Después de diez años que se firmaron los Objetivos del Desarrollo Sostenible promulgados por la ONU la realidad andaluza es clara; es decir, uno de cada tres familias andaluzas está dentro del círculo de la exclusión y marginalidad social (según Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social -EAPN-A- el 38,7% de la población andaluza está en riesgo de pobreza y/o exclusión social; es decir, más de tres millones de personas). Asimismo, el dato del 1d3andaluz no es un dato es un sistema socioeconómico que fomenta unas reglas del juego que origina que los habitantes andaluces y andaluzas no tengan acceso a un mercado laboral adecuado. En este sentido, se constata que los ODS perpetúan las cadenas del 1d3andaluz.
La intención de los ODS es abordar los problemas más apremiantes de nuestro tiempo, como la pobreza, el hambre, la desigualdad, el cambio climático, entre otros. Estos objetivos tienen como fin promover el desarrollo sostenible en diferentes áreas, asegurando un equilibrio entre el progreso económico, social y ambiental.
En el caso de Andalucía, la implementación de los ODS debería ser crucial para abordar los desafíos actuales que enfrenta la nación, como el elevado desempleo, la precariedad laboral, la desigualdad, la pobreza, la exclusión social y la degradación ambiental. Para ello, supuestamente, los ODS proporcionan un marco estratégico que puede contribuir al desarrollo sostenible de la nación, fomentando un modelo de desarrollo más equitativo, inclusivo y respetuoso con el medio ambiente.
Todo demasiado hermoso puesto que si seguimos leyendo la promoción de los ODS en Andalucía éste proyecto generaría beneficios significativos para la región, ya que ayudaría a mejorar la calidad de vida de la población, crear empleo en sectores de alta productividad, reducir la desigualdad social y económica, y proteger el medio ambiente. Además, la implementación de los ODS también podría potenciar la innovación y la competitividad de la economía andaluza, favoreciendo un desarrollo más equilibrado y sostenible a largo plazo.
Sin embargo, la aplicación y el impacto de los ODS en Andalucía no está reduciendo el desafío del 1d3andaluz como lo demuestran los siguientes datos socioeconómicos: según el Ministerio de Sanidad somos la tierra donde los pacientes necesitan esperar más tiempo para recibir atención de un especialista en la sanidad pública; según el informe PISA tenemos los peores datos en ciencias, cálculo y lectura; El parque nacional de Doñana es la primera reserva ecológica expulsada de la lista verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, la mayor organización ambiental del mundo; según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) somos la comunidad española con menor esperanza de vida; según el informe de Indicadores Urbanos del INE lideramos los barrios más pobres de España (10 de los 15 más pobres son nuestros; y, entre otros, poseemos los peores indicadores en competitividad regional según economistas. De ahí, nuestro desempleo estructural.
En esta línea, existe otro dato que no sólo afecta Andalucía sino que es global como la concentración de la riqueza. Según el último informe de OXFAM (Desigualdad SA) sólo dos apuntes: primeramente, que la concentración de la riqueza está más aguda que nunca y ponen como ejemplo que la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado; y, segundo, apoyado por el Banco Mundial, debido a esta concentración global de la riqueza esto nos encamina ante el mayor incremento de la pobreza y desigualdad entre y dentro de los países desde la Segunda Guerra Mundial. Esto afecta gravemente a la generación de oportunidades de todos y todas; y de seguir así los ODS quedará en papel mojado.
Considerando Andalucía como una nación de las menos “desarrolladas” de la UE, como así lo refleja muchos indicadores socioeconómicos (algunos mencionados con anterioridad), nos centramos en el objetivo 10 de los ODS, la reducción de las desigualdades, y entre una de sus medidas para alcanzar tal meta destacamos; “Aplicar el principio del trato especial y diferenciado para los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, de conformidad con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio”. Al leer tal medida se nos presentan dos preguntas: una, ¿es qué hoy los países menos “desarrollados” no tiene un trato diferencial en los acuerdos de libre comercio?. Dos, en caso negativo, ¿es posible pensar ahora qué los países “desarrollados” van aceptar unos acuerdos de libre comercio para que las naciones con menores recursos mejoren su bienestar? La respuesta es un rotundo no porque de ser así los países con mayor “desarrollo” perdería su posición socioeconómica y esa situación jamás la aceptarían; es decir, no van a permitir la redistribución de la riqueza y, por consiguiente de oportunidades. Esto pone de manifiesto la progresiva concentración mundial como afirma Oxfam.
A partir de este último supuesto, les podríamos preguntar a las agricultoras y agricultores andaluzas y andaluces sobre si están conformes con las directivas comunitarias en relación con la agricultura; y si gracias a esas regulaciones sus medios de vidas son adecuadas y logran unos márgenes comerciales justos. En caso de duda, pueden preguntar a cualquier manifestante con sus tractores de este último tiempo que han acechado las carreteras ya no sólo de Andalucía sino, también de España y de Europa.
Otra medida que interpone la ONU para la reducción de la desigualdad es: “Asegurar una mayor representación e intervención de los países en desarrollo en las decisiones adoptadas por las instituciones económicas y financieras internacionales para aumentar la eficacia, fiabilidad, rendición de cuentas y legitimidad de esas instituciones”. Si nos vamos al caso andaluz, ¿dónde está el andalucismo para interceder en los asuntos de su nación? Yo no los veo, ¿¡y tú!?
Si seguimos comentando medidas relacionada con la reducción de la desigualdad que anuncia la ONU, con sus ODS, podemos echar un vistazo a la etnia gitana andaluza cuando se habla de “promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación”; podemos echar un vistazo a la supresión del impuesto del patrimonio en Andalucía cuando se habla de “Adoptar políticas, especialmente fiscales, salariales y de protección social, y lograr progresivamente una mayor igualdad”; y podemos echar un vistazo a nuestros sueldos que son los más bajos del panorama español cuando se habla de “aquí al 2030, lograr progresivamente y mantener el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población a una tasa superior a la media nacional”.
Eso sí, cumplimos una medida a raja tabla para reducir la desigualdad que es “Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas”. Aquí los andaluces y las andaluzas les permitimos que se vayan de la nación andaluza de manera adecuada pero no porque no existe empleo y tengan que migrar de manera forzosa si no, en su gran mayoría, por simple inquietud de querer conocer mundo. Evidentemente, esta ironía debería de sonrojarnos a todos y todas porque no hay realidad más triste que ver a un andaluz o andaluza en un aeropuerto con billete de ida pero no de vuelta por culpa de la ausencia de oportunidades en nuestra nación.
Por tanto, los ODS, La UE y el centralismo pueden ayudar a paliar los “dolores” de Andalucía pero jamás transformarán su socioeconomía en una pradera de oportunidades puesto que el 1d3andaluz no es un dato sino un sistema, orquestadas por los países y empresas con los mayores recursos, que nunca harán por torcer la mano hacia la redistribución.
Sólo nos queda un andalucismo que incida en las decisiones de nuestro territorio y para ello, es fundamental, que esté representado en cada institución sea nacional, comunitario o supranacional. De lo contrario, la “humanidad” bordada tanto en nuestro escudo y como en nuestra bandera blanca y verde jamás aparecerá en cada colectivo social marginado que habita en Andalucía y el 1d3andaluz siempre será “santo y seña” del sur de Europa.
X la revolución de los desiguales…