“Engordar para morir”, se aplica esta durísima frase a quien disfruta de bienes o de una situación privilegiada efímeros y que no le van a servir de nada. Normalmente la frase se utiliza en alusión al cerdo, engordado y tratado a las mil maravillas con el único fin de obtener más carne cuando llegue la hora de matarlo. También formaba parte antaño del argot del juego, para calificar al incauto al que se dejaba ganar para, posteriormente, quitarle todo el dinero.
Ambas acepciones en sentido figurado son perfectamente aplicables al chico de los recados de la Junta de Andalucía, Juan Marín.
El Torrijas, como es también conocido, ha sacado pecho al conseguir ganar las primarias para candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía con el 58,3 de los votos. Unas primarias que han servido para demostrar, más aún, la descomposición del partido y en la que se ha hablado de todo menos de cómo resolver los verdaderos problemas de Andalucía, con graves acusaciones cruzadas entre los distintos candidatos.
Dice Marín haberse sentido abrumado por el apoyo conseguido, sin mencionar que han sido 883 los votos obtenidos, la inmensa mayoría de estómagos agradecidos con sueldos sustentados por el erario público, aquí los liberales dejan de ser liberales.
En cualquier instituto de su Sanlúcar natal hay más alumnos que militantes de Cs que le han apoyado en toda Andalucía. En cualquier caso, Marín ha conseguido lo que quería, la designación como candidato, lo que le ha servido para engordar, ahora será el PP y Vox los que le dejarán morir, llegado el momento.
Durante la legislatura, le han dejado sentirse importante, aunque para ello haya tenido que emplearse en blanquear a la ultraderecha abandonando toda dignidad política si alguna vez la tuvo, hasta el punto de destrozar y convertir su partido en un lodazal de intereses creados con la pérdida de la mitad de militantes, laminando el apoyo electoral que obtuvo en 2018 y ejerciendo de incauto al mejor estilo de un tonto útil, va a ver como le quitan todo lo que creyó ganado.
Su pretendida imagen de hombre sensato quedó por los suelos cuando se comprobó que anteponía el interés electoral a la aprobación de los presupuestos.
La dignidad política y la regeneración política que Juan Marín pretendía representar, ya se sabe que no van más allá de donde están las posaderas de sus intereses particulares y es, por ello, que también se le podría aplicar aquello de “como perder la dignidad sin morir en el intento”.