Papá Estado no existe. Es una ilusión. Papá Pueblo, o Mamá Ciudadanía, como queráis, siempre fue dueña, sin imaginarlo tal vez, del regio cetro de mando. La masa gobierna con su acción-inacción. Y al niño mimado Estado no le queda más que ceder, tras un lloriqueo y pataleta de coacciones y medidas, si la masa decide actuar o dejar de hacerlo mediante protesta, desobediencia o boicot, respectivamente. Pero la masa no es nada sin la partícula individuo.
Esto lo conoce muy bien el niño Estado, de ahí su demoledora tendencia a la homogeneización mediante el desprestigio, la caza y aniquilación de individualidades. Pues, queridos papás y adoradas mamás de España, sabed que un niño autista, aquel “bicho raro” y esa inteligente niña con “problemas de adaptación” conservan su luz y brillan por sobre la manada gracias no a otra cosa que su bendita individualidad. Misma herramienta de base de todos los Edison, Ford, Jobs, Mercury, gracias a los cuales disfrutáis de cosas tan bonitas como la necesaria bombilla, el sucio automóvil, el puñetero Ipad o Iphone o esa inolvidable banda sonora de vuestra pedida de mano.
De modo que, cuando escuchéis a una individua que se desmarca con un mensaje distinto, una digresión cabal, no os empeñéis en mantener la razón a costa de las evidencias. Pensad en vuestra “niña rara”. Actuad como individuos, y la masa, de la que formáis parte, os dará una sorpresa. Únicamente si cala en Mamá Ciudadanía el convencimiento de su poderío, si actúa o deja de actuar por intuición de madre, acabará esta ridícula, surrealista pesadilla.
Pero antes ha de conseguir datos fiables, y Mamá Ciudadanía sufre una depre y siente pánico ante la idea de informarse en “otros ámbitos”: teme a la verdad, sin sospechar que se encuentra en sus narices. Le han inoculado tanta mierda vía TV e Internet, arrastra tal saturación de campañas desinformativas, tal psicosis panicomediática, que simplemente se limita a caminar por el lado derecho de la acera, con su bozal y su gel hidroalcohólico a punto, sin mirar atrás o adelante, no queriendo saber más.
La contradicción del niño mentiroso Estado y sus jefecillos autonómicos brilla ahí, en su propio tenderete, en la hemeroteca de las subcontratas y los medios alarmistas. No hay que buscar mucho, tan solo visitar las portadas de hace uno o dos años, para confirmar la inconsistente catarata de viles falacias a la que asistimos a día de hoy. Así de fácil, mediante el detenido estudio del reciente pasado y su contraste con el presente, conoceréis mejor que nadie eso que dicen “está pasando”.
Lo que escribo delata a las subcontratas y enfurece mucho al niño Estado, que haría todo lo posible por prohibir este y otros artículos. ¿Puede? Sí o no, da igual, ya está perdido.