¿Morimos por encima de nuestras posibilidades?

26 de Diciembre de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Capitalismo y pulsión de muerte

Escuché por primera vez el concepto “Incremento de exceso de mortalidad” en una publicación en Telegram del doctor Juan Gérvas, refiriéndose a los índices del MoMo, siglas que equivalen a Monitorización de la Mortalidad por cualquier causa, es decir, el control de muertes que se producen por encima de los parámetros habituales, para alertar cuando existe un incremento inusual al que hay que prestar atención e indagar su causa.

En diciembre del año pasado, la ministra de Sanidad, Carolina Darias era incapaz de responder a la pregunta  del exceso de muertes inesperadas en España que, según el MoMo, ya tres meses antes eran “el doble que el de los fallecidos por Covid” durante la “quinta Ola”, y produciéndose un descuadre aún mayor después, en la sexta. Estos excesos de mortalidad, lejos de corregirse, fueron aumentando y acumulándose a lo largo de 2022, llegando en la actualidad a un incremento de más de mil muertes por encima de lo habitual en las últimas semanas, con una tendencia al alza, implicando en estas cifras –y esto es lo preocupante- a niños y niñas-, aunque afecta a todas las franjas de edad.

El perfil típico de estos casos de excesos de muertes es el de personas sanas que “de repente” fallecen sin que se encuentre (ni se busque) la relación causal común a estos casos (ver artículo Rompe el silencio de Bea Talegón). La falta de respuestas y, sobre todo, el sospechoso e inquietante silencio al respecto de los medios generalistas se vio reflejado en la intervención del diputado de Coalición Canaria, David de la Hoz en ese mismo Parlamento insular, -en un vídeo que se hizo viral- quien, de forma valiente y contundente exigía respuestas para esos excesos de muertes (no sólo de Canarias, sino de toda España, Europa y el mundo), y tras desechar explicaciones espurias como el Covid, la fatiga, las “olas de calor”, o el “estrés del sistema sanitario”, se preguntaba, “¿qué es?” para, a continuación añadir una referencia irónica a la “fábula del saltamontes” (haciendo el gesto del puño cerrado que se mueve, denotando una evidencia que salta a la vista, aunque no se quiera ver).

Y es que, para cualquier entendido en salud, aparte de la descartada causa del Covid, el segundo suceso de mayor impacto aún que ha habido a nivel mundial  han sido las campañas masivas de vacunaciones contra el Covid-19; así, la médica, Ángeles Maestro, fundadora de IU, se hacía eco en su artículo “El horror petrificado en una gráfica” de esa prudencia médica que cualquier profesional debería poner de manifiesto  ante la evidente correlación en el tiempo entre esos dos eventos (exceso de muertes y vacunaciones): “La mortalidad en los primeros meses de 2021 seguía situándose por debajo de los esperado, hasta la aprobación de emergencia de la vacuna Pfizer en mayo de 2021 para el grupo de edad de 12 a 15 años. A partir de entonces, en la semana 36, empieza a incrementarse la mortalidad por encima de lo habitual, para continuar aumentando”.

Fernando del Pino Calvo-Sotelo, empresario y presidente ejecutivo de Ferrovial,  publicó un excelentemente bien documentado análisis, como es habitual en él, titulado “El Covid y la cultura del miedo”, donde en el apartado “El elefante en la habitación: los efectos adversos”, destaca:

“[…]continuaron las dosis “de refuerzo” de unas inyecciones que no sólo no funcionaban (¡cuatro inyecciones en 18 meses!), sino que causaban un nivel de efectos adversos sin precedentes, concentrados, según parece, en un intervalo de pocos meses tras la inyección.

Así, el significativo exceso de mortalidad cardiovascular (inexplicada, según los medios) “está probablemente causado por las vacunas ARNm”, en palabras de uno de los más prestigiosos cardiólogos británicos, otrora defensor de las vacunas covid. La evidencia estadística apoya esa conclusión.

