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Marx tenía razón

01 de Mayo de 2024
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En su explicación del concepto de Materialismo Histórico, Karl Marx señala que la Base o Infraestructura, es decir el modo de producción, las relaciones de producción, grosso modo la economía, determina la Superestructura; la moral, la cultura, las leyes, la ideología y los discursos dominantes, etc. También explica Marx que la élite (en su tiempo lo que llamaba Burguesía), utilizaba la Superestructura para afianzar su posición de clase dominante. Por lo tanto, la élite utiliza la cultura, los discursos ideológicos, la moral, etc, para dominar a la no-élite, evitar ser cuestionada y perpetuar y aumentar su poder económico, podríamos decir en términos modernos.

Pues bien, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que Marx tiene razón, hoy más razón que nunca. Las élites globalistas como las nombra Guilluy, y sus subordinadas clases aspiracionales, están utilizando de una forma directa y descarada los discursos ideológicos y culturales para imponer la aceptación pasiva de su dominio económico y que se considere como inevitable el empobrecimiento de las clases trabajadoras occidentales, el desmantelamiento del Estado de Bienestar y su sustitución por uno asistencial,  y la práctica desaparición de las clases medias. Todo ello mientras se dispara su poder económico en medio de la deslocalización, la desindustrialización y la precarización de Europa y Occidente. Para ello, esta élite (el famoso 1 %), que por ejemplo en España ha pasado de acumular el 15 % de la riqueza en el 2008 al 25 % actual y que en el mundo ha acumulado la mitad que se ha creado en los últimos dos años, utiliza e impone unos determinados valores culturales, sociales, ideológicos. Vamos, que crea “Hegemonía”, que diría Gramsci. ¿Y cuáles son estos valores? Pues son la destrucción de la familia, de cualquier tipo de comunidad, la atomización de la sociedad en base al yo, yo, yo y a los distintos ismos que pululan.  La familia, lo común es denigrado. Y se impone el modelo, aunque cueste que se dispare el malestar mental y el consumo de los ansiolíticos y tranquilizantes, de estar sólo y aislado. Estarás sólo, aislado, no tendrás nada, ni familia, ni nada y serás feliz. Esto es lo “guay”, lo “cool”, lo que se presenta como el modo perfecto de vida. Y claro, sin comunidad, sin familia, sin apelar a lo común, y caído en olvido el llamado “bien común”, se abre camino el más feroz de los neoliberalismos, la explotación y el empobrecimiento de todos y cada uno menos ellos, cada vez más poderosos y ricos. Es así de sencillo.

Y mientras la Izquierda, muerta y enterrada, y lo que queda con ese nombre dominada por individuos seleccionados y cooptados por esa élite. Algo que ya empezó, y ahí se inició su destrucción, cuando los nefastos Foucault o Derrida, los diversos postmodernos, coparon, que cosas por eso de la superestructura, el pensamiento tras Mayo del 68, ese engendro que tanto daño ha hecho.

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