Hace unos años, en la campaña de aquellas inútiles elecciones que tuvieron que repetirse a los pocos meses, presencié el espectáculo más bochornoso en el que se haya podido ver nunca a un político de alto nivel en Sevilla. Fue en un debate emitido en Canal Sur, al que fueron invitados representantes de aquellos partidos que tenían opciones a alcanzar representación en el Congreso. Allí, nerviosa como un flan, tuve ocasión de ver por primera vez a la candidata de Ciudadanos Virginia Millán, una mujer que se presentaba a sí misma como miembro de esa "nueva política" que venía a poner patas arriba el país.
El caso es que la señora, lejos de aprovechar la oportunidad que le brindaba estar en la televisión más vista de Andalucía, desde el principio del debate dejó bastante claro que tenía poco que decir. Y no es que no hubiera nada que plantear desde luego, pero es que la pobre no fue capaz de argumentar nada coherente, ni siquiera para achacar alguna maldad a aquellos candidatos del bipartidismo a los que su partido señalaba como culpables de todos los males de España. No. Todo fueron silencios, dudas, ideas inconexas y algún que otro berrinche infantil cuando un contertulio le pedía una y otra vez que explicase eso del contrato único que proponía Ciudadanos (una medida que, a pesar de la insistencia de su compañero de debate, no llegó nunca a aclarar)
Ese día me quedó bastante claro que si Virginia era la nueva política yo iba a tener que conformarme con lo viejo, pero todavía hubo más. Y es que días después, también en televisión, la señora ni siquiera supo responder a la sencilla pregunta de por qué pedían el voto. Y mira que el presentador fue amable y todo, pero lo único que consiguió de ella fue un "es que no sé explicarlo". Con dos ovarios. Para que después digan que no basta el tesón para lograr metas que parecen inalcanzables,... que se lo digan a esta mujer que con todas sus limitaciones ha llegado a diputada y todo.Reconozco que tal vez no haya sido sólo el tesón el culpable del éxito de Virginia. Por supuesto ser una persona del aparato del partido, emparentada familiarmente con dirigentes nacionales de la formación, ayuda. En este país se paga bien la lealtad desde luego, y tal vez por eso se valoren más para determinados puestos a brazos de madera que no den problemas, que a gente preparada y que pueda cuestionar algo. Y si hay incluso que amañar primarias para que salgan los nuestros, se hace y punto, tal y como aseguran que supuestamente ocurrió precisamente en las candidaturas formación naranja en Sevilla, según denunciaron antiguos militantes que hicieron públicas hasta unas grabaciones.Pero bueno, en realidad tampoco sería justo señalar a Virginia, al menos en exclusiva. Ella al fin y al cabo es producto de su partido. Un partido en el que a sus dirigentes no se les exige preparación alguna, sino tan sólo cumplir con lo que convenga a los poderes fácticos del IBEX. Ellos deben limitarse a estar guapos y lucir la mejor de sus sonrisas. Porque el poder ya ha decidido que estos chicos son los que nos gobernarán, para que un día parezca que todo ha cambiado sin que cambie nada. Y si Albert Rivera habla de Kant sin saber ni jota del filósofo, o Inés Arrimadas es descubierta en la radio lanzando bulos, o cualquiera de estos dos mete la pata hablando de Clara Campoamor sin tener ni idea de Historia... no pasará nada. Porque los naranjitos no son como los de Podemos, y por eso no se les mirará con lupa hasta si se toman un día una Coca Cola. Los grandes medios de comunicación ya han abandonado a los del PP-PSOE, y harán todo lo posible por blanquear cualquiera de sus muchas meteduras de pata. Son los elegidos y ellos lo saben, así que sólo nos queda esperar que Dios nos coja confesados.