Siempre he tenido dificultades para leer a Jorge Luis Borges por su modo de escribir, por la profusión de citas verdaderas y ficticias y por los temas que aborda cercanos a los interrogantes más misteriosos que torturan a los seres humanos. Y sin embargo, cuando el pasado año escuché una comparecencia de José Luis Ábalos fue el autor que me vino a la cabeza. Ya conocen la cita del ex ministro : "Siento que me enfrento a todo, vengo solo en mi coche, no tengo secretaria, no tengo a nadie detrás, me enfrento a todo el poder político...y lo tengo que hacer solo..."en fin, el monólogo es más extenso pero el principio es lo fundamental. La profundidad de lo que Ábalos decía para algunos era tan trascendente como el lamento de Rutger Hauer, el trágico replicante, al final de la maravillosa " Blade Runner". Ya saben : "He visto cosas que vosotros no creeríais...etcétera". Pero no, a mí, en cambio, me recordó a Borges. Durante meses he pensado en esa extraña asociación de ideas como fruto de mi extravagancia mental tan señalada por todos mis amigos, pero por fortuna el manoseado episodio de las meretrices de Teruel que ha salpicado a una numerosa tropilla de políticos nacionales y autonómicos ha podido darme una explicación más razonable a esa absurda asociación de ideas ¿ Borges con Ábalos?. Si, ligar a ambos no es tan bizarro como parece. Y el nexo es el Minotauro y los laberintos, tan del gusto de Borges.
Recordemos que el Minotauro era una criatura que causaba aversión y pavor a la que había que ofrecer periódicamente sacrificios humanos. Era la bestia hija de la lujuria impuesta por Poseidón como castigo a la reina Pasifae que termina yaciendo con un hermoso toro blanco. La historia es más larga pero vamos a lo esencial. De siempre ha sido considerado el Minotauro como un monstruo despreciable. Pero hete aquí que el bueno de Borges le da la vuelta al mito en un sorprendente relato titulado "La casa de Asterión" y convierte al Minotauro en un ser solitario y anhelante de caricias, abrazos y compañía. Tanto es así que solo desea la llegada de un redentor que termine con su sufrimiento en el encierro de su laberinto. El cuento termina cuando Teseo, su verdugo le explica a Ariadna : "¿lo puedes creer?...el Minotauro apenas se defendió".
Lo mejor que en la actualidad el común de los mortales piensa de Ábalos es que es un caradura integral que, sin ningún escrúpulo, se aprovechó de las estupideces que nos impusieron durante la Pandemia para sacar rédito en dinero y en sexo. Como hicieron por otro lado el Tito Berni o Boris Johnson. Pero pudiera ser, en un giro borgiano, que no se trate de un sujeto tan sinvergüenza sino de un hombre necesitado de abrazos, de arrumacos y de los amores que sólo una mujer (o muchas) puede proporcionarle y, al carecer de los recursos económicos necesarios ha debido recurrir al sufrido erario público como último recurso. En definitiva, un desolado Minotauro que no encontró ni un Teseo en Koldo ni una Ariadna en Pilar Alegría para que le ayudase a encontrar la salida de su particular laberinto que cada vez tiene más recovecos y dificultades ya que se mezcla con el del PSOE, de día en día más oscuro y insondable. Como pensaría Borges, nunca podemos conocer completamente nada ni a nadie y eso incluye a Ábalos, tal vez, solo tal vez, un Minotauro triste perdido en el Parador de Teruel y el los laberintos de la corrupción nacional, abandonado por todos en su desgracia e incomprendido en sus mil matices. Y mientras tanto, su viejo jefe, Pedro Sánchez, en el papel de Hermes, el dios del comercio, pidiendo pasta a los chinos para comprar armas a los americanos. La verdad, me quedo con la hermosa narración del triste Minotauro.