16 de Agosto de 2025
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mentirosos

Muchos dicen que el cine no es un arte, del mismo modo que afirman que el boxeo no es un deporte. Pero, si no es un arte, ¿cómo puede hacerte llorar a moco tendido o reír como si no hubiera un mañana?

En Éramos mentirosos, Cadence Sinclair, heredera de una acaudalada y perfecta familia, pasa los veranos en la idílica isla privada de los Sinclair. Tras un misterioso accidente que la deja con lagunas de memoria, intenta reconstruir lo ocurrido el verano anterior junto a sus inseparables primos y a Gat, el chico al que ama. Entre secretos y mentiras, irá desenterrando una verdad que cambiará para siempre a la familia.

Os voy a adelantar mi final: a la mitad del último capítulo estaba llorando con tal pena que, ni cuando murió Derek Shepherd en Anatomía de Grey, había llorado tanto. Tres clínex y casi tuve que recurrir al inhalador para poder recomponerme.

Da igual que se trate de familia: no hay reglas cuando hablamos de dinero. Porque, aunque sea difícil reconocerlo, el dinero silencia escándalos, te hace poderoso y te brinda una vida de comodidad de la que no puedes escapar.

Me encantaría contaros a qué se debieron mis lágrimas, pero entonces no sentiríais lo que yo he sentido. No se os encogería el corazón ni os quedaría ese sabor amargo y, a la vez, dulce que deja una buena historia cuando te envuelve por completo... y te recuerda que, incluso en la mentira, puede esconderse la verdad más dolorosa.

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