La República Democrática Alemana no ha desaparecido y tras la caída de Erik Honecker una nueva clase dirigente ha avanzado en un modelo social y económico que sin abandonar el estatalismo, se abre a la economía de mercado. El muro de Berlín se ha convertido en una especie de atracción turística y las dos Alemanias mantienen una relación fluida. Ese logro parte de quien acaba de abandonar la secretaría del Partido, Angela Dorothea Kusner.
El escritor David Safier acaba de publicar la novela “Miss Markel. El caso de la canciller jubilada”, en el que crea la ficción de una Merkel convertida en detective para investigar el asesinato cometido en la zona donde vive retirada. Puestos a crear ficción basándose en un personaje real, porque no hacerlo más interesante planteando que hubiese sido de Merkel en el país donde creció y se educó, con apellidos de soltera Dorothea Kusner, militante de la FDJ, las juventudes comunistas. Porque quien ha sido canciller alemana, no fue ni una opositora, ni una disidente al régimen de la RDA, más bien al contrario, hubiese ocupado, posiblemente, algún puesto de importancia. Quizás la vocación de la dirigente alemana sea ese: Ich liebe macht (amo el poder). Es el clásico funcionario del estado dispuesto a asumir la ideología dominante. Son el tipo de gentes que tiene unos principios marxistas (de Groucho). Serían del politburó en un régimen comunista, militares en una dictadura militar, tecnócratas en un sistema capitalista. Además Merkel es una escaladora vertical, y estos son capaces de adaptarse a cualquier situación, es la combinación de oportunismo y ausencia de ética. En la novela Mefesto de Klaus Mann se cuenta la historia de un personaje real, el actor Gustav Gründgens, que viniendo de la izquierda, llegaría a ser Director General de Teatro en el III Reih.
La salida de la cancillería alemana de Merkel está suponiendo una avalancha de artículos, reportajes y libros que parten mayoritariamente de un positivismo en cuanto a su papel político. Se impone el relato de una dirigente eficaz, moderada e incluso que ha ejercido el poder de una manera diferente por su condición de mujer. Se valora el poder fuerte que representa, ignorando que la fortaleza del poder suele producir sociedades débiles o condicionadas por diversas razones.
Angela Merkel ha sido uno de los padres del austericidio, esa política neoliberal basada en recortes sociales, desregulaciones laborales y concentración de capital en cada vez menos manos, todo ello revestido de normatividad jurídico económica: “Todos los países, insisto, todos, deben cumplir las reglas fiscales.” Así cuando la Troika impuso a Grecia unas condiciones leoninas, la canciller, principal avaladora de esas exigencias, se mantuvo inflexible y autoritaria. Ni le importó la situación humanitaria de todo un país, ni que la población rechazase en un referéndum tales medidas: la democracia termina cuando se enfrenta a los intereses de las élites económicas. Y sin ir muy lejos, las medidas y recortes que tomo el sumiso Zapatero y el aún más sumiso Rajoy, tuvieron el rostro de la canciller alemán. Porque incluso sus planteamientos diferentes en cuanto a la inmigración, son interesados, es la necesidad de mano de obra barata, que ahora se extiende a trabajadores cualificados. Merkel ha utilizado la famosa locomotora igual que un tanque; los países hoy suelen invadirse de otras formas.
No deja de ser curioso que se valore su condición de mujer y que ha ejercido el poder con “otras formas de hacer política”, puesto que como escaladora vertical se ha movido según los planteamientos clásicos de patriarcado y ha sido el macho Alfa del neoliberalismo.
El legado de Angela Merkel es sobre todo el avance en la destrucción del estado del bienestar, aunque este se produzca con mayor fuerza, más allá de las fronteras alemanas. Aunque este ahora en la nube por la hegemonía social del conservadurismo, creo que la historia no debería absorberla.