“La crisis de se produce cuando lo viejo no acaba de morir, y cuando lo nuevo no acaba de nacer”. Albert Einstein
Estamos asistiendo a un parto complicado, con dolores y sufrimientos, con preocupaciones y miedos, pero que conlleva la esperanza de algo nuevo que ya ha tomado forma y trata de convertirse en el espíritu de una nueva época.
El antiguo paradigma del culto al ego y el materialismo, del hedonismo desenfrenado y en el que los intereses personales y sociales están limitados al individuo, la familia y el grupo de amigos y conocidos allegados, va a ser substituido por el del hombre y la mujer universales, que se consideran UNO, con todo lo existente, y que necesitan y quieren vivir en el amor, respetando y cuidando todo.
Queda atrás la explotación del hombre por el hombre, el deseo neurótico de poder, la codicia, la búsqueda ilimitada de placeres y satisfacciones que solo anestesian momentáneamente la ansiedad de personas que no se conocen a sí mismas. Es la hora del ser humano valiente, que se enfrenta a sí mismo y se explora hondamente con autenticidad, se abraza y se mejora poco a poco hasta que se realiza. Es la transición del Tener, por el Ser.
Tiene que morir la competencia despiadada de egos para dar pie a la colaboración, si es posible desinteresada, o que si existe interés, que sea de provecho mutuo y de la sociedad.
Ha de fallecer la visión que marca diferencias, y nacer la que nos hace ver, claramente que somos un solo campo de consciencia, con diferentes aspectos mentales, y que lo que le hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos.
Nos jugamos el futuro, que no puede ser regresivo, necesitamos cuidar al mañana que está naciendo y hacer de la solidaridad, y el vivir en el amor y en conocimiento una ley. No es posible ya seguir dando alas a los que no entienden que son algo más que ellos mismos, y es necesario despertar de este largo sueño de intentos variados de supremacía, cambiando el vivir para obtener, por el vivir para ofrecer, gozando en el dar.
Nuestra inteligencia está muy avanzada en lo técnico, pero vamos como un niño que conduce un vehículo que transporta plutonio, que puede ser utilizado para dar energía o para crear una bomba.
Lo nuevo es la sabiduría, que se está extendiendo cada vez más mayoritariamente, que sabe que “la mente es un buen sirviente, pero un mal amo”, y que por lo tanto ha de ser iluminada por el conocimiento, y educada por la voluntad, para que se sirva a si misma sabiamente, y a los demás.
Lo viejo, es esa consideración que nos ha acompañado tantos años, en la que nos sentimos separados de los demás y del mundo y por lo tanto los tememos, porque creemos que somos un pequeño cuerpo con una pequeña mente, que solo se puede apoyar en los que considera fiables o que tienen algún tipo de interés para conseguir objetos y medios que den seguridad. Esta concepción lleva al miedo y al deseo neurótico en el que muchas personas viven todavía.
El individuo, a pesar de tener una sensibilidad nueva, necesita ser educado en la aplicación práctica de estos postulados que creen un mundo mejor, tanto a nivel individual, como de sociedad, y de respeto y cuidado de la naturaleza.
La necesidad de saber relacionarse y convivir también son una prioridad. Es preciso que la madurez y mejora de cualidades, y desarrollo de virtudes sea implementado lo antes posible.
Del egoísmo y la egolatría, tanto personal como colectiva, hay que pasar a la solidaridad y el ser consciente. En muchas ocasiones en el proceso de transformación, si no evolucionamos por las buenas es por las malas, a través del sufrimiento, tratemos por tanto de que no sea así, que despertemos y trabajemos para ser mejores y tener un mundo mejor, además de disfrutar de la belleza del mundo, el ser humano por la inteligencia y la capacidad de colaboración que tiene, está llamado a embellecer su hábitat en todos los sentidos. ¡Hagámoslo, no hay tiempo que perder! La verdadera, profunda y duradera satisfacción por el deber cumplido, es el premio del mérito, que eclipsa a cualquier otro logro. Demos la bienvenida a este nuevo espíritu que ve en la anterior etapa actitudes adolescentes, que en gran medida no sabían lo que hacían ni se lo cuestionaban. ¡Favorezcamos el cambio con pensamientos, sentimientos y actos, en nuestro día a día!