La vida son dos días, es el planteamiento vital de un triunfaor. Hay que vivirla a tope. Y es, en ese vivir a costa de los demás, donde rentabilizan su triunfo. Superan al “Lazarillo”; están muy actualizados en el siglo XXI, y son capaces de representar a diez o quince personajes en un mismo tiempo.
Los “triunfaores” asumen el papel de: “cuentacuentos”, “expertos en humo”, “acomodaos”, “trepas”, etc. Y lo escenifican a la perfección, de tal manera que ustedes difícilmente podrán distinguirlos. Quizás puedan detectar a uno de ellos, porque en estos tiempos de crisis, se les empieza a desmaquillar.
Pertenecen a distintos colectivos y sectores; pero lo que les une de manera fraternal es su idolatría a la vida buena, su lema es “TO PA MI”, y yo añadiría: “Y PA TU COMPADRE”. Los “triunfaores”, viven muy bien, y hay que reconocerles que generan actividad a su alrededor, tienen sus grupitos de seguidores, y aspirantes a “triunfitos”.
¡Qué poquitos son, y cuánto daño están causando al buen funcionamiento de la economía, y de la sociedad democrática! No crean ustedes que sólo están en las alturas de las instituciones, de todo tipo, también están posicionados en niveles jerárquicos medios; estos últimos tienen un trabajo extra de aparceros del “triunfaor señorico”.
Es muy necesario crear el colectivo de “LUCHAORES”, que pongan en valor con valentía y transparencia, comportamientos ejemplarizantes de miles de ciudadanos, que se preocupan por sus circunstancias personales y laborales; y también ayudan a los demás, aportando beneficios colectivos a la sociedad.
Desde mi punto de vista, uno de los graves problemas que nos sume en un estancamiento económico y social, es el enorme poder que tienen estos “TRIUNFAORES”, que en muchos casos, utilizan dinero público para costearse sus caprichos, de ambiciones desmesuradas.