Llevamos sólo unos días del año 2021 y ya empezamos a pensar que va a ser otro año para olvidar como el año 2020, y es que hemos presenciado un asalto al Capitolio de los Estados Unidos, una nevada inesperada en Madrid y alrededores, superando niveles de máximos históricos tras el paso de la borrasca Filomena, una tercera ola de contagios de COVID-19 mayor que la segunda y superando niveles de la primera.
Tras casi un año de pandemia no hemos aprendido nada basándonos en las cifras de infectados sintomáticos, ingresados en los hospitales y muertes totales. Se ha priorizado el festejo y el jolgorio en vez de la responsabilidad y la sensatez. Será cuestión de prioridades parece ser.
Por otro lado, el ritmo de vacunación está siendo generalmente muy lento y al paso que vamos parece que no llegaremos al 70% del total de la población antes de junio, porcentaje estimado para poder alcanzar la denominada “inmunidad de grupo”. Países ricos y desarrollados como Francia y Alemania presentan unos niveles de vacunación de entorno al 1% mientras que otros como Israel superan el 25% (datos a día 14 de enero) ¿Qué le ha ocurrido a la Unión Europea que no ha sido capaz de coordinar a sus miembros?
Y mientras vemos asombrados como estas navidades se nos ha ido de las manos el control de la COVID-19, nos indignamos al ver como el Ministros de Sanidad va a dejar la cartera ministerial para ser candidato a las elecciones catalanas, a la vez que revende unas 30.000 dosis de la vacuna contra la COVID-19, porque como dice el Presidente del Gobierno, “a través del Plan de Acceso Universal de Vacunación Solidaria, se hará llegar a otros países el excedente de vacunas que no son necesarias en España, ya que la pobreza no puede ser obstáculo para el acceso a la vacuna”. Y se las vende a ¡Andorra!, paraíso fiscal de gamers, youtubers e influencers varios. ¿No sería mejor que el Gobierno de España redoblase los esfuerzos para vacunar al máximo de personas en vez de revender las vacunas que tenemos?
Por cierto, todos estos que emigran a Andorra para dejar de tributar en España, han olvidado que el Estado está para hacer frente a catástrofes como la borrasca Filomena, en la que han participado quitanieves de Madrid, de Murcia y de Andalucía (y seguramente de otros sitios más), pagado con impuestos de quienes tributan en España.
Saliéndonos un poco de lo nacional, el asalto al Capitolio de los Estados Unidos, el día de Reyes, por fanáticos y supremacistas ultraderechistas alentados por Donald Trump, un presidente con berrinche de niño mal perdedor, puso de manifiesto que cuando no hay un control del populismo y la demagogia en las instituciones, la democracia puede resentirse. Este suceso ha puesto en la cuerda floja a un Partido Republicano que ya estaba en sus horas bajas, al tener que retratarse públicamente aceptando la victoria del demócrata Joe Biden. También se ha evidenciado que el sistema electoral estadounidense no estaba preparado para el voto digital y en condiciones extremas de una pandemia; además de que también nos ha recordado que el sistema por delegados no es democrático (aunque es legal) pues resta valor a la proporcionalidad de los votos emitidos.
Volviendo un poco más cerca, concretamente a Reino Unido, estamos asistiendo a unos niveles de contagio elevadísimos que están rompiendo records de fallecidos, mientras el gobierno corre a contrarreloj para vacunar al máximo número de personas posibles, pero sólo con la primera dosis. No se sabe cuando vacunarán a la población con la segunda dosis porque la estrategia del primer ministro Boris Johnson es llegar al 70% de población vacunada antes del verano, aunque ello conlleve tener un nivel de inmunidad al coronavirus menor de lo que recomiendan las autoridades sanitarias mundiales y las farmacéuticas, pues en el 10 de Downing Street se cree que el riesgo de vacunar a “más personas con una dosis” es menor que vacunar a “menos personas con las dos dosis”. Y mientras esto ocupa las portadas y las mentes británicas, el Brexit esta mostrando su verdadera cara al haber incrementado los tramites burocráticos y los costes comerciales aun tras haber firmado un Deal con la Unión Europea.
Por último, en el continente europeo, la política europea mejor valorada internacionalmente, la canciller alemana Angela Merkel, se despide, tras haber anunciado en 2018 que no aspiraría a un quinto mandato como premier alemana tras 16 años. Se abre una brecha y la UE aguanta la respiración para ver quien la sucederá en el partido democratacristiano, dejando el liderazgo moral de la UE al presidente de la república francesa, Emmanuel Macron.
El 2021 no podía haber empezado peor. Todos tenemos grandes expectativas puestas en este año, pues nadie quiere tener que pasar por otro 2020 de aislamiento, confinamiento, fallecimientos, pérdidas de libertades, trabajos, familiares y amigos, pero aún sabiendo todo lo que nos jugamos, en estas navidades recién pasadas hemos demostrado que valoramos más el ahora que el mañana, o el dentro de un mes o de medio año. Algunos países empiezan a valorar nuevos confinamientos, otros como Reino Unido ya lo decretaron justo después de reyes… ¿Tenemos lo que nos merecemos? ¿Qué tiene que pasar para que aprendamos?