10 de Julio de 2023
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imperialismo

Traducción de Bryan Vargas Reyes

Desde el principio condené enérgicamente la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pero desde ese momento he subrayado que ha habido una fuerte provocación estadounidense para esto sucediera con el objetivo de debilitar a Rusia y detener a China. En la Guerra de Ucrania, el imperialismo estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan. Estoy en contra de todo imperialismo y admito que en el futuro el imperialismo ruso o el imperialismo chino pueden ser los más peligrosos, pero no tengo ninguna duda de que en este momento el imperialismo más peligroso es el de los Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo. De hecho, he argumentado que está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy.

La dinámica del imperialismo estadounidense parece imparable, siempre alimentada por la creencia de que la destrucción que provoca o incita tendrá lugar lejos de sus fronteras protegidas por dos vastos océanos. Por lo tanto, tienen un desprecio casi genético por otros pueblos. Los Estados Unidos siempre dicen que intervienen por el bien de la democracia y sólo dejan destrucción y dictadura o caos tras su paso. La última y quizás más extrema manifestación de esta ideología se puede leer en el último libro del neoconservador Robert Kagan, The Ghost at the Feast: America and the Collapse of World Order, 1900-1941 (Nueva York, Alfred Knopf, 2022). La idea central de este libro es que Estados Unidos es un país único en el mundo en su deseo de hacer a las personas más felices, más libres y ricas, luchando contra la corrupción y la tiranía dondequiera que existan. Son tan maravillosamente poderosos que habrían evitado la Segunda Guerra Mundial si hubieran intervenido militar y financieramente a tiempo para obligar a Alemania, Italia, Japón, Francia y Gran Bretaña a seguir el nuevo orden mundial dictado por los Estados Unidos. Todas las intervenciones estadounidenses en el extranjero han sido altruistas, por el bien de los pueblos intervenidos. Según Kagan, desde las primeras intervenciones militares en el extranjero —la guerra hispanoamericana de 1898 (con el propósito de dominar Cuba desde entonces hasta hoy), y la guerra filipino-estadounidense de 1899-1902 (contra la autodeterminación de Filipinas y que resultó en más de 200.000 muertos)— Estados Unidos siempre ha intervenido con fines altruistas y por el bien de los pueblos. 

Este monumento a la hipocresía y el ocultamiento de verdades incómodas ni siquiera considera la trágica realidad de los pueblos indígenas y la población negra de los Estados Unidos sometidos al exterminio y la discriminación más violentos en el momento de estas intervenciones supuestamente liberadoras en el extranjero. El registro histórico revela la crueldad de esta mistificación. Invariablemente, las intervenciones han sido dictadas por los intereses geopolíticos y económicos de los Estados Unidos, en los que, además, los Estados Unidos no son una excepción. Por el contrario, este siempre ha sido el caso para todos los imperios (ver la invasión de Rusia por Napoleón y Hitler). Los registros históricos muestran que la prevalencia de los intereses imperiales de los Estados Unidos a menudo ha llevado a borrar las aspiraciones de autodeterminación, libertad y democracia y a apoyar a los dictadores sedientos de sangre que resultó en devastación y muerte, la Guerra del Plátano en Nicaragua (1912), el apoyo al dictador cubano Fulgencio Baptista y la operación militar en Bahía Cochinos de 1961, el apoyo al golpe militar en Brasil en 1964 y la caída de Salvador Allende en Chile (1973); del Irán de Mohammad Mossaddegh (1953) a la Guatemala de Jacobo Arbenz (1954); de la invasión a Vietnam para poner fin a la amenaza comunista (1965) a la invasión de Afganistán (2001), supuestamente para defenderse de los terroristas (que no eran afganos) que atacaron las Torres Gemelas de Nueva York,  después de haber apoyado en los veinte años anteriores a los muyahidines contra el gobierno comunista respaldado por la Unión Soviética; desde la invasión de Irak en 2003 para eliminar a Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva (que no existían), hasta la intervención en Siria para defender a los rebeldes que eran en su mayoría (y son) islamistas radicales; de la intervención, a través de la OTAN, en los Balcanes sin autorización de la ONU (1995) a la destrucción de Libia (2011). Siempre hubo "razones benevolentes" para estas intervenciones, que siempre tuvieron cómplices y aliados locales. ¿Qué quedará de la mártir Ucrania cuando termine la guerra (todas las guerras acaban algún día)? ¿En qué situación quedarán los otros países de Europa, especialmente Alemania y Francia, todavía dominados por la falsa idea de que el Plan Marshall fue la expresión de la filantropía desinteresada de los Estados Unidos, a la que deben infinita gratitud y solidaridad incondicional? ¿Cómo quedará Rusia? ¿Qué equilibrio se puede hacer más allá de la muerte y la destrucción que la guerra siempre causa? ¿Por qué no hay un fuerte movimiento en Europa por una paz justa y duradera? Aunque la guerra se está librando en Europa, ¿Están los europeos esperando que surja un movimiento contra la guerra en los Estados Unidos para enlistarse en él con buena conciencia y sin riesgo de ser considerados amigos de Putin o comunistas?

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