Ya he escrito otras veces sobre los empleados del Corte Inglés, los he llamado MARAVILLOSOS e IMPECABLES, pero es que en verdad no dejan de sorprenderme; cada vez que por un motivo o por otro me cruzo con ellos me dejan admirado y me dan ganas de aplaudirlos.
Cierto que son millares, y que habrá algunos no tan deslumbrantes como aquellos con los que por un motivo u otro acabo tratando, pero yo hasta la fecha no me los he encontrado.
Mi última experiencia, esta vez como escritor, con el Corte Inglés ha sido en Valencia: primero presenté allí mi libro ES EXTRAÑA LA AMISTAD y meses después decidieron organizarme sendos Club De Lectura en las sedes de Castellón y Valencia.
Qué maravilla. No puedo menos que sentirme emocionado y contento. Más allá del resultado concreto y del éxito de las presentaciones, las personas con las que he tratado han demostrado ser seres humanos generosos y eficacísimos.
María Benet, mi contacto directo, y Pau Pérez Rico, su compañero y jefe, se han involucrado al máximo en todo momento: les he visto dar en todas las ocasiones el do de pecho, lo mejor de sí mismos.
Nunca he encontrado ese nivel, tan alto, de implicación y generosidad en los trabajadores, empleados, de otros sitios. Ni grandes almacenes, ni supermercados, ni cadenas de discos o libros.
Tiene algo de misterioso, pero en El Corte Inglés sucede que los trabajadores que he ido conociendo están imbuidos del espíritu de Areces, Ramón Areces, su fundador: prudente y audaz a un tiempo, visionario pero sin separar jamás los pies del suelo. Y eso se traduce en que te hacen sentir como una persona, como alguien -de algún modo- valioso e importante para ellos, y no como un simple cliente o colaborador, un simple número, que pasa por allí.
El mundo ha cambiado, han ido cambiando los responsables y dueños, las condiciones laborales ya no son las mismas, y sin embargo... Sin embargo se mantiene ese espíritu.
Es algo que considero casi milagroso, y como decía más arriba ni puedo ni quiero ocultar mi entusiasmo ante su manera de trabajar, de relacionarse con el público y con quiénes colaboran con ellos. Por eso estoy escribiendo, dictando en realidad, estas palabras, porque necesitaba decirlo.
Bravo; espero y deseo que sigan siendo siempre así, los impecables, maravillosos y excepcionales empleados del Corte Inglés, INASEQUIBLES AL DESALIENTO.
(Mecanografía: MDFM)