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Más Lilith y menos Eva

14 de Mayo de 2018
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Tal como vienen los tiempos, en la Taberna que es nuestro país, blasfemaremos por el nivel de miseria alcanzado en nuestra profesión, acaso ya en paro. Atribuiremos las culpas de nuestro pasado a otros, y otros acabarán matándonos de pura sin razón, porque no habrá debate en el que se trate, con profundidad, ninguno de los problemas que tenemos. Y, a tertuliazo sucio, se barrerá para dejar la mierda bajo la alfombra. De todo ello, la defecación habitual será la que se dirija a la madre que los parió.La frase, ahora que estamos por pensar desde el género, atribuye injustamente a la madre el resultado total del parto. Es más, hay hoy, para mí, un exceso de responsabilidad asumida por la mujer. La expresiones como “la mujer puede con todo”, “no son inferiores”, “son las que sostienen el mundo” “menos mal a ellas” “en realidad son las que mandan”… dichas con la mejor intención y alabanza, pueden llevar a pensar, a algunos, que lo que hay es que endosarle a la mujer un papel concreto, separado del hombre e irrenunciable a su sexo. Este discurso masculino y solidario con ellas, es un deseo de paliar la avalancha de violaciones y maltratos que sitúa a los hombres de este país en tasas de brutalidad estratosféricas. Pero, para el distraído, puede suponer una relajación ante las expresiones y actos cotidianos que constantemente están cargando a la mujer con el sambenito del tú sí que vales y sus consecuencias. Sambenito que empuja a la mujer a asumir todas las tareas caseras y laborales, y, de paso, elude el verdadero debate de las desigualdades que se dan en todos los ámbitos: en la división del trabajo, en la ocupación de puestos, en la toma de decisiones, en el modelo desfeminizado de la ciudad y la economía y la justicia, en la representación política…así hasta Plutón.En la metáfora rural, semilla y terreno han de compartir capacidades, convivir durante las inclemencias y cuidarse de conservar lo uno en lo otro mucho tiempo. Es un acto colaborativo, no de iguales, pues el milagro está en la suma de las diferencias y que, afortunadamente, es esa necesidad de compromiso compartido la que nos salva. Creo que por ello no es bueno tampoco significarse como heroínas, pues competencia y competitividad no son sinónimos. Ni de significarse como la última resistencia frente al capitalismo; es el caso de la resistencia de mujeres campesinas. Si el capitalismo quiere atacar la raíz del sustento humano para introducirlo en el mercado, se encontrará a la mujer allí, ya que allí fue relegada por el capitalismo: a la raíz del sustento humano.Conclusión. No se defeque en la madre que parió a nadie. Que unos idiotas (idiocias, etimológicamente) nos empujen a la miseria, no es cosa de su madre, sino del padre que los preñó y que les educó lejos de los deseos, biológicos, intelectuales y culturales, de su madre, castrándolos en un cincuenta por ciento. Por eso, más Lilith y menos Eva.
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