Como en la peli esa del sexto sentido, yo creo que los bancos están muertos y los sabemos todos salvo ellos mismos o quienes los dirigen. En origen estaba clara la utilidad de un banco: te guardaba el dinero en sus cajas fuertes, mil veces más seguras que tu casa o tus bolsillos. Y en ese contexto, lógico es que te cobraran por la custodia. Todo almacenamiento ajeno cuesta. Pero pronto descubrieron que lo de cobrar a los depositantes daba unas beneficios ridículos en comparación con el manejo del dinero depositado. El dinero parado no produce. El dinero en movimiento enriquece a cuantos toca. Y se inventó la banca tal y como la conocemos, en la que dejó de tener sentido cobrar a quienes ponían la materia prima del negocio. De hecho, se pasó a lo contrario y te pagaban. Pero en este siglo en el que todo cambia y se desquicia, los bancos han entrado en una espiral surrealista que escapa a la comprensión de sus clientes. Dejan de pagar por el dinero, cierran oficinas, echan a sus empleados, te obligan a atenderte solo en máquinas o en tu teléfono y, como colofón, han decidido cobrar por guardarte el dinero y por cada cosa que quieras hacer con él, aunque sea tuyo. Dicen que si no, no ganan suficiente y nos hundimos todos. Je. Pero todos los años ganan barbaridades multimillonarias.
Están muertos. Cuando un día de estos lleguen (ya están en ello) Amazón o Apple o uno de esos y nos ofrezcan administrar nuestro dinero, gratis y con premios, ¿qué crees que pasará?
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Felipe González está triste. Dice sentirse “huérfano de representación política”. Traducido: que no sabe qué partido votar, porque ninguno le ofrece una representación aceptable. Vaya por dios. Eso nos pasa a todos, hombre. Parece mentira que todo un ex-presidente, el más longevo nunca visto en este país, ignore que se opta por el menos malo, con resignación. Bueno, será que quiere decir otra cosa, porque siempre fue algo retorcido. Como que el PSOE ya no es su partido. Lo cual sabemos todos, empezando por los integrantes de su ex-partido. Hay que comprenderlo. Era una abogado laboralista, de pantalón de pana, patilludo y batallador en favor de los más débiles. Pero ascendió a las cumbres y acabó siempre abogado o mayordomo, no sé bien, de multimillonarios como el mejicano Carlos Slim. Momento en el que ya entiendes menos los apuros del obrero que los de los empresarios, a quienes todo el mundo quiere arrebatar sus merecidas plusvalías, pobrecitos, hombre, viva los multimillonarios, que son la sal de la humanidad. Pero, oye, sufrida tal metamorfosis, que lo asuma. Tienes tres derechas, Felipito, coño, ¿y ninguna te va bien? En las tres están bien vistos tipos como tu y te van a recibir como mereces. Así que menos lamentos de orfandad y déjate adoptar, ya que te avergüenza tu familia de antaño. Por lo demás, disfruta de los millones que van cayendo para ti de la mesa del rico Epulón.