De hecho, ya en junio de 2021 un estudio advertía que las vacunas podían causar dos muertes y cuatro efectos adversos graves por cada tres muertes que evitaban.

La actual epidemia de muertes súbitas, incluyendo jóvenes de 22 años muertos una semana después de vacunarse y con autopsia e informe forense declarando que la causa fue la vacuna, y los graves problemas isquémicos y cardiovasculares en niños, jóvenes (incluyendo deportistas de élite), adultos y ancianos perfectamente sanos (miocarditis y pericarditis, ictus, arritmias, trombosis y trombocitopenia, embolia pulmonar, etc.) no son los únicos efectos adversos conocidos. Están documentados graves efectos oculares, herpes zóster, parálisis facial de Bell, neuropatías, desórdenes menstruales, reducción de fertilidad y existen sospechas sobre potenciales efectos aceleradores en cánceres. Ante esta avalancha de evidencias, ¿dónde están los médicos? […] Si fuera el covid, ¿por qué no se produjo este exceso de mortalidad cardiovascular en el 2020, cuando el virus era mucho más agresivo? ¿Por qué ha tenido una correlación temporal con las campañas de vacunación y revacunación?”

Un elemento importantísimo que debería haber hecho saltar ya las alarmas es precisamente esa correlación estadística entre cada campaña de vacunación y el pico de incremento de excesos de muertes unas cuantas semanas después. En este sentido, el dr. Rafael Bornstein (Consultor sénior de hematología y Hemoterapia del Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid), en su artículo del 14 de diciembre, “Exceso de mortalidad y vacunas COVID: una investigación académico-institucional inaplazable”, decía:

“Hace escasas semanas [en el artículo de 14/10/22, “¿Son las vacunas COVID-19 verdaderamente seguras?”] alertábamos sobre una correlación significativa y muy evidente entre las campañas de vacunación COVID-19 en 41 países (Europa, EEUU, Canadá, Australia, Chile, Hong Kong, Israel, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Taiwán) y el exceso de mortalidad registrado en las semanas 10 a 35 (marzo a agosto) de 2022. Veíamos que en ese período el exceso de mortalidad oscilaba entre el 3,7% de Bulgaria y el 25% de Islandia, con una horquilla mayoritaria del 5% al 15% (España tenía un exceso de mortalidad del 12%). Y que mediante un simple análisis de regresión lineal Igor Chudov  era capaz de mostrar una relación extremadamente fuerte entre la administración de la tercera dosis de refuerzo y el exceso de mortalidad (cuantas más dosis de refuerzo se administran, mayor exceso de mortalidad); la  vacunación de refuerzo explicaba el 40% de la variación del exceso de mortalidad. El mismo análisis referido a la vacunación completa (primera y segunda dosis) ofrecía un resultado similar aunque con un poder explicativo menor (27%). 

Pues bien, en tan solo dos meses esta asociación se ha reforzado poderosamente con un vínculo entre vacunas y exceso de mortalidad cada vez más sólido. Aplicando la misma metodología, Chudov analiza en esta ocasión el exceso de mortalidad en las semanas 20 a 24 (16 de mayo a 6 de noviembre de 2022), obteniendo resultados altamente preocupantes. Bulgaria, el país con menor tasa de vacunación (30%) y dosis de refuerzo (12%), continúa con un exceso de mortalidad muy bajo (actualmente negativo, -1,2%). Mientras que Chile, líder en tasas de vacunación (88%) y refuerzo (125%), presenta el mayor exceso de mortalidad (21%). España ha retrocedido durante este periodo hasta el 18%, estando ahora por encima del rango observado en la mayoría de países (5% a15%). Suecia mantiene un exceso de mortalidad muy escaso (1,6%), confirmando el comportamiento de semanas previas (-8%). A pesar de tasas de vacunación y refuerzo similares a otros países, el caso de Suecia constituye una excepción tan insólita que debería incitar a una investigación concluyente de las causas de esta asimetría”.  

