Hace unos días leía con interés una entrevista que un periodista alemán realizaba con María Zajarova. La directora del departamento de información y prensa del ministerio de asuntos exteriores ruso venía a decir que existe un número colosal de gente y de agencias muy poderosas que están haciendo todo lo posible por reducir el número de personas que están viviendo en la Tierra. Idéntica afirmación la he escuchado de muchos otros habitualmente tildados de amantes de las teorías conspiratorias. ¿Podría ser cierto? Sí. Podría si nos atenemos a los peligros terribles que según los gobiernos occidentales nos acechan por la acción humana sobre el clima y porque evidentemente ya no son necesarias grandes masas de población para las industrias o los ejércitos sustituidas por la tecnología en sus distintas facetas. Y para colmo hay demasiados viejos que son una carga para el sistema como expresó en 2013 el ministro de finanzas japonés en una reunión de economistas manifestando su deseo de que se dieran prisa en morir.
El clérigo anglicano Thomas Malthus nunca se imaginó que sus teorías, plasmadas en la obra de 1798 " Ensayo sobre el principio de la población" iba a tener tanta influencia en los siglos posteriores. Para Malthus sencillamente los recursos de la Tierra no podrían abastecer el crecimiento en progresión geométrica de la población. Sus teorías influyeron decisivamente en Charles Darwin que concibió el mecanismo de selección natural como base de la evolución observando las prácticas de los ganaderos y en su famoso viaje, pero también leyendo a Malthus. Cuando las poblaciones sobrepasan los recursos se entabla inevitablemente una despiadada lucha por la supervivencia y la reproducción. Y ya puestos, otro insigne contemporáneo decimonónico Herbert Spencer trasladó la teoría de la evolución a la sociedad. La expresión "supervivencia del más apto " es suya. Para Spencer, la propia evolución conduciría a la desaparición de los pueblos menos adaptados y de los individuos más inútiles, por lo cual los gobiernos deberían intervenir lo menos posible. Naturalmente que la evolución es mucho más compleja y no fue hasta el siglo XX que las teorizaciones de Darwin pudieron combinarse con los experimentos del inicialmente ignorado monje agustino Gregor Mendel y el estudio de las mutaciones de Hugo de Vries que junto con la deriva genética, la selección sexual y finalmente el descubrimiento del ADN llevaron a la moderna síntesis teórica de la evolución.
Pero nos hemos adelantado. En su origen las teorías de Malthus y Darwin (firmemente criticadas por Karl Marx) dieron lugar a numerosos intentos de mejorar la especie humana bien controlando su reproducción para asegurar la transmisión de las mejores cualidades o bien eliminando directamente a los "menos aptos". El primo de Darwin, Francis Galton, fue pionero del primer supuesto al que después siguieron otros muchos. Galton propuso el término "eugenesia" en 1883 y hasta escribió al final de su vida una utopía eugenésica. Julian Huxley proponía practicar la eugenesia con rigor científico separando amor y reproducción, utilizando la inseminación artificial y los métodos de control de la natalidad para lograr auténticas castas e incluso algunas dotadas de pulsiones altruistas y comunitarias. Imagino que su hermano Aldoux concibió la distópica sociedad de "Un mundo feliz" muy influido por Julian. A título anecdótico individual la idea eugenésica condujo a Aurora Rodríguez al asesinato de su hija Hildegart concebida y criada para ser perfecta pero que, desgraciadamente para ella, no se ajustó a lo planeado.
En cuanto al segundo supuesto, es decir, la eliminación de los defectuosos, todos sabemos lo que desencadenó: el programa T4 de exterminio de los enfermos mentales y en último término el Holocausto de los campos de exterminio. En realidad esta idea de la eugenesia destructiva es muy antigua y ya se practicaba en Esparta donde una especie de consejo de ancianos examinaba a los niños que serían abandonados en el caso de ser valorados negativamente. Es evidente que en Esparta ignoraban las teorías de la evolución pero al parecer la idea de deshacerse de los individuos inútiles se encuentra tan presente en el inconsciente de los seres humanos como la de apoyar y ayudar a los más débiles y puede justificarse como un sacrificio necesario o por razones científicas. Hace algo más de un año la reina Leticia en un seminario mostró su apoyo al decrecimiento debido al agotamiento de los recursos planetarios. Es decir, Malthus puro. El transhumanismo con su objetivo final de mejorar a los humanos mediante diversas tecnologías no deja de ser una actualización de la vieja eugenesia que tanto fascinó a las élites mundiales tanto políticas como académicas de principios del siglo XX. Parece que continúa fascinando a las actuales. La cantinela del agotamiento de los recursos unida a la mejora de la condición humana para favorecer determinados aspectos y no otros resulta una peligrosa combinación. Tal vez nos aproximemos al mundo de "Gattaca" la película de culto De Andrew Niccol o quizás sean ciertas las afirmaciones de Zajarova y simplemente se tenga la intención de eliminar a una gran masa de población sobrante que para algunos ya no sirve para nada. Pero los seres humanos no tienen, como el resto de los entes naturales, que servir para algo. Sin embargo las élites transnacionales que nos gobiernan no parece que lo tengan tan claro. A fin de cuentas el exceso de poder conduce fácilmente a considerarse un dios y ya sabemos lo que hemos sido siempre los mortales para los dioses: meros juguetes con los que entretenerse en unas pocas guerras y conflictos. A fin de cuentas unas cuantas bombas atómicas acabarían con esas masas que tanto contaminan. Bien, esperemos que Zajarova se equivoque y solo sea artera propaganda rusa.