conversando y despidiéndose, ví ese grupo de gente, mezclada y charlando animadamente... lesbianas, gay´s, heteros, bisexuales, transexuales, fluidos, pansexuales (que nos viene lo mejor de cada casa), cuando observé la escena pensé:

“Qué orgulloso estoy de lo que estamos haciendo, con Archie, con Libertad, con El Intruso, con todos los que de una forma u otra están, han estado o estarán en este proyecto “HTS”, es verdad que abrimos cabezas sin salpicar, es verdad que aquí dentro nadie se siente incómodo, diferente ni tarado... es verdad que lo nuestro es “Comedia con mucho Orgullo”... y me da igual lo que opinen los demás, yo sé que algo así es necesario, para evolucionar hacia la concordia y la aceptación de todos.”

Y después de pensar eso me fui a la barra, en donde me esperan siempre con una sonrisa en la cara y exclamé: “¿Chupito?”

Le doy las gracias a esta familia por venir, por apostar, a esos padres por ser tan consecuentes y hacer la revolución de la mejor manera que se puede hacer: haciendo que tu forma de vida sea la revolución, y educando a tus hijos en los valores que querrías que tuviese tu mundo ideal.

Andamos inoculando el virus de la comedia LGTB en Madrid, lo hemos hecho en Barcelona, Zaragoza, Valencia, Alcalá, Sant Joan Despí, Fuenlabrada y un largo etc... dejando en cada lugar nuestra forma de verlo y de llevarlo, a través del humor...

Y seguiremos haciéndolo sin odiar a nadie, sin dejar a nadie de lado, sin exigir a nadie que sea de una determinada manera para poder ser incluido en nuestras noches de humor y de amor. Sin pedirle a nadie que cambie, pero exigiendo a todos que no nos obliguen a cambiar.

No necesitamos tu aprobación, pero exigimos tu respeto.

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