Si en 2021 sortear la pandemia el Día Internacional de la Mujer se me hizo muy difícil, hacerlo este año ante la contienda bélica orquestada por Putin, parece imposible. Y digo Putin, porque los pueblos no inician las guerras, las inician sus dirigentes. Los ciudadanos después se ven arrastrados, pasando a ser una suerte más de víctimas. Y más aún en estos países, en los que debido al adoctrinamiento ideológico, lo que reciben los ciudadanos del Estado más que educación, es doma. Ya tenemos sobre la mesa el nombre de la primera soldado ucraniana muerta en esta guerra. Soldado sí, el diccionario de la Real Academia Española no contiene la acepción femenina, la soldada es otra cosa. “Muere la primera mujer soldado en las filas de la armada en Ucrania tras los ataques de Rusia en Kiev”. Así, refiriéndose a ella como escritora y madre, narran los periódicos la muerte de Iryna Tsvila. Desayunar con la guerra en directo no es oír a Marta Sánchez cantado “Soldados del amor” a bordo de la fragata Numancia. Estas imágenes te ponen mal el cuerpo para el resto del día. Y qué decir de las reporteras de guerra, jóvenes, preparadas y valientes. Qué fortaleza, y como Iryna Tsvila, también serán madres. La maternidad, como la salida del sol, a fuerza de ser diaria, no la apreciamos como algo mágico. Sin embargo, a diferencia del sol que sale para todos, la maternidad como hecho biológico, nos la ha reservado la naturaleza. Quizás todas las mujeres, parafraseando el título de la última película de Almodóvar, seamos una suerte de madres paralelas.
La maternidad, como la salida del sol, a fuerza de ser diaria, no la apreciamos como algo mágico. Sin embargo, a diferencia del sol que sale para todos, la maternidad como hecho biológico, nos la ha reservado la naturaleza
En madre paralela se ha convertido la reportera de guerra de Telecinco Sol Macaluso, cuando se ha hecho cargo de la hija pequeña de su operador de cámara en Kiev, para cuidarla y traerla a España mientras éste se queda en su país uniéndose al ejército. O la reportera de la BBC Olga Malcheuska, sacándole los colores a Boris Johnson en una rueda de prensa, mientras le exhortaba pidiendo ayuda entre lágrimas para el pueblo ucraniano.
Esta guerra sacará a la luz a muchas mujeres de las que yo llamo mujeres con entidad. Unas son conocidas y otras anónimas, todas para mí tienen en común el haber luchado para conseguir su propósito, su desarrollo individual, sin renunciar ni un ápice a la condición esencial de mujer, y sin hacerlo tampoco prevaleciéndose de ella. Tengo que reconocer que no tengo en mente a ninguna influencer, y siento profundamente la brecha de género educativa que se está produciendo, pues cada año cae el número de mujeres que cursan estudios de matemáticas, informática y tecnología. Después de tantos años de políticas públicas de igualdad, de cambios en los modelos educativos y con una sociedad mucho más sensibilizada que en el pasado, es alarmante este retroceso. El informe titulado Radiografía de la brecha de género en la formación STEAM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), se acaba de elaborar y será presentado por el Ministerio de Educación, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la niña en la ciencia. Frente a esto crece el número de mujeres que estudian materias relacionadas con la biología y la salud. Si bien comparto con Steven Pinker que la igualdad política no requiere uniformidad, sino tratar a los individuos con los mismos derechos, no comparto su teoría de que las mujeres prefieren diseccionar una rana a diseccionar una lavadora. Si en el siglo pasado había un número significativamente mayor de mujeres estudiando matemáticas a las que hay ahora, no es por algo consustancial al género femenino. Algo está fallando. Quizás deberíamos revisar qué uso se hace de las redes sociales, qué imagen se presenta de la mujer, y de las adolescentes. En la mayoría de los casos, se proyecta una imagen cosificada, hipersexualizada. Esta visión de la mujer, la cultura del qué me pongo, qué me bebo, cómo poso, cómo beso, no parece que fomente el clima adecuado. No he visto influencers que tengan seguidores en el campo de la ciencia, ni en el de la cultura en general. En realidad, no creo que existan. Y no será porque falten en nuestro país mujeres científicas a las que admirar. Sin ir más lejos, otra de mis madres paralelas, Ángeles Albariño (1916-2005), precursora en la investigación oceanográfica mundial. En 1953 fue la primera mujer a bordo de un buque oceanográfico británico en calidad de científica, el Sarsia. Descubrió 22 especies de organismos marinos. Fue investigadora en el Instituto Oceanográfico de Woods Hole en Massachusetts. Su legado incluye más de un centenar de publicaciones científicas. No es solo la científica elegida por la Real Academia Gallega de la Ciencia para celebrar cada 1 de Junio el Día de la Ciencia en Galicia, es la mujer que da nombre al buque oceanográfico operado por el Instituto Español de Oceanografía encargado de la búsqueda de Anna y Olivia, las dos niñas canarias brutalmente asesinadas por su padre y arrojadas al mar. El Ángeles Albariño, un barco con nombre de mujer, a la búsqueda de las hijas de otra mujer, Beatriz Zimmerman, a la que especialmente tengo en mi pensamiento en este Día Internacional de la Mujer. No imagino un dolor mayor.
Y porque la vida sigue gol, gol, gol. Una reciente noticia del pasado mes de febrero, noticia deportiva y alegre en el Día de la Mujer. La selección femenina de fútbol de Estados Unidos vence en su demanda por la equidad salarial. U.S. Soccer, el ente regulador del balompié norteamericano se ha comprometido a ofrecer la misma remuneración a las selecciones nacionales femeninas y masculinas en todos los amistosos y torneos, incluido el Mundial. Reconozco que me gusta seguir y ver el fútbol femenino, y creo que esto no ha hecho más que empezar.