Es decir, que no sólo se observa una correlación estadística entre exceso de mortalidad con vacunaciones y revacunaciones, sino también una proporción directa del mayor exceso de mortalidad con los mayores porcentajes de vacunación en diferentes países, tal como en su intervención en el programa La Cosa Nostra, de Locactiva Radio del pasado 16 de diciembre, también indicaba el doctorAntonio Alarcos (puede escucharse en el perfil Dr. Alarcos en Telegram):

“[…]según va pasando el tiempo está más claro el vínculo entre el exceso de mortalidad que se está padeciendo no sólo en España, sino en Alemania, en EEUU… o sea, con la excepción, y sólo hay una excepción, de Suecia, en todos los demás sitios donde esto se ha estado inoculando masivamente hay una correlación brutal entre el exceso de mortalidad y la administración tanto de los dos primeros pinchazos como de las dosis de recuerdo, hasta el punto en el que el país con menos tasa de vacunación de la EU que es Bulgaria, también tiene el menor exceso de mortalidad, y el país más inoculado del mundo que es Chile también tiene el mayor exceso de mortalidad”.

¿Y qué ocurre en Suecia?, ¿tal vez su excepcional baja tasa de exceso de mortalidad a pesar de sus vacunaciones se deba a que, tal como indicaba el doctor Gérvas, Suecia no impuso ninguna restricción, ni confinamientos ni mascarilla?

La información es fundamental, y tal como dice Bea Talegón, hay no sólo que “romper el silencio”, sino preservar la información veraz, que puede peligrar. Podemos encontrarnos con un comienzo de intoxicación de lo que ya conocemos, tal como advertía la propia periodista en su programa El Repaso del 22 de diciembre: si, por un lado, The Guardian publicaba el  titular “China cambia la definición de muertes por Covid a medida que aumentan los casos”, destacando en la noticia que China, a pesar del número de ingresos hospitalarios y crematorios sobrecargados por su fracasada política de zero-Covid, ha utilizado el recurso de cambiar la definición de “muerte por Covid”, lo que reducirá drásticamente sus estadísticas. “Hacen magia potagia con los números” ironizaba Bea, que señalaba el dato que The Guardian “acusa a China de eliminar números de muertos asociados al Covid”.

A continuación, tras recordar los datos que el MoMo y el INE han mostrado sobre ese mismo problema, repasa la información del “verificador” Maldita Hemeroteca en el artículo del día anterior: “Sin noticias de la ‘repentinitis’ de la que hablan los antivacunas en las estadísticas de mortalidad del INE de 2021”, descubriendo en el cuerpo de la noticia que en realidad, lo que se hace en ese artículo es, emplear trampas semánticas (tal como ya apuntaba Fernando Vizcaíno Carles como práctica habitual de Maldita –ver mi artículo “Las cloacas mediáticas-II. Verificadores: los falsos dioses de la verdad”), ya que,  obviamente, no existe ninguna patología denominada “repentinitis”, o desviar la atención del lector pretendiendo que los casos de muertes súbitas se limitan a los pocos casos de resonancia mediática que implicaban a famosos, para luego mostrar unas gráficas ad hoc que literalmente eliminan de un plumazo, “al estilo chino”, las enfermedades que excedan todo lo que no sean “de apellido súbita” (sic).

Ahora, según prevé Bea, desaparecen de repente todos los datos que en desde finales de 2020 hasta ahora han alertado a expertos de primera línea, y que, al parecer, pararía a ser todo “una mentira”,  (hay rumores que apuntan a que ya podrían haber “desaparecido” del Euro Momo más de 2.000 casos).

Habrá que estar alerta, porque podría ser que no sólo tengamos que luchar contra la amenaza oficialmente ignorada de los excesos de muerte, sino también contra la amenaza de excesos de manipulación de la información.

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